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Opinión

10 de Septiembre de 2013

Sergio Durán, historiador: “Sabor Latino fue el climax de la tv en dictadura”

A diferencia de España donde el destape, el desnudo y el erotismo sirvió como bandera de lucha contra la represión de la que los españoles venían saliendo tras la dictadura de Franco, en Chile los pocos potos que se vieron en la tele eran usados como herramienta de distracción en un país donde el toque de queda no dejaba mucha más opción que sentarse frente a programas como el clásico Sabor Latino.

Equipo The Clinic Online
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Segio Durán es historiador y recientemente publicó el libro “Ríe cuando todos estén tristes: el entretenimiento televisivo bajo la dictadura de Pinochet”. En él se refiere al giro que sufrió la televisión en Chile cuando pasa del gobierno de Allende a la dictadura de Pinochet: “empieza a ser una televisión más comercial, con una primacía muy clara de programas de entretenimiento, mucho programa importado, porque era más barato que la producción nacional; y se emite más publicidad. Habían ciertas restricciones hasta antes del golpe para emitir publicidad en cuanto a la educación de la misma, o en cuanto a que no podía interrumpir los programas. Eso se deja de aplicar, se emite mucha publicidad y de esa forma empieza a operar como empresa comercial. Hay una relación más orientada a entretener, y que en un contexto de historia quiere decir evadir derechamente”, explica Durán.


El historiador además agrega que si bien en dictadura se mantiene la estructura legal que tenía la televisión hasta antes del golpe, con la llegada de Pinochet la industria pasa a estar condicionada fuertemente por el contexto político y económico: “Cuando empieza a rendir frutos la economía neoliberal, sobre todo a fines de los ‘70, hay una época de oro del entretenimiento liviano: estelares”, señala Durán y agrega que a la cabeza de estos estelares estaba Televisión Nacional “que trae a algunas figuras de cierto renombre en la época, como Barry White y otros por el estilo, para que estos grandes estelares acaparen la atención, generen comentarios, llamen la atención de la prensa y de esa manera se mantiene distraída a la población”, agrega.

¿Cómo entra en eso los programas con vedettes?
Hay una ambigüedad en términos de la permisividad porque el mismo afán comercial permite que se de chipe libre a, por ejemplo, los programas de corte revisteril, que era muy ingenuo en comparación con hoy día, pero sí era bastante escandaloso. Me acuerdo por ejemplo que en el ‘81 hubo un estelar que se llamó Sabor Latino, donde vino la vedette Maripepa Nieto y hubo un primer plano de su trasero, fue muy comentado. Hoy día pasa como algo muy ingenuo, pero en ese momento fue muy escandaloso. Entonces está esa ambigüedad entre una moral más estricta, pero al mismo tiempo un criterio comercial que da pie a ese tipo de manifestaciones.

Pero en el fondo, en ese mostrar piel prevalece la necesidad de evadir la realidad más que de protesta
Claro, siempre con ese discurso medio ambiguo porque hay una pauta moral que es más estricta o conservadora que la actual, y se escandalizaban por cosas que podrían parecernos ridículas. Hay otro ejemplo de una teleserie que se llamó “La Gran Mentira”, que fue emitida por Televisión Nacional, y en ese momento el director de canal, que era un militar, se enojó mucho con el director de la serie por el hecho de que se mostraba a una pareja que estaban acostados conversando en su cama. No se mostraba nada, pero la imagen de que podía haber habido o estaban a punto de hacer un acto sexual era inaceptable por el director de la estación. También el hecho de que no estaban casados escandalizó bastante. Toda esta cosa como ambigua. O sea, no les gusta, pero al mismo tiempo se permite porque da rating y eso permite además que la gente no piense en otras cosas.

No es algo institucionalizado entonces
No, hay casos en que esta propuesta de televisión distractiva generó incomodidad incluso en sectores que podrían ser pro-gobierno. A fines de los ‘80 hubo una serie de manifestaciones a cargo de lo que se llamaba el Movimiento Teocrático. Eran un grupo ultra conservador que empezaron a movilizarse para protestar contra los bikinis en Reñaca, contra los espectáculos de revista, contra los cines porno y también contra los shows revisteriles de Televisión Nacional. Hicieron una campaña muy fuerte, rayaron los muros de la estación, le tiraron huevos a los rostros, a los animadores y lograron sacar del aire la reposición de Sabor Latino, y estamos hablando de un grupo que políticamente podría no haber estado muy lejos de una Lucía Hiriart o de la junta, pero que tenían diferencia en términos morales y estéticos.

Sabor Latino, ¿qué significó para la televisión abierta?
Marcó un hito. Fue el clímax de un momento de la televisión porque la dictadura estaba pasando por un muy buen momento económico que le permitía promocionarse de que su modelo estaba funcionando: la gente tiene más acceso al consumo y además la televisión da cuenta de eso con estos grandes programas de presupuestos millonarios, emitidos en vivo desde algún local muy elegante, donde vienen invitados muy famosos. Y Sabor Latino representó el punto máximo de esto, y también el punto en el que empieza a cambiar. El ’81 empieza a haber menos plata para este tipo de programas. Por eso es que en lugar de traer a los artistas más famosos se recurre a vedettes de Argentina y España. Lo otro es que después de Sabor Latino, y sobre todo después de esta escena de la Maripepa, se empieza a hablar en la prensa de la época, de espectáculos, en la revista Vea y en otras de ese estilo, de un destape. Y eso es bien interesante porque esa es una palabra que viene tomada desde España, que ya había salido de su propia dictadura y había vivido su proceso de destape. Después de haber tenido esa moral muy marcada y conservadora empiezan a haber manifestaciones más liberales, y hubo gente que también interpretó que Chile tenía su destape.

Programa ExpedienTV de TVN

¿Pero era un destape real? Considerando que allá muere Franco y acá Pinochet sigue siendo Comandante en Jefe del Ejército.
Eestas manifestaciones de destape uno no las puede identificar como un ataque a la dictadura o contrarias a ella. De hecho, es más bien lo contrario. No es como en España que el destape podría haber sido como una manifestación del espíritu democrático o de una mayor libertad. Aquí se usó esa palabra, pero eran manifestaciones funcionales a la dictadura: Sabor Latino le conviene a la dictadura. A tal punto es así que hay tipos de programas, como el Festival de Viña en que los altos personeros de la junta, Lucía Hiriart y otros del estilo asistían y la cámara los enfocaba y estaban en primera fila. Eso, a mi parecer, representa un respaldo de parte del régimen a ese programa y a ese tipo de programas.

¿Qué pasa cuando llega la democracia? Patricia Rivadeneira aparece desnuda enfundada en una bandera chilena y dejó la cagá durante el gobierno de Aylwin
Con la televisión y con los medios de comunicación en general, la prensa escrita fundamentalmente, la transición no tuvo este carácter liberador que a lo mejor pudo haber tenido en España. Eso tiene también que ver con las características particulares del caso chileno: si bien Pinochet deja el poder, sigue vivo. Había senadores designados y vitalicios, había todavía una fuerte presencia del mundo militar, Pinochet seguía en la comandancia en jefe y las nuevas autoridades procedieron con cierta cautela frente a los temas que podían generar controversia. Hay casos como el de Patricia Rivadeneira o también reportajes de “El Mirador”, programa de TVN sobre temas como el aborto o la homosexualidad que también generaron polémica y la opción desde el poder fue no dar mucho espacio a eso por temor a las represalias, a la controversia y porque los militares seguían ahí. Eso aplica para los temas políticos pero también para los que podían tener un contenido “inmoral”. Esa es la diferencia con el caso español, que aquí Pinochet seguía vivo y seguía siendo una presencia importante en el mundo político y cultural chileno.

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