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Opinión

21 de Enero de 2014

Juan Carlos Cruz, víctima del caso Karadima, y el nombramiento de Ezatti: “Se lavó las manos como Poncio Pilatos”

“Yo he estado varias veces con Ezzati. La primera vez que lo vi fue cuando lo visité en el Arzobispado, en el 2012. Fue una reunión donde él no demostró mucha emoción. Nosotros creíamos que lo encarábamos con hechos verdaderos, pero él se las sacaba con que “yo vengo llegando a la Diócesis, eso ya […]

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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“Yo he estado varias veces con Ezzati. La primera vez que lo vi fue cuando lo visité en el Arzobispado, en el 2012. Fue una reunión donde él no demostró mucha emoción. Nosotros creíamos que lo encarábamos con hechos verdaderos, pero él se las sacaba con que “yo vengo llegando a la Diócesis, eso ya estaba juzgado”, desligándose de toda responsabilidad, lavándose las manos como Poncio Pilatos y flanqueado por su obispo auxiliar Cristian Contreras que, mudo, miraba el espectáculo. Y defendía a brazo partido al cardenal Errázuriz. Ezzati es un hombre frío, calculador, soberbio, dictatorial, poco simpático, que se dice pastor cercano y amistoso pero que está lejos de serlo. A Ezzati le gusta el poder y que no lo contradigan. Su clero dividido calladamente critica y se decepciona por su nombramiento, sin embargo, tienen que callar porque los poderes del obispo los puede anular.

El nombramiento de Ricardo Ezzati como cardenal no me sorprendió. Aunque tenía la secreta esperanza de que un hombre como él, con su historial de encubrimiento, el Papa Francisco quizás no lo nombrara. Pero, desgraciadamente, así fue. Es que el lobby de Errázuriz y Ezzati es grande. Imagínense, tienen a Errázuriz, una persona comprobadamente encubridora y política que no hizo nada por toda la gente abusada en Chile y que continuamente trata de limpiar su imagen, sentado en el comité de los ocho. Con esos antecedentes, uno espera cualquier cosa. Y, obviamente, Errázuriz va a premiar a un lacayo como Ezzati que ha sido su fiel representante. Considerando sus antecedentes, Ezzati no podría haber sido elegido como cardenal. Esa es la gran contradicción. Nadie se explica que un hombre como él, que ha encubierto a sacerdotes desde antes de ser obispo, haya llegado donde está. Solo se explica bajo el apoyo de las polleras cardenalicias de Errázuriz. En el fondo, es una mala propaganda para la Iglesia católica que tiene en mente el Papa Francisco, al que respeto y quiero creer en sus cambios. Pero ya es un hecho y habrá que dejar a Ezzati hojeando sus revistas sobre fashion cardenalicia para ver qué se pone el 22.

El modus operandi de Ezzati no es distinto al modus operandi de muchos obispos de la iglesia que han encubierto casos de abusos. Cuando él era inspector general, escondía, encubría y cambiaba de diócesis a diferentes sacerdotes salesianos entre ellos Rimsky Rojas -que se suicidó-, Audin Araya y Marcelo Montero. Lo mismo que han hecho otros en el mundo entero. Después, cuando Ezzati era obispo auxiliar de Santiago, como fiel lacayo de Errázuriz, ignoró desde el 2003 una carta de José Andrés Murillo pidiendo que se hiciera algo en la iglesia El Bosque donde se abusaba. Hoy se la saca tratando de lavar su imagen, diciendo que la carta era anónima cuando hay testigos sacerdotes de una carta que de anónima no tiene nada. Hay una cultura de protección entre ellos. Una cultura que es milenaria. Mira el actuar de Errázuriz y el legado que dejó en la Iglesia chilena. Siempre se le recordará como un pusilánime y una persona que hizo tanto mal a Chile, donde miles de católicos se alejaron. Y a Ezzati, también se le recordará como encubridor. Ahora como va a ser creado cardenal, “dejen que los pájaros canten”, dijo hace poco, ¿quién dice eso de víctimas de abuso sexual? Sus dichos son una bofetada constante a las víctimas de todo Chile.

Ezzati nos respondió, a quienes criticamos su nombramiento, diciendo que habíamos errado de camino. Esa declaración lo retrata de pies a cabeza. Son dichos de una persona que está sedienta de poder, que quiere que lo dejen tranquilo. Un hombre que no ha hecho nada por las víctimas. Ni las de Karadima, ni las de Precht, ni las de los curas salesianos. Ezzati jamás se preocupó de los que fueron ofendidos. Yo le recomiendo, como él dice que no sabe nada, que lea la demanda civil en contra de él, donde se explica exactamente todo lo que él y sus pares no hicieron. Y que reconozca su culpa institucional de mirar para el lado cuando a sus ovejas las abusaban sin piedad y él se preocupaba de cuidar al lobo, descuidando su rebaño”.

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