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Opinión

10 de Enero de 2014

Los cinco retos de Obama para salvar su presidencia

El presidente estadounidense Barack Obama tiene el gran desafío en 2014 de recuperarse del que algunos consideran fue el peor año de su gobierno. Aunque el mandatario rechaza esa crítica, su agenda política desde Año Nuevo ha estado marcada por su reacción a los problemas que han amenazado con afectar su legado y han dejado […]

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El presidente estadounidense Barack Obama tiene el gran desafío en 2014 de recuperarse del que algunos consideran fue el peor año de su gobierno.

Aunque el mandatario rechaza esa crítica, su agenda política desde Año Nuevo ha estado marcada por su reacción a los problemas que han amenazado con afectar su legado y han dejado su popularidad rondando los niveles más bajos.

Entre esos temas están la implementación de su ley del sistema de salud conocida como Obamacare, la estancada reforma migratoria y la revisión de las actividades de espionaje, que generaron revuelo internacional tras las revelaciones del excontratista Edward Snowden.

Pero más que esas polémicas, la intención del presidente es que el énfasis del nuevo año esté en el desempeño económico, que él calificó en diciembre como el “desafío definitivo de nuestro tiempo” y el motor esencial de su trabajo en la Casa Blanca.

El presidente también tendrá retos a nivel geopolítico: desde su rol en los conflictos en Siria y en Medio Oriente, hasta las relaciones con Irán, pasando por las crecientes tensiones entre China y Japón o en algunos países africanos, además el temor de un resurgimiento de al Qaeda en Irak.

Todo esto se desarrollará en Washington con un tema de fondo: las elecciones parlamentarias de mitad de periodo, previstas para noviembre y en las que el partido de Obama, el Demócrata, se juega entre otros aspectos el control que mantiene en el Senado.

Economía

A finales del año pasado, mientras en Washington se hablaba casi únicamente de los problemas de Obamacare, el presidente dejó en claro con una serie de discursos que quiere pasar la página y enfocarse en la economía del país. Ese será, seguramente, uno de los temas centrales de 2014.

El interés de Obama por poner el desempeño económico en la agenda del nuevo año se debe en gran medida a que, a diferencia de otros asuntos, el mandatario -quien asumió el poder en plena crisis financiera- puede alardear de algunos resultados positivos concretos.

Así lo hizo en su última rueda de prensa de 2013. Desde la Casa Blanca resaltó la reducción del desempleo a su punto más bajo en cinco años y el crecimiento económico más fuerte en casi dos. También habló de la firmeza de la situación fiscal y dijo que cree “firmemente” que 2014 será un año de avances significativos.

Esto llegó, por supuesto, en épocas en que hay un moderado optimismo en Washington luego de que el Congreso lograra llegar a un acuerdo sobre el presupuesto del gobierno federal. En 2014, los congresistas deberán negociar para incrementar el techo de la deuda.

Los críticos de Obama consideran que las cifras son insuficientes y que en algunos casos, como en las metas de inflación, se evidencia una debilidad en la actividad económica.

La palabra clave en la agenda económica de Obama en 2014 será “desigualdad”. En diciembre dijo que ese problema afecta la esencia misma de los estadounidenses y se espera que en los primeros meses del año revele propuestas específicas para abordar el tema, como aumentar el salario mínimo o extender los beneficios para los desempleados.

A largo plazo, el gobierno de Obama tiene sus ojos puestos en la autosuficiencia energética, en especial proporcionada por el gas de esquisto. Un informe gubernamental reveló en noviembre que por primera vez desde los años 90, el país produjo más crudo del que importó, un hecho que, de convertirse en tendencia, puede cambiar el panorama energético internacional.

Obamacare y la credibilidad

La capacidad de liderazgo del presidente Obama se vio cuestionada en 2013 cuando sus asesores explicaron que él no conocía los detalles preliminares del espionaje a líderes mundiales o de los problemas en la implementación de la reforma a la salud.

Esto ayudó al progresivo deterioro de su imagen pública. Por ejemplo, la empresa Gallup reveló que el presidente comenzó 2013 con el 52% de aprobación, poco después de su reelección, y lo terminó con el 41%.

De ahí que uno de los principales retos de Obama en el nuevo año sea demostrar con acciones concretas que tiene el control y el conocimiento de los problemas que han afectado su gobierno. En otras palabras, como le dijo a BBC Mundo el analista Steven Aftergood en el momento más álgido de la crisis gubernamental el año pasado, “la prueba del liderazgo es tomar una situación desafiante y convertirla en algo positivo”.

Así, en particular, el presidente se ha enfocado en dejar atrás los problemas en la implementación de Obamacare para resaltar la cifra de personas que se han registrado para un seguro de salud y los beneficios que eso genera.

Especialmente en éste, su programa bandera, Obama se juega una carta de credibilidad fundamental, pues la implementación de la ley en 2014 afectará sus índices de favorabilidad en un año de elecciones parlamentarias y será un elemento clave de su legado presidencial.

La importancia de mejorar sus índices de credibilidad radica en que es un tema global, que toca los demás desafíos que tendrá en su sexto año en el poder.

Además, está íntimamente ligado a sus relaciones con el Congreso, que en 2013 tuvo su año menos productivo desde que se tienen registros y se vio afectado por la parálisis y las disputas partidistas, si bien terminó el año con un acuerdo para evitar un nuevo cierre del gobierno.

Espionaje

Uno de los primeros anuncios grandes de Obama en 2014 puede ser sobre las reformas que hará sobre las labores de espionaje del país, que afectaron su imagen internacional el año pasado y generaron una polémica considerable tanto en Estados Unidos como en otros países.

El gobierno ya cuenta con un documento de 308 páginas y 46 recomendaciones específicas sobre las labores de inteligencia, que fue elaborado por un panel de expertos, y está en proceso la revisión general interna de la administración.

El presidente utilizará esos documentos para revelar cómo reformará su recolección de inteligencia de tal manera que se pueda establecer un balance entre las prioridades de la seguridad nacional y la protección a la privacidad. Algunas de esas reformas pueden requerir aprobación del Congreso.

Entre los asuntos que estudiará el ejecutivo está la recolección en masa de datos telefónicos individuales, así como los límites a la vigilancia de líderes extranjeros y otros ciudadanos no estadounidenses.

Esta revisión coincide con los debates en Estados Unidos por la legalidad de las labores de vigilancia -dos jueces fallaron recientemente sobre el tema, uno a favor y otro en contra- y por la posibilidad de perdonar a Edward Snowden, el excontratista que filtró los documentos sobre el tema.

Aunque el presidente no ha determinado cuándo revelará sus decisiones sobre las reformas, su portavoz, Jay Carney, dijo que es probable que sea antes del discurso del Estado de la Unión, que está pautado para el 28 de enero.

La reforma migratoria

Como en pocos temas de la agenda política de Obama en 2014, la reforma migratoria servirá para entender las relaciones del presidente con el Congreso.

En su rueda de prensa de final de año, Obama reiteró una vez más la necesidad de lo que él llama “arreglar el quebrantado sistema de migración” y se mostró optimista de que pueda lograr el apoyo de los dos partidos para solucionar la situación migratoria de unos 11 millones de personas.

En medio de ese optimismo resaltó que el proyecto de reforma fuera aprobado en el Senado el año pasado, aunque sigue estancado en la Cámara de Representantes dominada por los republicanos. En 2013, el tema se vio opacado por problemas como el cierre gubernamental o la implementación de Obamacare.

La parálisis sobre esa ley que ha sido una de las reiteradas prioridades de Obama ha generado descontento en algunos grupos hispanos, un segmento de la población que apoyó ampliamente a Obama en sus campañas presidenciales. Algunos ayunaron durante días frente al Capitolio y otros cruzaron la frontera con México como parte de una acción para denunciar la política de deportaciones del gobierno.

La incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir con la reforma en 2014 se basa, en parte, en que es un año electoral, en el que los legisladores estarán con un ojo puesto en lo que pueda ocurrir en las elecciones de mitad de periodo. Algunos creen que eso podría aumentar la parálisis en el Congreso.

Pero también ha habido razones de optimismo, en especial en las huestes republicanas, donde el tema es visto con cautela.

Por un lado, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, contrató a una exasesora del también republicano John McCain, que favorece los cambios migratorios. Esto fue analizado como una señal de que Boehner podría cambiar su postura este año.

Por otro lado, algunos republicanos han notado que la reforma migratoria puede ser una forma de ganar el importante voto latino con miras a las elecciones presidenciales de 2016, aunque prefieren abordar el tema a través de legislaciones específicas y menos exhaustivas en comparación con lo que quieren algunos proponentes de la reforma.

La política exterior

Unas pequeñas islas en el Mar de China Oriental podrían convertirse en uno de los elementos clave de la política exterior de Obama en 2014. Se trata de las islas Senkaku/Diaoyu, que se han convertido en el objeto de tensiones entre China y Japón y están ubicadas cerca de rutas marítimas importantes y de posibles reservas de gas y petróleo.

Para Washington son relevantes estas tensiones porque se desarrollan en medio de la creciente competencia con China por la primacía militar en Asia Pacífico, una región en la que Estados Unidos quiere poner cada vez más énfasis.

No son pocos los funcionarios y analistas que han señalado que, tras una década de preocupaciones en países como Irak y Afganistán -de donde saldrán los soldados de combate este año- el enfoque internacional del país está girando hacia Asia-Pacífico.

Eso no significa, sin embargo, que cesen algunos de los desafíos en otras regiones. Para comenzar, Estados Unidos puede terminar jugando un rol importante en las crisis que se desarrollan en varios países africanos, como la República Centroafricana y Sudán del Sur.

Estos pueden ser retos nuevos que Washington complementará con temas de vieja data, como la búsqueda de estabilidad en Egipto o el fortalecimiento de los vínculos con el presidente iraní, Hassan Rouhani, tras un año de palpables avances en la relación bilateral.

Asimismo, Siria sigue siendo un tema particularmente espinoso en Washington, en especial porque la crisis a mediados de 2013 desnudó algunas debilidades del presidente. Obama amenazó con una intervención militar hasta que se dio cuenta de que no contaba con suficiente apoyo nacional e internacional y terminó salvado irónicamente por su principal rival en el conflicto, Rusia.

Las relaciones con el líder de ese país, Vladimir Putin, también serán importantes en 2014, así como la posibilidad de un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos, en el que trabaja principalmente el secretario de Estado, John Kerry.

E Irak parece no querer salir de la agenda de Obama. A pesar del planeado retiro de tropas, en los últimos tiempos se ha acentuado la preocupación por un resurgimiento de al Qaeda en un país que parece aún no logra resolver su inestabilidad.

En América Latina uno de los temas de interés para Washington será la relación con la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que se vio seriamente afectada el año pasado por las relevaciones de espionaje del excontratista Edward Snowden. Esta situación también afectó las relaciones de Washington con países como Alemania, Francia y México.

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