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Opinión

5 de Octubre de 2013

Jovino Novoa: “En Chile no ha habido personas encarceladas por sus ideas”

Por Raquel Correa Hace años que dejó de estar en el gobierno, pero –la verdad, verdad-, Jovino Novoa nunca ha dejado de estar con el gobierno. Podría decirse que es partidario de él desde antes de 1973… Ya no tiene la cara bisoña de sus tiempos de Subsecretario General de Gobierno. Hoy (con 43 años […]

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Por Raquel Correa

Hace años que dejó de estar en el gobierno, pero –la verdad, verdad-, Jovino Novoa nunca ha dejado de estar con el gobierno. Podría decirse que es partidario de él desde antes de 1973…

Ya no tiene la cara bisoña de sus tiempos de Subsecretario General de Gobierno. Hoy (con 43 años y una parvada de ¡ocho hijos!) lleva barba, una barba castaña muy clara que, por supuesto no le da aires revolucionarios. Vicepresidente de la UDI, su interés por la comunicación social lo llevó a dejar la abogacía un tiempo para incursionar en el periodismo. Ahora hizo los códigos otra vez a un lado –pero solo por unos días- para meterse en el apasionante y complejo mundo de la publicidad política por televisión. Se incorporó al grupo de gobierno cuando ya había partido la “franja política” y llovían las críticas de partidarios de Pinochet que se sentían “golpeados” con los aciertos publicitarios del “No”.

Y los cambios se notaron inmediato. Más allá de lo formal (conductor central, periodista en pantalla, la grata presencia de Bombal), cambió el ritmo y hasta el estilo. Se hizo más agresivo (demasiado, a gusto de algunos), más emocional y muchísimo más polémico.

Novoa no quiere llevarse los “méritos” y habla en plural.

-Nuestra idea –explica- fue incorporar elementos nuevos. La estrategia definida hasta entonces era mostrar exclusivamente los logros del gobierno.

-¿Y ustedes le agregaron el ingrediente del terror?
-No, pero para poder transmitir cualquier mensaje tiene que haber un medio ambiente adecuado. Al Sí se le está atacando ciertos puntos. Por ejemplo, el problema de los derechos humanos. Y esa situación no solo se presenta desde una perspectiva parcial sino también con un fuerte contenido emocional y político. Lo que hacía muy difícil transmitir nuestro mensaje positivo.

-Entonces ustedes acentuaron el drama, la violencia, lo truculento… en lugar de las exportaciones y carreteras…
-En una campaña política no solo hay que mostrar lo positivo, también defenderse de los ataques. Lo que nosotros hemos hecho es mostrar las dos caras de la medalla. Pero no renunciaremos nunca a mostrar lo positivo. Esa es la verdadera cara del “Sí”.

Las violencias

-La opción “No” –agrega- tiene como mil caras distintas y dentro de esas hay algunas que tienen más peso que otras: son las que llamaron a protestas pacificas las que terminaron con serios problemas de violación de derechos humanos. Yo creo que es legítimo advertir al país que la opción “No” presenta ese riesgo.

-¿Quiere decir que votar “No” es elegir la violencia?
-Encierra un riesgo grande de violencia. No quiero decir que sea una opción exclusivamente de violencia. Pero a mi modo de ver, tiene altas probabilidades de convertirse en una opción violenta.

-¿Usted entiende por violencia solo el desorden callejero? ¿No considera violencia el exilio, los detenidos desaparecidos, los encarcelados…?
-La cárcel ha existido siempre…

-Me refiero a los presos políticos…
-Rechazo el concepto de presos políticos cuando se trata de encubrir bajo ese manto a personas que infringen leyes que han existido durante toda la historia de Chile.

-¿Sostiene que en Chile no ha habido ni hay presos políticos?
-En Chile no ha habido personas encarceladas por sus ideas. Pero hay personas que manifiestan sus ideas mediante actos que nuestro sistema legal siempre ha considerado inaceptables dentro del juego democrático. Hasta se pretende, a veces, transformar terroristas como presos políticos. Hace unos meses se hicieron llamados a la conciencia jurídica internacional señalando que los asesinos del general Carol Urzúa estaban presos por sus ideas.

-Clodomiro Almeyda ¿No es un preso político?
-Almeyda tiene dos procesos: uno por el articulo octavo, que lo excluye de la vida política, pero no está por eso en la cárcel. Está porque tenía prohibición de entrar al país y existe una disposición legal –que ya no tendrá aplicación práctica- que sancionaba con pena de cárcel a los que ingresaran clandestinamente al país.

-Varios exiliados regresaron clandestinamente y no están presos…
-Efectivamente. Contra esas personas no se iniciaron acciones legales. Ahora bien, uno puede discutir si esa norma es buena o mala, pero existe. Almeyda sabía que existía y hubo un juez que tuvo que aplicarla. Y uno no puede decir que en Chile hay presos políticos porque una persona que es política infringió esa norma. Hay miles de chilenos que pueden tener las mismas ideas de Clodomiro Almeyda y no están presos.

-También le puse por ejemplo el exilio. ¿O no considera violento impedirle a una persona vivir en su patria?
-El exilio es un problema que, afortunadamente, quedó superado en Chile.

Ahora, si los señores llegan saludando al MIR –como Palestro- o festejando a la Unión Soviética –como Suárez- eso es un problema de ellos, no del gobierno. Hay algunos mas inteligentes que llegan y no abren la boca.

-¿Fue levantado para poner fin a una situación injusta o forma parte de la “campaña recordatoria” de la Unidad Popular?
-Creo que la única consideración política que puede haber habido para poner fin al exilio fue que el plebiscito se realice en la más plena normalidad. Ahora, si los señores llegan saludando al MIR –como Palestro- o festejando a la Unión Soviética –como Suárez- eso es un problema de ellos, no del gobierno. Hay algunos mas inteligentes que llegan y no abren la boca. Otros lo único que hacen es recordarle a la gente como son realmente. Habían diez mil exiliados, quedaban unos trescientos… ahora se terminó y no se ve a los mismos que atacaban al exilio destacando esta medida.

-¿Usted no estaba entre los contrarios al exilio? ¿No piensa que es una medida que jamás debiera aplicarse?
-No. Pienso que es una medida dolorosa, pero a veces se hace necesaria. Ojala se superen para siempre las causas que dan origen a este problema.

Como sistema

-Quiero insistir en el problema de la violencia. Hay quienes sostienen que este gobierno ha generado la violencia desde el momento mismo en que se tomó el poder “a sangre y fuego”…
-Hay una violencia como sistema que produce alteraciones muy profundas en la sociedad y que tiene una dinámica propia: nunca se sabe donde termina. Esa violencia no la ha generado el gobierno. La ha combatido. Lo que más llama la atención es que las victimas del terrorismo son absolutamente inocentes, no tienen ninguna relación con el asunto, como esa señora que una bomba dejó lisiada. Esta violencia me preocupa mucho y creo que es una violencia que algunos sectores políticos en algunos casos extremos la internalizan y usan como un método aceptado. El Partido Comunista en Chile hace un juego con el Frente Manuel Rodríguez e incorpora la violencia dentro de su acción política…

-De partida le pregunte por la violencia callejera…
-Esa violencia, usada como sistema, lleva necesariamente a una escalada que termina con el terrorismo.

-También se habla de un terrorismo de estado, de las torturas, los desaparecidos… ¿Qué contesta usted, que fue miembro de este gobierno?
-Las torturas, los desaparecidos… Son excesos, no son parte del sistema. Y son tan repudiables en este sistema como en cualquier otro.

-¿Cómo se explica?
-Cualquier atentado a los derechos humanos es siempre repudiable. En eso estamos todos de acuerdo. Pero también el problema de los derechos humanos debe ser analizado desde el punto de vista de sus causas y de las circunstancias históricas en que se producen. En eso no estamos todos de acuerdo. Y desde es punto de vista los derechos humanos tienen una historia y un futuro. Para analizar los problemas de derechos humanos que ha habido en Chile tenemos, necesariamente, que analizar la historia. Una historia que viene de mucho mas atrás que la Unidad Popular. Porque políticamente el poder se disputaba entre grupos excluyentes y en cada elección presidencial se ponía en juego todo el sistema. Eso llevó a que los grupos excluyentes se miraran entre si como enemigos, no como adversarios.

Recuerda que en la década del sesenta surgió la violencia terrorista y “ciertos fenómenos de violencia institucionalizada”. Y cita la reforma agraria.

-Los agricultores chilenos sintieron violencia cuando los expropiaron: muchos de ellos quisieron defenderse y lo hicieron. Ahí se produjeron incidentes muy serios. Hay toda una dinámica que lleva al país a una situación virtual de guerra civil… aunque hayan pasado quince años, uno no puede olvidar que en 1973 había una situación muy cercana a una guerra civil. En ese contexto se producen los problemas mas serios de derechos humanos: desde 1973 para adelante, cuando estábamos en un contexto de guerra.

-Analizándolo con esa perspectiva -reflexiona- yo veo que el problema de derechos humanos se ha ido y continuará superándose en Chile. Y aquí entra otro elemento: el sistema. Hay sistemas políticos que ayudan mas que otros a controlar los excesos. Y nosotros podemos constatar que en Chile ha habido una evolución –que culmina en pocos días más- desde un sistema que, a lo mejor, tenias pocos elementos para evitar excesos e, incluso, para reprimirlos, hacia otro que los tendrá.

El próximo periodo

-La institucionalidad ha tenido una evolución –continúa-. Era muy distinto gobernar con un bando militar a gobernar con el poder constituyente, a gobernar después con una constitución con artículos transitorios, a finalmente gobernar con la Constitución permanente. Y con un Congreso.

-Lo curioso es que en todas esas etapas tan distintas, está la misma persona conduciendo al país y el mismo Jovino Novoa como partidario…
-No es curioso. Churchill fue líder de una guerra y después fue líder en tiempos de paz.

-¿Compara a Pinochet con Churchill?
-Estoy poniendo un ejemplo. Yo creo que Pinochet ha demostrado una versatilidad real, no de esas cosas aparentes. Es muy distinto comandar tropas y hacer un pronunciamiento militar, a enfrentar el problema de una virtual guerra con Argentina solucionándola por la vía diplomática, de negociación. ¿Quién iba a pensar que la persona que movilizó las tropas para derrotar a un gobierno iba a retenerlas para evitar una guerra? Uno puede entender perfectamente a Pinochet preocupado del problema de la pobreza, porque los militares conocen al país y están acostumbrados a tratar con todos los niveles; es algo que está en su formación: pero además impulsó una nueva concepción económica, ha enfrentado dos recesiones internacionales graves y ha tenido la capacidad de organizar equipos, de hacer alteraciones en la política económica que eran necesarias para solucionar el problema. Y ahora se puede comprobar que, en quince años, ha habido una línea conductora en lo económico que no se ha alterado.

-A su juicio, sí gana Pinochet el plebiscito ¿el próximo periodo será muy distinto al actual?
-Ese es un aspecto que se ha convertido en un slogan bien logrado de la oposición: que no cambia nada. Yo creo que cambia todo, dentro de una línea evolutiva. No es un cambio brusco, no es un salto a lo desconocido, pero es un cambio importante. Y el cambio ya se aprecia. No es lo mismo el Pinochet de 1973 con el Pinochet de 1988, gobernando con partidos políticos organizados y sujeto a una Constitución que él no puede modificar.

Triunfo militar

-Chile ha avanzado bastante en un proceso de institucionalización política en los últimos dos años. Y ha habido –dentro de todo- un cierto consenso del país en cuanto a participar con el plebiscito. Y creo que eso no se hubiera logrado con los Palestro, Volodia y esa gente en acción. Ellos no estaban en condiciones de aceptar la culminación del gobierno militar. Y este plebiscito, independientemente del resultado, es una culminación exitosa del gobierno militar.

-¿Aunque perdiera el plebiscito?
-No se perderá. Pero el compromiso militar fue restablecer la institucionalidad quebrantada. Ahora, el plebiscito, independiente del resultado, restablece la institucionalidad. Y eso es un cumplimiento de un compromiso del régimen militar. Eso no están dispuestos a aceptarlo los que fueron derrotados en 1973. Desde el primer día su lema ha sido “va a caer, va a caer” Y resulta que Pinochet no cayó. ¡No cayó y eso esta claro! Como esta claro también que el “No” tiene un contenido contrario a lo hecho en estos quince años y no se trata, como dice la propaganda, de que “voten tranquilos, como quieran, que habrá elecciones en un año más y aquí no ha pasado nada”. No es así, eso es una falacia.

-Entonces ¿La Constitución estableció una trampa?
-No. La Constitución estableció un mecanismo que considera la posibilidad de que gane el “no”. Los que están haciendo una trampa son los que dicen que el “No” es nuestro, pero en realidad están por desconocer el triunfo del “Sí” y plantean –ante el hipotético triunfo del “No”- que el gobierno debe irse de inmediato y borrar la Constitución.

-No todos los sectores opositores están en esa postura…
-Desde luego que están en los más izquierdistas que monopolizan al “No”. Pero el resto también ha planteado la negociación. ¿Qué van a negociar las Fuerzas Armadas si ellas han dicho claramente que respetarán la Constitución que establece –de ganar la opción “No”- elecciones abiertas a un año después? Por eso afirmo que la oposición tiene un contenido de ruptura que ahora se pretende esconder.

-¿Por eso la “campaña del terror” en la franja política del “Sí”?
-Lo que nosotros tratamos en estos programas es demostrar porque el “sí” es una opción que le conviene a la gente. Y no se dejan de tocar los temas que realmente importan: el empleo, la vivienda, la producción, la seguridad. Junto con ello viene la advertencia de que en la opción “No” –que no ha mostrado todavía una cara- hay caras que son conocidas y que favorecen actos de violencia, que han llamado a protestas sabiendo que terminaban en muertes y destrucción. Eso no es campaña del terror- Lo que tratamos de demostrar es que detrás del “No” hay una definición política, de un espectro que va desde la Democracia Cristiana a la izquierda y que la izquierda más extrema termina siempre imponiéndose.

El país del Sí

-Hablemos del Sí. ¿Usted diría que hay un solo “sí”?
-Yo creo que hay mas de un “sí”. En esta opción tiene cabida mucha gente, incluso opositores del gobierno.

-¿Cómo así?
-La persona opositora del gobierno tiene que pensar que es mejor para el país en términos socio-económicos. Tienen que imaginar cómo será el país en que gane el “sí” y cómo será el país en que gane el “no” en términos de empleo, de confianza, de emprender nuevos proyectos, de realizar inversiones, de consolidar un proceso económico que vemos en ascenso. Y tendría que reflexionar, también, en términos políticos. ¿No parece más normal el paso de un régimen militar a un régimen democrático que la oferta del “no” que lleva un contenido de ruptura?

– ¿Cree que la opción es Pinochet o la UP?
-El problema de la Unidad Popular no hay que ir a buscarlo a quince años atrás. Hay que verlo en las tomas de los liceos, donde niños de 15 o 16 años con una cierta orientación política entraban, rompían, se tomaban el liceo y aparecían en las ventanas con los rostros cubiertos. Eso no es un cuento de hace quince años. Es una realidad de hoy.

-¿A pesar del Gobierno Militar, los estados de excepción, la batalla antimarxista?
-A pesar de todo. Y si no hubiera habido esta realidad, lo más probable es que el proceso haya durado mucho menos de quince años…

-Entonces ¿A su juicio la opción es entre Pinochet y …?
-Pinochet es una opción conocida que tiene un planteamiento claro y en cuyo gobierno el opositor tendrá parlamentarios que lo representen… La otra opción no se conoce aún; eso no es culpa nuestra.

-¿Qué es lo más difícil para el Sí?
-Primero, la apariencia de que esto es algo que sigue igual. Segundo, luchar contra una reacción muy emocional de algunos que dicen, probablemente sin trepidar las consecuencias, “ya está bueno, hasta cuando, porque no cambiamos”. El “Sí” tiene que hacer reflexionar a estas personas para que no se lancen en una aventura desconocida. Advertirles que les están pintando una cosa muy bonita y alegre. Es difícil tratar de decirle a la gente que no le haga caso a un impulso emocional, porque lo que estamos jugando con ocho años… o quizás más. Es el futuro del país.

…y el del “No”

-Ha llamado la atención que la campaña televisiva del “Sí” es más agresiva e incluso virulenta que la del “No”. ¿Cómo se explica eso?
-Yo no la calificaría de virulenta. Lo que más me impresiona en los testimonios del “Sí” es la falta de odio. En cambio, a los del “No” a veces les cuesta mucho pasar del testimonio o denuncia al “sin odio, sin rencor…” Lo que está haciéndose en la campaña del “Sí” es mostrar la otra cara o algunas de las caras del “no”. Demostrar que esa alegría que exhiben no es la verdadera imagen del “No”. Porque hay una cosa clara: esa canción tan linda del “No”, con las poleras, las zapatillas, la alegría… no la podrían haber hecho ¡nunca! En el país del “No”. El país del “No” es un país de retroceso económico, que no esta adecuado para el siglo 21, no es un país donde aparece gente tan bonita, con poleras, radios y tecnología moderna. Eso ¡jamás! Se va a dar en un país manejado por ellos: tendrían que ir a filmar su canción a Miami.

esa canción tan linda del “No”, con las poleras, las zapatillas, la alegría… no la podrían haber hecho ¡nunca! En el país del “No”. El país del “No” es un país de retroceso económico

-O sea ¿a la hora de decidir, las zapatillas pesan más que otros valores?
-Yo creo que la gente decide por su mundo más cercano. Eso no quiere decir que no haya que preocuparse de las cosas serias de las que hemos hablado ya. Los políticos debieran pensarlo así: gobernar a un país es una responsabilidad muy grande; es una relación personal entre un individuo que tiene un cargo determinado y doce millones de seres humanos. Y los problemas de los seres humanos no son filosóficos ni políticos, sino –en último término- de un metro cuadrado: el problema de su trabajo, de como se siente en su trabajo, que perspectivas ve, que siente cuando manda un niño al colegio, si hay un entorno de seguridad, de tranquilidad. Es un problema de zapatillas, a veces. Esa es la realidad… Es re fácil estar sentado en la casa, más o menos cómodo, y decir que no importan para nada las zapatillas, o una polera… ¡Claro, porque el que lo dice tiene esas cosas! Y yo no veo como el país del “no” va a crear el empleo necesario como para que toda la gente tenga sus cosas, bienestar y seguridad.

-“El país del Sí” ha tenido records de cesantía…
-Claro, ha tenido el record de la cesantía y también ha tenido el record de bajar la cesantía. Y en este momento tenemos niveles más bajos que países europeos. Y el record de cesantía fue producto de una crisis mundial. Y eso no es cuento.

Decisión política

-¿Cuál es su razón principal para votar por el “Sí”: es moral, política, económica…?
-Es política. La decisión que viene ahora es política. Las personas tienen que pensar que se esta decidiendo el futuro de un país. Y esa es una decisión netamente política.

-¿Política, pero con acento en lo económico?
-Es que la política tiene una relación muy directa con lo económico. La política químicamente pura no existe. La política es como organizar una sociedad para que la gente se entienda bien y viva bien. Y, si quiere, vuelvo a los derechos humanos: yo creo que políticamente el “Sí” da más garantías de respeto a los derechos humanos que el “no”.

Yo creo que políticamente el “Sí” da más garantías de respeto a los derechos humanos que el “no”.

La decisión del plebiscito no es un juicio a cosas que hayan pasado: es una decisión de como va a ser el futuro. Y en esa decisión de como será el futuro en materia de derechos humanos yo me quedo más tranquilo con el “Sí”.

-¿Hay algo en este tiempo que lo obligue a tragar saliva antes de decir “Sí”?
-No.

-¿No se siente incómodo con ninguna de las personas o sectores que están junto a usted por el “Sí”?
-No. Este es un momento de las decisiones. Y no de los reparos.

-En la franja del “Sí”, ¿No vetaría a nadie?
-La idea es hacer aparecer a la gente que sea un aporte positivo para la campaña. Nosotros tenemos que luchar contra imágenes y esas imágenes tenemos que cambiarlas por una reflexión, por una votación seria. Ahí tiene cabida toda la gente que pueda ayudar a ese fin.

-Según se concluye de los spots políticos, la gran oferta del “No” es democracia; la gran oferta del “Sí” es miedo a volver a la democracia con todo lo que ella implica.
-No es así. El “Sí” tiene una oferta muy clara de democracia. Cuando Pinochet habló por televisión el 31 de agosto señalo que en el próximo periodo tenían cabida todos los chilenos, fueran opositores o partidarios. Lo dijo sinceramente porque es así. Cuando funcione el sistema con un congreso ahí caben partidarios y opositores. Eso fue lo que más le molestó a la oposición. Y se dedicaron a tratar de destruir la imagen de Pinochet demócrata. Por algo será. Hay una oferta de democracia. Eso está claro. Y nosotros tenemos que señalar que no es contra la oferta del “No”.

Por darse un gusto

-¿Usted fue partidario –como Jaime Guzmán- de elecciones abiertas en caso de que Pinochet fuera candidato a la relección?
-Esa opinión la dio Jaime hace un par de años, cuando todavía se estaba haciendo ciencia ficción política. Y entonces uno podría haber pensado diez alternativas. Pero siempre pensamos que una de esas alternativas era esta que se dio y la UDI nunca se opuso a ella. ¡Jamás! Hasta nos peleamos con más de alguien por defender esta alternativa.

-Y después se juntaron…
-Claro. Ahora estamos todos juntos.

-¿Usted era partidario de la personalización del régimen?
-Yo no creo que este personalizado. Creo que la personalidad de Pinochet es fuerte, ése es un hecho, pero el suyo no es un régimen personalizado. El presidente tiene que interpretar a su institución, también a las otras instituciones. En el juego Ejecutivo-Poder Legislativo se producen discrepancias; los proyectos de ley se discuten y a veces salen muy distintos de como los presentó el Ejecutivo. Existe una legalidad y un Poder Judicial que respetar. Además, existe una opinión pública. Así que realmente no veo que este sea un régimen personalista. Cuando estuve en el gobierno sentía que debía reaccionar a la realidad económica y social y a la opinión pública y nunca me sentí reaccionando a los caprichos de una persona.

-En síntesis ¿Usted dice que el gobierno de Pinochet no es personalista?
-Exacto. Lo que pasa es que Pinochet tiene una personalidad muy fuerte; pero un gobierno personalista es un gobierno caprichoso. Y éste es lo menos caprichoso que hay.

-¿Cuál es su mayor preocupación hoy, a pocos días del plebiscito?
-Lo que yo no quiero que pase es que una persona, por darse un gusto, vote ahora que “No” y en un año más esté profundamente arrepentida; no sólo porque el país esté mal, sino porque ella esté mal.

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