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Mundo

14 de Noviembre de 2013

Arte degenerado: por qué Hitler odiaba el modernismo

La semana pasada se reveló el hallazgo de más de 1.000 obras de arte moderno en un apartamento de Múnich. Muchas de estas obras eran consideradas “degeneradas” por los nazis, que organizaron una exposición especial para ridiculizarlas. ¿Por qué Hitler odiaba tanto el arte abstracto? En julio de 1937, cuatro años después de su llegada […]

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La semana pasada se reveló el hallazgo de más de 1.000 obras de arte moderno en un apartamento de Múnich. Muchas de estas obras eran consideradas “degeneradas” por los nazis, que organizaron una exposición especial para ridiculizarlas. ¿Por qué Hitler odiaba tanto el arte abstracto?

En julio de 1937, cuatro años después de su llegada al poder, el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich.

La Gran Exposición de Arte Alemán fue diseñada para mostrar obras que contaban con la aprobación de Hitler: desnudos de rubias esculturales junto con soldados y paisajes idealizados.

La segunda exposición, en la misma calle, mostraba la otra cara del arte alemán: moderna, abstracta, no figurativa o, como los nazis la calificaban, “degenerada”.

La Exhibición de Arte Degenerado incluía obras de algunos de los grandes nombres internacionales, como Paul Klee, Wassily Kandinsky y Oskar Kokoschka, junto con famosos artistas alemanes de la época, entre ellos Max Beckmann, Emil Nolde y Georg Grosz.

El catálogo de esta exposición explicaba que el objetivo era “revelar las metas y las intenciones detrás de este movimiento filosófico, político, racial y moral, y las fuerzas motrices de la corrupción que les motivaban”.

Las obras se incluían “si eran abstractas o expresionistas, pero también, en algunos casos, si el trabajo era obra de un artista judío”, le cuenta a la BBC Jonathan Petropoulos, profesor de historia europea en el Claremont McKenna College, en California, y autor de varios libros sobre arte y política en el Tercer Reich.

Petropoulos señala que la exposición se presentó con la intención deliberada de provocar una reacción negativa. “Colgaron los cuadros torcidos, había grafiti en las paredes que insultaba a las obras y a los artistas e hicieron que este arte pareciera extraño y ridículo”.

El artista británico Robert Medley fue a ver la exhibición.

“Era enorme, llena de gente y todos los cuadros colgaban como una especie de sala de subastas de provincia, donde todo había sido simplemente pegado a la pared para crear el efecto de que se trataba de cosas sin valor”, recuerda, en conversación con la BBC.

Hitler había sido un artista antes de convertirse en político, pero las pinturas realistas de edificios y paisajes que él prefería habían sido desestimadas por la cúpula artística que se decantaba por los estilos abstractos y modernos.

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