Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

2 de Noviembre de 2013

Mixquic, el “barrio mágico” mexicano donde los vivos conviven con difuntos

Los habitantes del “barrio mágico” de San Andrés Mixquic, ubicado al sur de la capital mexicana, recibieron hoy a los difuntos entre ofrendas, oraciones y el repique de campanas bajo la atenta mirada de miles de turistas que acuden cada año a mezclarse con ellos para convivir con las ánimas. A la entrada de Mixquic, […]

EFE / The Clinic Online
EFE / The Clinic Online
Por



Los habitantes del “barrio mágico” de San Andrés Mixquic, ubicado al sur de la capital mexicana, recibieron hoy a los difuntos entre ofrendas, oraciones y el repique de campanas bajo la atenta mirada de miles de turistas que acuden cada año a mezclarse con ellos para convivir con las ánimas.

A la entrada de Mixquic, una “catrina” (personaje popular que evoca la muerte) de grandes dimensiones da la bienvenida a todo aquel dispuesto a mantener viva la llama de una tradición que este año atrajo a 30.000 personas, dijeron a Efe fuentes de la Policía local.

El camino hacia el panteón, localizado en el atrio de la parroquia de San Andrés Apóstol, está dominado por una hilera de puestos de comida expresamente montados para el Día de Muertos que recuerda que la muerte, a juzgar por los visitantes que acuden a la llamada de las “micheladas” (cerveza con limón) y el “pan de muertos”, también es un negocio.

La tradición de muertos comienza cada año en Mixquic el 31 de octubre con la figura del campanero. Al mediodía se anuncia la llegada de las almas de los niños con el repique de doce campanadas en la parroquia de San Andrés Apóstol. Al día siguiente, se ofrece el desayuno a las ánimas de los niños.

Iliana Giselda Hernández se encuentra junto a su anciana madre y sus hijos alumbrando una tumba del cementerio, una tradición que mantiene “viva” desde la época de sus bisabuelos.

“Hace ocho días tuve un sueño en el que me revelaron que yo tenía que venir con este niño de 6 años que se llama Pablo Pérez a entregarle luz”, dijo Hernández a Efe junto a la tumba del pequeño, con el que no tiene parentesco.

La mujer, procedente del vecino Estado de México, se encarga de “alumbrar” el camino del niño y de ponerle dulces a él y a una niña que descansa a escasos metros, tal y como soñó.

Tras colocar en la tumba una calavera de chocolate, célebres en esta época del año, Hernández pasó toda la noche en el cementerio junto a sus hijos y su madre velando al pequeño.

“Mi trabajo es hacer esto. Es lo que tengo que hacer”, añadió, y explicó que hay “numerosas” tumbas abandonadas en el cementerio que precisan de acompañamiento durante estas fechas.

A pesar del carácter solemne que impregna esta tradición, la celebración del Día de Muertos en México no escapa de las burlas, como se puede observar a escasos metros donde una mujer disfrazada de viuda negra protagoniza una sesión fotográfica entre las tumbas.

Junto al cementerio se encuentra la zona arqueológica de la Parroquia de San Andrés, donde destacan piezas como la figura de Miquiztli, diosa de la vida y de la muerte, y la escultura de un Chac-mool, el mensajero de los dioses.

La parte central de la zona arqueológica está dominada por un conjunto de huesos encontrados por las propias familias del pueblo, precisó la guía turística Nadia Pinada Martínez.

“Estos huesos proceden de los entierros prehispánicos y otros de la revolución mexicana”, explicó.

Los huesos que se encontraron en las casas datan de entierros prehispánicos porque en esa época no había panteones, añade.

En algunos casos, cuenta, se enterraba a los difuntos bajo las plantas del maíz porque “se dice que el hombre desciende de ahí”, de ese cereal.

En la época prehispánica, Mixquic era una isla rodeada por las aguas del Lago de Chalco y destacaba por el cultivo de hortalizas.

San Andrés Mixquic fue considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) por su importancia cultural e histórica y declarado “barrio mágico” por la capital mexicana en 2011.

A partir de esta tarde los habitantes pondrán rumbo hacia el panteón portando velas, flores e incienso.

Así recibirán un año más a los difuntos entre el calor de las velas y el intenso olor del incienso, cuya olor crea estos días una particular atmósfera de comunión entre vivos y muertos en muchos rincones de México.

En la oscuridad del ambiente las luces marcan el lugar de descanso de las almas mientras que del panteón emana una combinación de diferentes aromas compuesto por las esencias del sahumerio, para ahuyentar a los malos espíritus, la resina de copal y el incienso.

La llama de las velas alumbran las casas de los pueblos alrededor de Mixquic, una forma para mostrarles el camino a los difuntos en el día en el que abandonan el Mitla, su lugar de descanso, para reencontrarse con sus familiares una horas.

Notas relacionadas