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Opinión

13 de Agosto de 2013

Nuestro compromiso por un país para todos

El fin de semana recién pasado en el Teatro Novedades lanzamos nuestra primera candidatura al Parlamento por el distrito de Santiago Centro. Fue un momento especial y muy emotivo para un movimiento político emergente como Revolución Democrática. Nos acompañaron muchas compañeras y compañeros de ruta en nuestra apuesta por la transformación de Chile en un […]

Giorgio Jackson y Sebastián Depolo
Giorgio Jackson y Sebastián Depolo
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El fin de semana recién pasado en el Teatro Novedades lanzamos nuestra primera candidatura al Parlamento por el distrito de Santiago Centro. Fue un momento especial y muy emotivo para un movimiento político emergente como Revolución Democrática. Nos acompañaron muchas compañeras y compañeros de ruta en nuestra apuesta por la transformación de Chile en un país para todos, a los que les agradecemos infinitamente ser parte de una nueva generación de líderes dispuestos a enfrentar con valentía y determinación los desafíos del presente y del futuro.

Cuando partimos las primeras conversaciones que dieron fruto a Revolución Democrática, a fines del 2011, sabíamos que en Chile se estaba produciendo una profunda transformación, una transformación del sentido común. Más del 80% de los chilenos apoyábamos la justa causa de una educación pública, gratuita, de calidad. Lo generado por el movimiento estudiantil nos hizo ver que las ideas colectivas de cambio, respeto, solidaridad e igualdad no habían sido derrotadas para siempre, que aún se podía creer en un futuro distinto para el país que tanto queremos.

Chile está cambiando, aunque algunos quieran negarlo. Desde la ciudadanía, además de las reivindicaciones sectoriales, se está levantando con urgencia una demanda por coherencia y ética en el quehacer político. Hace un par de años, por ejemplo, no nos hubiéramos imaginado que dos alcaldesas de comunas emblemáticas, se hubieran jugado su capital político agotando todas las instancias de diálogo con los estudiantes y sus comunidades movilizadas, logrando dejar a un lado la represión y consiguiendo conversaciones fructíferas para avanzar en mejoras para todos. Eso se vio este año con las alcaldesas de Providencia y Santiago, Josefa Errázuriz y Carolina Tohá. Tampoco nos hubiéramos imaginado que un candidato presidencial se hubiera marginado de la competencia por haber cometido abusos desde el sector privado o por las prácticas de inversión de su riqueza -basta mirar el historial de nuestro actual presidente Piñera- pero sucedió en la misma coalición oficialista, con Laurence Golborne.

Momentos como esos nos alimentan la esperanza que si, desde la sociedad civil y en diálogo con los distintos actores políticos, somos firmes en nuestras convicciones y generosos en nuestras acciones, podemos llegar a configurar en el mediano plazo un gran y diverso frente en torno a lo que hasta hace poco no lograba salir de nuestras pancartas, cánticos y lienzos.

Creemos que eso no se agota en ser parte o no de un acuerdo electoral, menos aún mientras exista el sistema binominal que excluye la diversidad política. No pedimos ni aceptamos cupos porque creemos en un diálogo político más participativo, como demostró masivamente la primaria presidencial, donde es mejor que sean las ciudadanas y los ciudadanos y no las cúpulas de los partidos políticos quienes elijan los candidatos para los cargos de representación. Se gana en legitimidad ante la ciudadanía, se fortalece la idea de un programa y se mejoran las opciones electorales de quienes resulten vencedores en ellas.

Con todo, el desafío de este momento ya no es la conformación de listas electorales, sino el triunfo en noviembre de las ideas de transformación. Ideas que -a diferencia de lo que opinan algunos- no tiene dueños ni voceros oficiales, sino que son libres para que cualquier candidato o candidata pueda hacerlas propias. Pensar lo contrario, sería caer en un sectarismo que precisamente merma las posibilidades de generar los cambios.

Este no será cualquier año eleccionario y desde ya vemos cómo la derecha está haciendo todo lo posible para mantener, de manera absolutamente sobrerrepresentada, el poder de veto que nos impida a todos avanzar en esos sueños colectivos. Muchos anticipamos este escenario y públicamente propusimos la realización primarias legales de toda la oposición, para construir una fuerza mayoritaria que pudiera, responsablemente, hacerse cargo de las demandas ciudadanas tan masivamente apoyadas. Lamentablemente no fuimos escuchados por los presidentes de los partidos y por eso decidimos salir a pedirle firmas a los vecinos y vecinas de Santiago Centro, llevando sólo una candidatura a Noviembre, como independientes.

Sería iluso pensar que en cualquier gobierno de 4 años -independiente de quién gobierne o de si uno participa o no de él- se logrará todo lo que anhelamos, pero se pueden dar pasos decisivos hacia la transformación o quedarse en la administración de lo posible.

Compartimos que sin una reforma tributaria de verdad, sin un esfuerzo para eliminar el binominal, sin dar pasos para una Nueva Constitución que refleje un nuevo pacto democrático y social a través de un proceso constituyente, y sin una reforma profunda a la educación que materialice las demandas por gratuidad, por calidad, por el término a la segregación y por el término del lucro en este derecho social, no se estará iniciando un proceso de cambio y transformación como el que anhelamos para que Chile sea un país para todos.

Quienes estén por esas agendas -y por las que tengan que venir- pueden contar desde ya con nuestra colaboración desde Revolución Democrática y con el apoyo desde un eventual escaño parlamentario por el que estamos trabajando, pero sobre todo en la denuncia y movilización social para apoyar estos cambios.

Por más que nos han preguntado, en materia presidencial no tenemos una decisión tomada. Como Revolución Democrática hemos decidido tomarnos en serio este proceso y dirimir colectivamente nuestra posición presidencial la primera quincena de septiembre, cuando exista mayor claridad respecto a los programas y agendas de los respectivos candidatos. Todos quienes participamos activamente del movimiento podremos expresar nuestra opinión en dicho proceso. Somos una organización nueva y en formación y aprendemos día a día, no sólo sobre las ideas de lo que queremos hacer, sino sobre el cómo hacer las cosas. Quienes han trabajado con nosotros, saben que nos movemos desde la colaboración, la transparencia y la determinación, y esperamos que muchos otros reconozcan en nosotros una alternativa política seria y responsable con los compromisos que tomamos, por eso necesitamos que también se nos respete en los procesos que hemos llevado.

No tenemos dudas de que si logramos construir una práctica política basada en las ideas más que en las cuotas de poder, nos encontraremos en el futuro, tanto en el Congreso como en la calle, con aquellos que estén por defender las causas que nos han unido a tantas y tantos chilenos durante estos últimos años. Esas ideas de cambio que puedan hacer de Chile un país, no sólo de unos pocos, sino que un país realmente para todos. El Chile que soñamos no lo construiremos solos, lo haremos colectivamente y necesitamos que muchos compartan esos sueños para poder hacerlos realidad. Mientras más estén en esa vereda, mejor.

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