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Mundo

23 de Noviembre de 2013

Imprescindible para los lolitos: Las diez cosas que de verdad preocupan a las mujeres

Vía El Confidencial Las mujeres se ocupan y se preocupan y, llegadas a la mediana edad, son muchas las inquietudes que pueblan su cabeza. Y, además, de todo tipo, más o menos privadas, frívolas y contundentes. Por un lado, la sociedad exige mucho más a las mujeres en lo que al cuerpo compete, de manera […]

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Vía El Confidencial

Las mujeres se ocupan y se preocupan y, llegadas a la mediana edad, son muchas las inquietudes que pueblan su cabeza. Y, además, de todo tipo, más o menos privadas, frívolas y contundentes.

Por un lado, la sociedad exige mucho más a las mujeres en lo que al cuerpo compete, de manera que según pasan los años éstas comienzan a preocuparse por cada arruga, surco, mancha o muesca de celulitis que se instale sobre la piel. Pero, por supuesto, esta mujer no puede dedicar gran parte de su tiempo a estas cuestiones, ya que trabaja. Según la revista The Times la ocupación profesional no es algo que se sitúe entre los principales quebraderos de cabeza de las mujeres, aunque el tiempo que ésta les roba les impide dedicar esfuerzos a ir tachando de su lista mental todas esas cosas que les inquietan.

Por otro lado, la mediana edad es una época complicada para hombres y mujeres: los padres mueren, los hijos crecen y a uno le salen canas. La mujer ve, además, su cuerpo revolucionado por las hormonas y, en muchos casos, sobrepasada por su existencia.

Según afirma la periodista Shane Watson, demasiadas son las cosas que preocupan a la mujer moderna que ronda los cincuenta años. Todas ellas relacionadas con el cuerpo, la estética, la casa…, las ocupaciones más terrenales que tradicionalmente se han venido ligando a la esencia de la mujer. Aquí van las principales inquietudes:

1. ¿Debería dejar de beber?

Los medios nos bombardean con ello: el alcohol es malo para la salud, para el hígado, para la piel. Una copita de vino al día no hace daño pero, ¿y esos gintonics? ¿y los martinis del domingo por la mañana? Además, las resacas ya no las llevas con tanto ánimo y dignidad como antes. Por todos esos motivos la bebida es, al parecer, uno de los problemas que más inquietan a las mujeres.

2. ¿Dormiré algún día lo suficiente?

Son demasiadas cosas: el trabajo, la casa, la comida, el marido, el cuerpo de una, la cara de una, la ropa de una –nótese que todo ello se equipara– y la mujer actual no tiene tiempo para dormir bien, para dormir las horas suficientes.

3. ¿Por qué Belén Rueda –póngase por caso– que tiene 48 años está así de estupenda y yo no?

Bueno, nadie sabrá nunca la respuesta a esa pregunta. Tal vez Belén Rueda se haya hecho de todo. Tal vez tenga tiempo para ir al gimnasio durante mil horas. Tal vez tenga unos genes portentosos. Más vale no preguntarse cosas tales.

4. ¿Debería dejar de llevar ropa interior?

Esta pregunta puede resultar sorprendente si no se tiene en cuenta la fama del sidebutt, el arte de ir sin ropa interior y con una franja transparente en el vestido que lo evidencie. De ahí que la mujer de hoy en día que quiera emular a Kate Winslet o a Jennifer López deba cuestionarse hasta la ropa interior.

5. ¿Qué crema de belleza debería comprarme?

Hay mil millones de cremas de belleza, de mil millones de precios, en mil millones de botes distintos, anunciados por mil millones de famosas diferentes. Y cada amiga recomienda una, y la mujer actual no sabe cuál comprar. Incertidumbre que nace, claro, de un factor que todas tienen en común: sus efectos apenas se perciben.

6. ¿Estaré premenopáusica?

Sudores, escalofríos, retención de líquidos o leve aumento de peso son muchos de los síntomas normales que achacan a la mujer llegada una cierta edad. No obstante, hay que verlo por el lado bueno: en cuanto pase la época de transición, la cesión de la menstruación restará una de las preocupaciones femeninas.

8. ¿Quién va a cuidar de mí cuando sea vieja?

Se vislumbra la vejez antes de tiempo y acechan inquietudes que, si bien son comprensibles, no ayudan a nada. Mucho pensamos en la vejez y poco en la muerte, frente a la que sabemos que no tenemos nada que pensar. Como decía Jardiel Poncela, “se piensa en la muerte como en una exposición de escultura: suponiendo que va a ir a ella todo el mundo menos uno mismo”.

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