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Nacional

16 de Septiembre de 2013

Las tragicómicas emergencias de bomberos con curados

Accidentes y extrañas situaciones son las que protagonizan los borrachos y borrachas a los que bomberos suelen a ir a socorrer. Algunos quedan tan agradecidos de la ayuda que los han invitado carretear... después de un choque.

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Por Javiera Prieto · Ilustración: Alen Lauzán

“SE VAN A ACORDAR DE MÍ”
“Para un 31 de diciembre, salió un llamado de comandancia, que son esos son de cosas chicas, como olor a quemado o humo y nos despacharon a Santiago Centro. Eran como las 11 de la noche. Llegamos y era una casona antigua, que funcionaba como hospedería, y donde habían prendido unos papeles en la entrada de la casa, nada grave. Afuera, en la puerta, había un curadito que decía que él nos había llamado, pero nosotros no lo pescamos. Cuando nos fuimos, el curado nos dijo que nos íbamos a acordar de él, que nos iba a volver a llamar. Como a las 6 de la mañana, nos sale un llamado del mismo sector. Llegamos y era la misma casona antigua, pero ahora se estaba quemando, de hecho, se quemó entera. Cuando nos estábamos bajando de la bomba para empezar a trabajar en ese incendio, vemos al mismo curado y nos dice: ‘vieron que los llamé de nuevo’. ¡Había sido él el que había armado el incendio para que nosotros volviéramos!”.
Iván, bombero de compañía zona centro

EL BUENA ONDA
“Fuimos a atender un choque. En el auto iba sólo el que manejaba y estaba raja de curado. Cuando nosotros llegamos, siempre le hablamos a los heridos para calmarlos y para saber si están bien. Él cachaba que había chocado, pero no le importaba y nos decía “puta cabros, son enteros buena onda, ¿por qué no nos vamos a carretear?”.
Juan, Bombero Región Metropolitana

¡TÓMAME EL PULSO!
“Un amigo de mi compañía de Bomberos venía de un carrete y se encontró con un choque. Era una camioneta, con el conductor y tres mujeres. Aunque estaba herido grave, igual nos llamó por radio. Mientras íbamos en camino, llegó otro auto a mirar. De ahí se bajó una mina que estaba curadísima y se puso a hacer escándalo. Gritaba como loca y le decía a mi amigo ¡tómame el pulso! y le ponía la mano en la pechuga. Como él cachó que estaba curada, se hizo el desentendido. Pero cuando llegamos nosotros, pensamos que estaba la cagá, porque se veía la camioneta echa bolsa, cuatro personas en el suelo, y esta mina que gritaba y que también estaba en el piso. Yo me acerqué para atenderla y ahí me di cuenta que no tenía nada que ver con el accidente y me corrí. Los amigos de la mina estaban cagados de la risa y le hacían fiesta. Y ella estaba jugosa al máximo, tanto que de repente se puso a convulsionar, pero era puro show. Al final, de las que habían estado en el choque, una estaba en shock nervioso y pegaba manotazos para que no la tocáramos; la otra se dejó atender sin ningún problema, y la última se tomó una micro y se fue sola para que no la pillaran los papás. ¡Y eso que iba con un corte en la cabeza! Pero la más jugosa fue la que quería que le tomáramos el pulso. Más encima era fea y no tenía ni un brillo”.
Alejandro, bombero de Santiago

MUY AGRADECIDA
“Una noche estaba de guardia y como a las 6 de la mañana, salió un 10-9, eso es cuando hay llamado para realizar otros servicios que no sean un incendio o un choque. Esa vez había que ir a mover alcantarillas, porque estaba todo inundado. Estaba la cagá en Santiago. De repente, vimos un auto que estaba en pana. Eran unos locos que venían de carretear. Los ayudamos a empujar el auto y una mina que estaba curada se bajó y se quedó al frente mirando. Pero como estaba todo inundado, no podía cruzar. Entonces, uno de mis compañeros atravesó la calle, que estaba hecha un río, la agarró en brazos y la cruzó. Cuando la dejó al otro lado de, la mina le dio un beso en la boca. Mi compañero estaba feliz”.
Alejandro, bombero de Santiago
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EL CURADO CRUEL
“Esta es una historia que se cuenta mucho en mi Bomba. Y todos hablan de este llamado porque fue brígido: un loco iba terriblemente curado manejando con tres personas más –con un hombre y dos mujeres- cuando de repente se le fue el auto, chocó contra dos árboles y quedó al medio de los dos. Su amigo salió volando por el parabrisas, se le abrió el cráneo y quedaron como 10 metros de masa encefálica en el suelo. Cayó en el patio de una casa y se murió al tiro. Las dos minas, que estaban quebradas enteras, también murieron. En cambio, el compadre que manejaba el auto estaba perfecto, cero daño, y de lo único que se preocupaba, era de su auto. Por lo general, la gente cuando choca pregunta por el resto, pero este no estaba ni ahí. No sé si nunca cachó que había matado a sus amigos o si su auto le gustaba mucho”.

Bombero, zona Santiago sur

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