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Planeta

30 de Agosto de 2013

10 estados psicológicos que tal vez desconozcas, pero seguro has experimentado

La mente humana es simple y complicada al mismo tiempo. Sus conflictos repentinos se resuelvan de la forma más inesperada y simple y, en otro momento, debemos transitar por caminos confusos antes de encontrar una respuesta – si es que la llegamos a encontrar – . Curiosamente, a veces parece que la mente hace esto por sí misma, sin que sepamos el nombre de aquello en lo que incurre. Y es lógico que al final ni siquiera necesite saber el nombre de lo que hace para llevarlo a cabo.

Por



Vía Marcianos

A continuación listamos 10 de estos fenómenos psicológicos que pueden ser poco conocidos, pero de ninguna manera poco frecuentes.

Disforia.

Lo opuesto a la euforia, la disforia se caracteriza por un estado general de tristeza, cansancio, ansiedad, falta de energía e irritación. En algunas personas puede manifestarse después de haber consumido un estimulante como el chocolate o el café, pero también puede ser la respuesta al estrés, el aburrimiento o la depresión.

Embeleso.

El embeleso – una traducción lo más cerca posible a “Enthrallment” definido por el psicólogo W. Gerrod Parrott – se identifica como un éxtasis intenso, una emoción tan fuerte que parece controlar a la persona por sí misma, especialmente en situaciones de profunda alegría y satisfacción. ¿Has escuchado hablar o has tenidos golpes de felicidad? ¡Eso justamente eso! El misticismo tiene la costumbre de explicar este arrebato como la elevación del espíritu hacia los cielos. Es una tontería, pero es hermoso y poético.

Normopatia.

Las normas sociales – y dicho de forma más precisa: su cumplimiento – pueden convertirse en una obsesión para algunas personas que las llevan a un estado de manía e incluso de locura. Dicen que los que se inclinan hacia la normopatia no tienen personalidad propia, porque sólo hacen lo que la sociedad espera de ellos. Paradójicamente, también es habitual que este comportamiento llegue a un límite, un conflicto, en el que la persona generalmente se torna violenta y, ¡oh sí! Viola como todo un campeón las reglas por las que antes tanto se preocupaba.

Abyección.

Un término para ampliar nuestro acervo cultural, la abyección fue definida por la filósofa francesa Julia Kristeva de dos formas, como parte de la experiencia traumática que surge cuando nos damos cuenta de que en la infancia hemos sido separados del cuerpo de nuestros padres, ese sentimiento de abyección se reactivará cuando experimentamos acontecimientos o experiencias que sobrevienen cuando vemos algo tan horrible que nos perturba incluso fisiológicamente (y, por ejemplo, vomitamos). En gran medida se trata de un sentimiento que nos recuerda de manera irrefutable, que entre un cuerpo muerto o herido y nuestro propio cuerpo, no hay mucha diferencia.

Sublimación.

Este es uno de los conceptos fundamentales de la teoría psicoanalítica desarrollada por Sigmund Freud. En esta, la sublimación se identifica con ese fenómeno mediante el cual la compulsión sexual (calentura), surge como una corriente incontrolable y, sin embargo, restringida por convención social se vuelve subjetiva, manifestándose de otra forma. Así, por ejemplo, en lugar de dar riendas sueltas a las perversiones o de tener una buena sesión de sexo desenfrenado, hay quienes deciden pintar un cuadro o escribir una canción. Lo mismo se aplica a la compulsión destructiva: en lugar de matar a su oponente, hay quienes escriben una crítica devastadora contra una nueva entrada de un blog.

Compulsión a la repetición.

“El deseo de volver a un estado anterior de las cosas “, escribió alguna vez Freud para definir la repetición, este mecanismo psicológico mediante el cual la persona se siente obligada a hacer la misma cosa una y otra vez : desde ir al mismo restaurante hasta hacer amistades con el tipo de personas más o menos parecidas en sus relaciones significativas . Para Freud el lado más siniestro de la repetición coqueteaba con la no existencia, el verdadero “último estado anterior ” a todo.

Desublimación represiva.

De acuerdo con Herbert Marcuse, teórico social próximo a las ideas de Freud, debemos volver al concepto de la sublimación para explicar por qué una liberación sexual no redunda necesariamente en una liberación general o auténtica y, por el contrario, contribuye a reforzar los mecanismos represivos. Marcuse vivió las protestas en todo el mundo de la década de 1960, que se caracterizaron en muchos casos por esta apertura en masa de la sexualidad, mientras que en otras áreas, como la familia o el gobierno, las restricciones sociales ganaban presencia. En cierto sentido, podemos decir que la desublimación represiva es como una válvula de escape para nuestros deseos, para que no intentemos liberarnos de otras restricciones sociales. Un buen ejemplo de desublimación represiva es la fiesta intensa que ocurre la universidad. A menudo, los estudiantes beben mucho, se drogan y tienen sexo, y al mismo tiempo tratan de estudiar mucho preparándose para sus futuros trabajos. En lugar de cuestionar por qué tienen que pagar un montón de dinero para participar en un aprendizaje casi mecánico para conseguir puestos de trabajo corporativos, los estudiantes simplemente obedecen las reglas y tienen relaciones sexuales como locos todos los fines de semana.

Aporía.

Otro concepto de profundas resonancias en la psique humana , la aporía se refiere a la sensación de vacío que se produce cuando nos damos cuenta de que algo en lo que creíamos al final no es verdad, lo que hace que parezca más frustrante, es cuando esa creencia cae al abismo ambiguo de que puede ser tan verdadero como falso.

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