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Cultura

14 de Diciembre de 2013

Los Jaivas, 50 años mezclando la música andina y el rock progresivo

Los Jaivas, el longevo grupo de música chileno conocido por crear un estilo propio que mezcla la música andina con el rock progresivo estadounidense, celebra en 2013 50 años de trayectoria musical, durante la cual han guiado a sus seguidores a lo largo de un imaginario viaje de miles de kilómetros. Los creadores de el […]

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Los Jaivas, el longevo grupo de música chileno conocido por crear un estilo propio que mezcla la música andina con el rock progresivo estadounidense, celebra en 2013 50 años de trayectoria musical, durante la cual han guiado a sus seguidores a lo largo de un imaginario viaje de miles de kilómetros.

Los creadores de el rock progresivo con tintes folclóricos fueron emblema del movimiento hippie en el Cono Sur, y tras el golpe de Estado de 1973 se convirtieron en un símbolo de la lucha contra Augusto Pinochet.

Muchos viajan a Chile en avión, otros prefieren hacerlo a través de las letras de Roberto Bolaño o la métrica de Pablo Neruda, pero los amantes de la música tienen la suerte de poder recorrer el sur del continente americano con el oído, al ritmo de los charangos de Los Jaivas.

“A través de las imágenes musicales se pueden entregar imágenes de los paisajes de nuestra tierra” dijo el bajista de Los Jaivas, Mario Mutis, en entrevista con Efe.

Su set de cartografías iba a completarse con un “Viaje Sinfónico” el 12 de diciembre, pero se ha pospuesto hasta marzo.

Conocedores de la tradición chilena y afluentes del manantial Woodstock, los adolescentes de Viña del Mar supieron combinar el rock de Norteamérica con la música andina y sus larguísimas improvisaciones han pasado a la historia.

“Nos formamos como personas y músicos a la vez, teníamos una empatía y una telepatía tremendamente fuerte: no necesitábamos hablar ni mirarnos en el escenario, bastaba con que yo escuchara la batería de Gabriel (Parra) y sabía cuánto iba a ser un corte”.

Hippies, innovadores y con un “pito” (porro) en la comisura de los labios, destacaron por mezclar la tradición chilena con estilos importados como el rock o el jazz.

Así, aunque en su debut en Viña del Mar de agosto de 1963 su nombre sonaba “más gringo”, los hermanos Parra (Claudio, Gabriel y Eduardo), Mario Mutis y Eduardo Alquinta, más conocido como “El Gato”, lo hispanizaron: de los “High & Bass ” nacieron “Los Jaivas” (que suena igual que jaiba, un crustáceo chileno).

Sería precisamente esa capacidad de reinterpretar la tradición chilena junto a estilos importados lo que les valió el sobrenombre de “Los Pink Floyd latinoamericanos”, apodo que consolidó su compromiso político contra la dictadura de Pinochet.

Los abucheos de su primer concierto en agosto de 1963 no pudieron frenar a Los Jaivas, que abandonaron su propuesta musical a base de cha cha cha, bossa nova y bolero para apostar por la vanguardia que llegaba desde Estados Unidos.

“Queríamos crear un lenguaje único; universal pero al mismo tiempo único”, relata Mutis.

El giro de modernidad fue el verdadero nacimiento del mito. Influidos por la reforma universitaria, Los Jaivas empezaron a hacer ruido en el alargado país cuando llegaron los maravillosos años 70.

El momento en el que se alzaron como grandes iconos del movimiento estudiantil llegó cuando aparecieron en el festival de Piedra Roja, un mítico recital hippie chileno.

Y por eso no sorprende que si al otro lado del hemisferio los Grateful Dead hacían experimentos creativos con ácido, el ya fallecido “Gato” Alquinta venerara la marihuana.

Políticamente comprometidos, aunque sin casarse con ningún partido, los músicos luchaban con sus letras y ritmos contra las represiones de los jóvenes.

La relación de Los Jaivas con la izquierda bien podría titularse “historia de un malentendido”, porque aunque Chile pedía líderes que gritaran en las calles, ellos prefirieron vivir en un arcoirirs setentero.

Los Jaivas practicaban un estilo de vida que si bien era “revolucionario”, también era apolítico: vivían en comunidad, practicaban el “amor libre” y se europeizaron tras marchar a Argentina y Francia después del golpe de estado de agosto del 73.

“Cuando llegó el golpe nosotros queríamos vivir en cada país latinoamericano, para conocer su cultura y su música”, recuerda Mutis. Pero como la región vivía una sucesión de golpes de Estado, optaron por marcharse a Europa

Su retiro en un pequeño castillo parisino del siglo XVII dio a luz grandes discos como “Violeta Parra”, “Alturas de Machu Picchu” y “Aconcagua”.

El “exilio cultural” fue la consecuencia de que la dictadura era un contexto inapropiado para el nudismo y los instrumentos andinos.

“Estuvimos haciendo muchos años difusión cultural por toda Europa, eso fue el lado positivo de la parte negra”, reflexionó el bajista de los Jaivas.

A lo largo de estos 50 años ha habido varios cambios en las filas de los Jaivas, pero sobre el escenario los viejos y nuevos Jaivas siguen añorando al “Gato” Alquinta y a Gabriel Parra, ya también fallecido.

“En cada concierto les echamos de menos porque son ellos parte de nuestro organismo”, aseguró.

Las bodas de oro se vienen celebrando con un sinfín de fiestas y actos conmemorativos que homenajean ese lenguaje único que creo la banda de Viña del Mar.

El público es la aorta del corazón de los Jaivas, el que bombea la sangre que hace que nunca mueran.

“Hemos pasado cosas tremendas y terribles y hemos estado a punto de desaparecer pero el apoyo de la gente nos hizo pensar que debíamos solucionar nuestros problemas. Teníamos la obligación de seguir tocando”, finalizó Mutis.

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