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Nacional

5 de Octubre de 2013

Crónica de una derrota anunciada

A 24 años del plebiscito que terminó con la dictadura, rescatamos esta crónica que Libio Pérez publicó en 1988 en la extinta revista Análisis. En el relato, el periodista revive de manera detallada cómo fue ese crucial 5 de octubre que cambió la historia de Chile.

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Por Libio Pérez

Pinochet se retiró de La Moneda a las 2 de la madrugada del día 6. Había terminado, minutos antes, la reunión de gabinete en la que todos sus ministros presentaron su dimisión. Alberto Cardemil, subsecretario del Ministerio del Interior, se dirigió al edificio Diego Portales a entregar sus cómputos a través de los cuales la Dictadura asumía el triunfo del NO. El candidato único y derrotado estaba más solo que nunca, sin ministros, sin nada que celebrar y en la búsqueda de senderos que le permitiesen reelaborar una estrategia de reconstrucción de sus fuerzas. Fueron las horas en que, como nunca en quince años, la Dictadura estuvo más débil y aislada.

El triunfo del NO -ya claramente definido a eso de las 21 horas del día del Plebiscito- había sido trabajosamente conseguido. Pocos de los millones de electores supieron que ese día 5 de octubre, mientras se realizaba el acto en las urnas, personeros de todos los sectores -adictos al Régimen y opositores- realizaban intensas negociaciones que permitieran un desenlace normal del proceso.

La noche anterior al Plebiscito, varios de los más altos dirigentes del Comando por el NO se reunieron con el general de Carabineros Rodolfo Stange. En el encuentro no se trataron materias post-plebiscitarias, tampoco hubo compromisos de ningún tipo; sólo se abordaron materias de orden y procedimientos para el acto eleccionario. Aún así, lo significativo fue el hecho mismo. Se trató de un contacto al más alto nivel que, según dirigentes de la oposición, abrió un canal de comunicación que podría mantenerse a partir de ahora.

La preocupación mayor de los dirigentes opositores durante los días previos al Plebiscito era, sin embargo, el peligro de que el Régimen impusiera un fraude a gran escala. Antecedentes había muchos. Desde la retención de cédulas de identidad en los días previos, hasta el apagón que se produjo la noche del 4.

Ya el día 30 de septiembre, desde Londres, se filtró la información de que en los altos mandos militares se discutía la posibilidad de suspender el referéndum. El Financial Times indicó que la Dictadura chilena percibía su derrota.

Sin embargo, el cerco al Régimen fue lanzado desde Washington, cuando el Departamento de Estado norteamericano citó al embajador Felipe Errázuriz y le manifestó sus aprensiones sobre la posibilidad de que la Dictadura se decidiera “a patear el tablero”. Los norteamericano pidieron garantías para que el proceso se llevara a cabo sin irregularidades, se respetara el resultado de las urnas y no se manipularan las cifras. El Régimen, a través de una nota oficial, ofreció las garantías a lo solicitado.

GUERRILLA DE INFORMACION

Ya el día 5, la preocupación entre los opositores de que el Régimen pretendía manipular los escrutinios creció cuando el subsecretario Cardemil anunció -a las 10:30- que sólo se habían constituido un 35 por ciento de las mesas en todo el país. A esa hora el Comando por el NO tenía otra información: más del 60 por ciento de las mesas receptoras estaban funcionando. Cerca del mediodía, Cardemil indicó que el porcentaje había aumentado al 75 por ciento, mientras que la oposición disponía de datos de que las mesas constituidas alcanzaban al 98 por ciento. De hecho, a las 13:30 horas la totalidad de las mesas receptoras de sufragios, a lo largo de todo el país, estaban funcionando; pero, el ministerio del Interior lo reconoció pasadas las 16 horas de esa tarde.

Esta discrepancia en la información abrió espacio para que los dirigentes del Comando del NO evaluaran que la Dictadura pretendería atrasar los escrutinios y manipular las cifras. Desde las 16 horas los miembros del Comité Ejecutivo de la campaña por el NO se instalaron en la casa rosada de Victorino Lastarria a evaluar cada dato que les llegaba del Centro Computacional que funcionó en el tercer piso del mismo edificio. La situación era tensa y aunque los datos que manejaban no daban margen a dudas sobre cómo se desarrollaba el Plebiscito, las preocupaciones centrales se daban en torno a “las movidas” que realizaba la Dictadura. El Comité Ejecutivo se alimentaba además de la información que le entregaba un centro de Control y Escucha, instalado a pocos metros de allí, en el cual se centralizaban todos los datos que desde provincias y la Región Metropolitana transmitía una compleja red de observadores.

A esa hora los canales de televisión transmitían únicamente la versión oficial. Las entrevistas y opiniones eran sólo para personeros del Régimen. A tal punto llegó la situación que Patricio Aylwin, vocero de los 16 partidos por el NO, se comunicó telefónicamente con Eleodoro Rodríguez (director del Canal 13) para decirle que de continuar entregando información parcializada, los partidos opositores, a través de las radios, llamarían a “descolgarse” de las transmisiones de televisión.

Una situación similar se vivió a eso de las 23 horas. Nuevamente Aylwin llamó al canal católico para advertir que la oposición tenía información distinta a la que Canal 13 entregaba. “Ustedes serán responsables, cuando se sepa que el NO ganó, del clima que se pueda producir”, le indicó el dirigente opositor al máximo ejecutivo de Canal 13.

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