Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

29 de Noviembre de 2013

Sucede que me canso de ser un rock star

Búscate una moza robusta y déjate de tonterías

Germán Carrasco
Germán Carrasco
Por


Estravagario es el libro más divertido de Neruda y por eso es el menos leído: a la gente filistea, que abunda en la prensa, el flaiterío ejecutivo y el mundo político, le conviene tener una idea de la poesía como una cosa quejosa, de esquizofrénicos, alcohólicos y desadaptados. Pero la poesía es simplemente otro texto, otro relato dentro de todas las ficciones, incluyendo el periodismo o los textos delirantes de las campañas políticas. Y así se debe leer poesía, como quien ve una película o escucha un disco, sin ponerle color, como esas manzanas o membrillos de niños que comíamos ociosamente, dejándola por ahí encima, dando una mascada, varias, saltándose páginas. Este libro es ideal para eso. Y como este es el libro menos grave de Neruda, tampoco le gusta mucho a los “compañeros”, la mayoría de ellos sin sentido del humor. Tampoco les gustará a los adoradores de los años 80 y a quienes les habría gustado ser parte de una épica o haber estado presos. No les gusta además porque este libro es una manera de mandar todo a la mierda risueñamente, lo que podría ser interpretado como escapismo. En este exquisito libro de Neruda, él renuncia cualquier tipo de densidad: es un libro leve, en el mejor sentido de la palabra.

En el Vigésimo Congreso del PC en la URSS en 1956, Jruchov reconoce los crímenes estalinistas, lo que provoca todo tipo de divisiones y exigencias férreas entre los comunistas, sobre todo a las cabezas visibles, como la de Neruda; eso sucede sin parar hasta el año 1958, cuando se publica el libro. Señala Neruda en sus memorias: “La íntima tragedia para nosotros los comunistas fue darnos cuenta de que, en diversos aspectos del problema Stalin, el enemigo tenía razón. A esta revelación que sacudió el alma, subsiguió un doloroso estado de conciencia. Algunos se sintieron engañados: aceptaron violentamente la razón del enemigo; se pasaron a sus filas. Otros pensamos que los espantosos hechos, revelados implacablemente en el XX Congreso, servían para demostrar la entereza de un partido comunista que sobrevivía mostrando al mundo la verdad histórica y aceptando su propia responsabilidad”.

El divorcio con Delia del Carril y la nueva relación de Neruda con Matilde, es también motivo del rechazo de varios amigos y creadores. Neruda está chato.

Y responde. Por eso el libro es una renuncia, un mandar todo al carajo. La sintaxis parece la de un niño: Ahora me dejen tranquilo,/ Ahora se acostumbren sin mí. Una renuncia y un spleen, pero no con el peso existencial de Residencia en la Tierra (1935), sino con finta, con amago, con amortiguación total a cualquier tipo de impacto (a propósito, señala que también lo hueviaron un montón por haber comprado un automóvil). Está harto de ser un rock star, de que le pidan cosas, de definir cosas, de que lo joroben por su relación con Matilde, de los sinsabores de la vida política y literaria. Pero zafa con alegría, y hasta a su archienemigo literario y político (el gran Pablo de Rokha) declara socarronamente extrañar: “A ver si lo ven y lo encuentran/ bebiendo bencina y vinagre/y que resucite su furia/ sin la cual sufro, palidezco/y no puedo comer perdices.
Estravagario relaja la vena, y por tanto es un recreo. Renuncia a su condición de vate que canta por la boca de todo un pueblo o una clase; renuncia a la épica que le imponía su condición de rockstar del PC. Algunos aprovechadores mediáticos de brocha gorda vieron en el libro una renuncia al PC diciendo que el libro son Extravagancias (con x). Pero Estravagario es por ESTRO, del lat. oestrus, tábano, aguijón). Significa inspiración, capacidad creadora ardiente. Que pica, prurito. O cosquilla, más bien. Uno de los poemas más hermosos del libro lo explica en su mismo título: NO TAN ALTO. Casi nunca se refiere a sus libros en sus memorias, sí a este: “De todos mis libros, Estravagario no es el que canta más, sino el que salta mejor. Sus versos saltarines pasan por alto la distinción, el respeto, la protección mutua, los establecimientos y las obligaciones, para auspiciar el reverente desacato. Por su irreverencia es mi libro más íntimo”.

ESTRO es también el periodo de receptividad sexual en las hembras: los enterradores/ me contestaron, entre copas:/ “Búscate una moza robusta,/y déjate de tonterías (…)Cantaban levantando el vino/ por la salud y la muerte./Eran grandes fornicadores”. El poeta mexicano David Huerta ve también en el título la pronunciación infantil de extravagancias, cosa que es rebatida por otros autores. Yo me quedaría con la connotación de aguijoneo y de a la que quiere volver Neruda, quien comienza el libro con las escaleritas de La Bamba y continúa con una de las medidas más difíciles y más livianas de sangre de la poesía: el verso de nueve sílabas. En todas las antologías vemos los poemas Dónde estará la Guillermina, No tan alto, Pido silencio (el que está en los pilares de bronce fuera de la Fundación Neruda) y el archi-antologado y citado ¿Cuánto vive?; así como un porcentaje importante de los poemas del libro sin certezas, sin peso. Se acaban entonces las certezas, la representación de otros, las verdades: Sin duda todo está muy bien/y todo está muy mal, sin duda. Y con las certezas se acaba el contenidismo, la dependencia extrema de la poesía con la historia, la geografía, ya que ha viajado pero declara no sentirse de ninguna parte. Y al acabarse el contenido empieza la poesía, la palabra libre de obligaciones. Hasta al nombre propio rechaza ( Nadie puede llamarse Pedro,/ ninguna es Rosa ni María (…) conozco la piel de la tierra/ y sé que no tiene apellido. Y declara finalmente uno de los tópicos recurrentes de su poesía: el nacimiento constante. Dejen tranquilos a los que nacen! /Dejen sitio para que vivan!/ No les tengan todo pensado,/ no les lean el mismo libro.

Notas relacionadas