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Opinión

26 de Septiembre de 2013

La última entrevista a Manuel Contreras

La semana pasada, Miguel Ángel Espinoza Machiavello se reencontró con el jefe de la DINA delante de un juez. La única vez que se vieron fue en 1975, en un centro de detención argentino. Esa vez, Contreras no lo pescó porque andaba preocupado de echar a andar la Operación Cóndor. Eso le salvó la vida. Este es el relato de la última entrevista que dio Contreras. Pero a un juez y a una víctima.

P. V.
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Hace 38 años, Miguel Ángel Espinoza Machiavello escapó por los pelos de convertirse en un desaparecido. Militaba en el MIR y se refugió en Argentina; allí, lo secuestraron los represores locales y lo llevaron a Coordinación Federal, un centro donde lo torturaron. Un día, cuenta, los argentinos lo llevaron a una sala donde se encontró con un hombre que irradiaba poder y que en un momento le dijo que no tenía tiempo para perderlo con él y se fue. Era Manuel Contreras, pero Espinoza eso lo supo años después.

El lunes de la semana pasada, el ministro Mario Carroza los careó a ambos. La diligencia no es menor: Espinoza es el único testimonio que señala haber visto a Contreras durante un secuestro. Horas después de la diligencia, conversó con The Clinic.

Cuando hablaba de Contreras en los 70, lo describía como un hombre lleno de poder. ¿Cómo es el que vio ahora?
-Un hombre muy disminuido, más allá del aspecto de edad. No lo vi anciano, se ve una persona que tiene todavía una cierta envergadura física, aunque es pequeño. Pero disminuido en el sentido que no tiene la soberbia de entonces. Se molestó en el careo porque dije eso, que en Argentina parecía que irradiaba poder. Hoy no lo vi de esa manera.
Está un poco demacrado.

-Sí. Pero me llamó la atención algo: en mi declaración judicial previa, sin haberlo visto, conté, aparte del poder que irradiaba, cómo lo había percibido físicamente y expliqué que tenía un color de piel muy particular, que no es moreno, ni blanco, sino que es un color muy especial. Y hoy lo percibí con ese mismo color que me había quedado marcado, con una piel un poco brillante.

¿Cuándo le dijeron que se iban a carear?
-El 12 de septiembre.

¿Y cómo se lo tomó? ¿Mucha tensión por reencontrarse?
-Sí, sobre todo porque estoy en Chile hace cuatro semanas y hay mucha sensibilidad. En CNN, cuando me entrevistaron, les dije antes de pasar a cámara que esto es muy sensible y que quisiera que me ahorraran ciertas descripciones. Soy muy pudoroso sobre lo que me pasó. Hoy también pero a ese señor no le presenté mis buenos días ni mis buenos adiós. Saludé al ministro Carroza y sus actuarios.

¿Cómo fue el careo? Él no reconoció nada.
-Él no reconoció nada pero me dio la impresión que estaba un poco desestabilizado con mi presencia, porque en las respuestas que dio me di cuenta que cometió contradicciones.

Por ejemplo.
-Lo primero, él dice que no me reconoce, que no me ha visto nunca. Eso era de esperar. Después dice no conozco Coordinación Federal, que era el organismo argentino donde estuve, y dice que Coordinación Federal no era la jefatura de la Operación Cóndor, porque eso del Cóndor nunca existió, era nada más una coordinación de información y de intercambio y mencionó todos los países que participaban, cosa que no se le estaba preguntando y que, teóricamente, un plan que no existió no lo detallas de esa manera, lo niegas rotundamente. Y después dijo: “y esa Operación Cóndor, esa organización”. Empezó a hablar de esa organización, en sus palabras, y fue como que estuviera reconociendo la existencia, no es que hubiera dicho “y esa mentada organización”. Dijo: “y esa organización nunca torturó ni buscó a nadie, sino que procuraba generar información, intercambiarla”. Y después, sobre la marcha, dice “yo nunca estuve en Coordinación Federal”. Y dice que en Coordinación Federal no se torturaba ni era un lugar de detención ni habían celdas ni ninguna de las cosas que se mencionan. No entendí lo burdo de ir a decir eso, porque además es una cosa que está comprobada por la justicia argentina ya.

Bastaba que dijera no lo conozco.
-Exacto. Después se intentó justificar diciendo que en los momentos en que caí preso estaba en España, pero yo estuve preso cinco o seis semanas. Mi impresión es que este individuo estuvo en Argentina en algún momento entre fines de noviembre y la primera quincena de diciembre. En ese lapso, está comprobado, se hizo la reunión definitiva de coordinación con la DINA en Santiago, se formó la Operación Cóndor. Por lo que entiendo, los titulares de la justicia argentina piensan que, como Contreras tenía una importancia sustancial dentro del plan Cóndor, es posible y absolutamente creíble que haya estado en Argentina antes o después de la firma. Creo que es bien probable que esa haya sido la cosa más importante que andaba haciendo, porque algo que siempre marcó mis recuerdos es que él me dijo “tengo cosas más importantes que hacer en estos momentos que estarme preocupando de ti y llevándote”.

¿Por qué pidió hablar con usted en Argentina?
-No, pienso que no pidió hablar conmigo, que fueron los argentinos que le dijeron aquí tenemos uno, que tenían algo que ofrecer. Y ahí va él a verme y me dice que tenía información.

Le habló del Trosko Fuentes.
-Sí, de Jorge Fuentes. Y dio detalles, porque en ese momento nada se sabía, y era un caso de alta confidencialidad: Fuentes había caído en Paraguay y eso era información de inteligencia de alto secreto militar. Y eso me lo dijo esa persona que estaba ahí, y por eso tuve la impresión que la persona que me había cruzado era alguien de gran poder y que me lo había hecho sentir en ese momento.

En Argentina, ¿cuánto tiempo estuvieron juntos?
-Una decena de minutos.

¿Y cómo terminó?
-Abruptamente, como había empezado. De repente se levanta y dice “no tengo tiempo para preocuparme por ti, no vale la pena, tengo cosas más importantes que hacer, no te vamos a llevar a ninguna parte, no te vamos a echar a los perros”. En el fondo, como diciendo yo me despreocupo, que los argentinos hagan lo que quieran. Y qué pasó: que a los dos días los argentinos reconocen mi detención. Todavía no era la dictadura militar, estaba el gobierno de Perón y de su mujer y nosotros éramos refugiados de Naciones Unidas. Y había presiones de NU porque habían refugiados que habían desaparecido y los llevaban buscando semanas. Eso me salvó la vida: que él estaba muy ocupado, que le parecí irrelevante y el gobierno argentino estaba presionado por los diplomáticos. Eso me salvó la vida, me permite estar conversando.

Usted es el único que reconoce a Contreras en algo.
-Exacto. Tardé muchos años en saber que era él. Siempre me pregunté quién era ese individuo capaz de decir sí o no, quién vivía o no, no con desparpajo, sino con una tranquilidad, una frialdad supina. Yo esa vez le dije soy muy joven y él me respondió “está lleno de jóvenes, todos nunca han hecho nada, son jóvenes idealistas, todos ustedes son idealistas”. No dijo terroristas, dijo idealistas. Ni subversivos.

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