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Opinión

25 de Octubre de 2013

Christina Rosenvinge y su relación con la música: “Vivo en un monasterio”

La cantante española-danesa que se presentará en noviembre en el Frontera Festival en el Club Hípico afirma que hoy, con 49 años y una carrera de más de 30, ha encontrado su sello: "un cuidado con las letras, los sonidos, mostrar una faceta más personal". También se refiera a la crisis de España y asegura que "va a surgir una generación más fuerte que la predecesora".

Ivonne Toro Agurto
Ivonne Toro Agurto
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“La razón por la que uno escribe canciones es siempre la misma: una necesidad imperativa de transmitir lo que inquieta adentro, una forma de ser, de cómo vivir la música. Una vez que existe esa especie de visión, uno transmite lo que está captando, y es esa emoción, esa sinceridad lo que permite que las personas se reflejen en lo que uno dice”, afirma Christina Rosenvinge (49) al resumir en qué etapa de su prolífera carrera se encuentra.

Han pasado más de treinta años desde su debut en el grupo “Ella y los neumáticos” y sigue, como siempre, escribiendo y musicalizando sus letras. Las de hoy son más elaboradas que las que que sonaron una y otra vez en las radios chilenas de los ’90 cuando formaba parte de Christina y Los subterráneos -“Voy en un coche” y “Mil pedazos”-, pero la inspiración, asegura la artista, es la misma: “lo que inquieta adentro y lo que permea el arte desde afuera”. En estos últimos meses, afirma, la dureza de la crisis española ha sido ese “afuera” que más le incomoda y le inspira.

A Santiago, ciudad que visita con periodicidad casi exacta cada 24 meses, llega para una presentación en el Frontera Festival en el Club Hípico en noviembre, aunque se queja de que es una visita muy corta. “Quiero hacer cosas más interesantes aún, hacer giras por ciudades y pueblos, volver a Chile también, más allá del Festival Fronteras, y hacer una gira por distintas ciudades. Hay algo adictivo en tomar la guitarra y tocar para públicos más íntimos, porque las canciones suenan como fueron creadas, aunque también está la adrenalina del público más grande. En ese sentido, me he esforzado en mantener la elasticidad”, relata. Su show en 2011 en Chile mezcló también esos dos polos -las letras para corear y otras más elaboradas- , aunque sus dos últimos discos se concentran más bien en un rock más refinado, menos masivo.

-¿Hay una faceta más íntima en La joven Dolores y Un caso sin resolver?
-Sí, aunque tampoco se trata de algo tan, tan íntimo. En los dos últimos discos hay también canciones de corte más rock-pop, pero es verdad que en los últimos años he estado muy consciente de imprimir cierto sello en los discos: un cuidado con las letras, los sonidos, mostrar una faceta más personal.
La razón por la que uno escribe canciones es siempre la misma: una necesidad imperativa de transmitir lo que inquieta adentro. Ahora, en una carrera tan larga como la que yo he tenido, efectivamente se viven distintas etapas, como la vida misma.

-¿Con qué tiene que ver esa evolución?
-Es una mezcla, ¿no? Hay una evolución relacionada con el tiempo mismo, con lo que se está viviendo, con la gente que en determinado momento va influyendo. Quienes te rodean son esenciales a la hora de crear y todo ello se hace notar en el sonido, la composición, los caminos que uno elige.

Una de las grandes influencias de la intérprete fue Steve Jordan quien produce el año 94 “Mi pequeño animal”, un disco más duro que marca el alejamiento de Christina de los círculos más comerciales. Ese mismo año se reúne con Lee Ranaldo (guitarrista de Sonic Youth), quien se transforma en un pilar de su etapa como solista y con quien, en 1999, da el salto a Nueva York para grabar en inglés. Además ha incursionado en el cine, en un filme con Penélope Cruz, pero aclara que su fidelidad absoluta es con la música.

-Ha sido algo anecdótico, conocidos, amigos, que han estado grabando alguna película, pero nunca he querido hacer una carrera en el cine, para nada. Mi carrera es como vivir en un monasterio. Vivo en un monasterio. Si te dedicas a la música y lo haces a fondo, dedicas a eso toda tu energía, todo tu tiempo, no es posible dividir la energía, al menos en mi caso, son profesiones demasiados absorbentes.

ESPAÑA TIENE UNA PENA
El entorno, recalca Rosenvinge, es crucial a la hora de componer. Hoy, con España sufriendo un 25% de desempleo, la intérprete afirma que la producción artística no ha cesado y que viene cargada también con ese dolor. “La crisis en España venía anunciada hace mucho tiempo y lo peor es que afecta a los más débiles de la sociedad, porque la solución ha sido hacer recortes en derechos ya conquistados como la Educación. Es una etapa dura, de gran decepción con la política, que tiene, como aspecto positivo, que están despertando muchos actores que estaban dormidos, que se están asociando de forma libre, sin depender de las estructuras clásicas. Va a surgir una generación más fuerte que la predecesora”.

-El tema del desempleo en los jóvenes ha implicado una gran migración de profesionales, ¿qué ves tu a diario en España?
Veo a que ha perdido sus empleos, hay mucha gente en paro, es una frustración y un dolor muy inmenso. El sistema que hay no funciona, se debe avanzar a un sistema más inclusivo. Detrás de esta crisis hay una mala praxis, el todo vale de la economía y los más golpeados son los más débiles.

-¿Afecta también a los artistas?
-Claro, y se refleja en que, al haber menos dinero en general, las condiciones son menos favorables. Si antes para una gira contratabas a nueve personas, pues bien, ahora contratas a tres y ya. Eso se nota, pero lo más preocupante es que hay familias enteras en paro y eso influye también en la música que se está editando, que también refleja esa rabia.

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