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Mundo

7 de Febrero de 2014

La historia de los dobles refugiados de Palestina que huyeron a Siria y se tuvieron que escapar a Egipto por la guerra

Desde el inicio del conflicto sirio en marzo de 2011, unos 6.000 palestinos residentes en Siria han huido a Egipto buscando asilo y se han encontrado con una realidad de desprotección que les aboca a una situación de “dobles refugiados”. “En Egipto me siento de verdad un refugiado, un extranjero, no como en Siria, donde […]

EFE / The Clinic Online
EFE / The Clinic Online
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Desde el inicio del conflicto sirio en marzo de 2011, unos 6.000 palestinos residentes en Siria han huido a Egipto buscando asilo y se han encontrado con una realidad de desprotección que les aboca a una situación de “dobles refugiados”.

“En Egipto me siento de verdad un refugiado, un extranjero, no como en Siria, donde me encontraba muy bien, como si fuera uno de ellos e incluso mejor”, dice a Efe Ahmed Gazaui, palestino de 54 años, refugiado en Siria y ahora en Egipto.

Gazaui, que oculta su verdadera identidad tras este nombre ficticio, llegó a El Cairo junto a su mujer y sus cuatro hijos en diciembre de 2012, en un vuelo directo desde el Líbano, huyendo de la barbarie que vive actualmente su primer país de acogida.

Como el resto de los desplazados palestinos, residía en Siria bajo el paraguas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), que -además- trabaja de manera operativa en Jordania, el Líbano, Gaza y Cisjordania.

Sin embargo, en Egipto, esa agencia solo dispone de una oficina de representación, que restringe sus actividades a labores humanitarias sin otorgar el estatus de refugiado ni dar protección legal a estas personas, entre otras cuestiones.

Las autoridades egipcias ni siquiera permiten que el Alto Comisionado de Naciones Unidades para los Refugiados (ACNUR), que sí trabaja de manera operativa en el país, se encargue de ellos.

“Sería la UNRWA la que debería hacerlo”, señala la directora para Asuntos Palestinos del Ministerio egipcio de Asuntos Exteriores, Mai Jalil, que añade que “Egipto no considera refugiados a los palestinos que vienen de Siria”.

Desde la oficina de la UNRWA en El Cairo, su directora, Manal Arnus, explica que Egipto no acepta que el ACNUR acoja a estos palestinos porque, si lo hiciera, estos tendrían derecho a reclamar la nacionalidad egipcia y deberían renunciar a volver a Palestina.

Sin el paraguas de Naciones Unidas, Gazaui y sus compatriotas no tienen derecho a trabajar en Egipto y viven en un limbo legal que les impide avanzar, a la espera de que se resuelva el conflicto sirio.

“Mis hijos que estudian aquí tienen el visado de estudiante, mientras que la que estudia en Damasco tiene el de turista”, sostiene Gazaui, que dispone de visado gracias a los estudios de sus vástagos.

La ayuda humanitaria que reciben proviene del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que otorga unos cupones de 200 libras egipcias (unos 28 dólares) al mes a cada miembro de la familia para gastarlos en supermercados asociados.

Además, la UNRWA, la Media Luna Roja y el Ministerio egipcio de Exteriores ultiman un acuerdo para ofrecerles asistencia sanitaria gratuita, que entrará en vigor “pronto”, según Jalil.

La Embajada palestina también les ofrece ayuda de tipo económico y administrativo para la consecución de los permisos.

“Hace unos meses pudimos dar a cada familia cerca de 1.500 libras (casi 215 dólares) para la compra de muebles para sus casas”, asegura Ahmed Musa, cónsul político de la delegación diplomática palestina en El Cairo.

Musa sostiene que ahora todos los refugiados palestinos procedentes de Siria están en libertad, después de que las autoridades egipcias liberaran recientemente a los que se encontraban en la cárcel tras haber sido detenidos “por intentar abandonar el país de forma ilegal”.

Las consecuencias de ese limbo legal obligan a estos dobles refugiados a emprender acciones desesperadas.

Además de intentar viajar a Europa cruzando clandestinamente el mar Mediterráneo en barco, las otras opciones que les quedan para salir de Egipto son ir al Líbano, que les ofrece visados de tránsito de 48 horas, o volver a los horrores de la guerra en Siria.

Mientras continúen los bombardeos y las matanzas, ese último escenario es impensable para Gazaui, que dice haber presentado ya los expedientes de su familia para trasladarse a Francia o a Austria, aunque todavía no ha recibido respuesta.

Una nueva solicitud para huir por tercera vez y alejarse cada vez más de su tierra, Palestina.

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