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Cultura

28 de Octubre de 2013

La princesa Implacable

Siempre elegante, de cuerpo menudo, casi frágil y ojos perfectamente transparentes, esta mujer joven y bella que en fotos y videos se ve menor, mucho menor de su edad actual (33), y que en entrevistas conserva una timidez muy distinta de su impronta arriba del escenario, tiene la fuerza de un huracán. Así suenan sus […]

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Siempre elegante, de cuerpo menudo, casi frágil y ojos perfectamente transparentes, esta mujer joven y bella que en fotos y videos se ve menor, mucho menor de su edad actual (33), y que en entrevistas conserva una timidez muy distinta de su impronta arriba del escenario, tiene la fuerza de un huracán. Así suenan sus canciones, así suena la intensidad susurrada y contenida de su voz, una voz que sin aviso explota y vuela por los aires; así también suena el virtuosismo con el que se pasea por su guitarra eléctrica como si hubiese nacido con ella en las manos.

Todos estos factores juntos dejan en claro que la inglesa Anna Calvi es una compositora, guitarrista y cantante poderosa, súper poderosa. Ya lo demostró con un primer disco (“Anna Calvi” / 2011”), ahora lo vuelve a hacer con el segundo (“One Breath” /2013). Son once canciones las que sostienen un disco que encuentra sus puntos más altos en buena parte de ellas. Es lo que pasa cuando escuchamos “Sing to me” (canción misteriosa, romántica y que termina por abrirse de manera conmovedora, probablemente el climax del disco), “One Breath” (corte de casi cinco minutos que queda – más o menos a la mitad- dividió por un arreglo de cuerdas que abandona por completo los primeros cantos de Calvi y se apodera del terreno como si se tratara de una canción dentro de otra), “Suddenly” y “Eliza” (ambas dueñas de acompañamientos vocales que dan pomposidad y amplitud al sonido), “Cry” (corte que explota magníficamente el contraste de volúmenes, tensiones y reposos; una lucha entre sonidos plácidos y la distorsión brutal del conjunto que nunca se sobregira) y “Carry Me Over”, canción que mezcla de manera novedosa y atractiva la guitarra, la voz, la batería y el bajo de un conjunto de rock, de un sonido de rock, con una marimba que no descansa y que dirige todo, o casi todo, a momentos rítmicos del minimalismo de Reich, acompañado esta vez por seductores acordes de la guitarra, y disonantes líneas de un ensamble de cuerdas (se trata de la canción más larga, casi seis minutos.

“One Breath” es un disco sólido, de esos que muy probablemente se escuche, aunque pasen los años, siempre novedoso; en este caso no tanto por un sonido particular como por la libertad con la que Calvi juega con las estructuras y formas, libertades que esta princesa implacable, se vuelve a permitir para sus inconfundibles canciones.

Anna Calvi
One Breath
2013
Domino Records

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