Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

9 de Febrero de 2014

Carlos Peña llama a dejar de agarrar para webeo a los estudiantes tras renuncia de Peirano

"No hay dogmatismo alguno en pedir a los funcionarios obediencia a un programa, ni prejuicio en examinar su trayectoria pública, ni nada ilegítimo en tener intereses cuando ellos están, como ha ocurrido en este caso, amparados en razones -buenas o malas, ya se verá- que se ofrecen al debate", destaca Peña en su columna dominical en El Mercurio.

The Clinic Online
The Clinic Online
Por


En una columna titulada “El Caso Peirano” y que publica hoy El Mercurio, el rector Carlos Peña aborda la renuncia de quien fue nominada como subsecretaria de Educación, Claudia Peirano, y que debió renunciar por las fuertes presiones por conflictos de intereses.

Peña asegura que “en el caso Peirano se reprochó a los estudiantes (o a sus dirigentes) una actitud dogmática, prejuiciosa, y una actuación como simple grupo de interés. ¿Hubo dogmatismo? Mariana Aylwin dijo que sí. Al esgrimir las opiniones previas de Claudia Peirano como una razón para que no asumiera, explicó, se habría notificado que ninguna disensión será admitida y que la medida de la adhesión política será el programa concebido como verdad revelada. Así, un nuevo fundamentalismo sustituiría al discernimiento racional y técnico.¿Es cierto eso? No, en absoluto”.

El académico plantea que en ese argumento no se vislumbra que hay “dos posiciones radicalmente distintas en la esfera pública: la de funcionario y la de simple ciudadano” y precisa que “los funcionarios están cercados por los deberes del cargo y las promesas que se formularon cuando se aspiró al poder. Nada de eso ocurre con los ciudadanos que, incluso adhiriendo al gobierno, retienen plena libertad crítica. Ahora bien, en política se es funcionario, en cuyo caso se adhiere irrestrictamente al programa, o se es simple partidario, en cuyo caso se retiene la distancia crítica”.

También afirma que no hubo prejuicio en las críticas en su contra, como sostuvo el presidente del PS, Osvaldo Andrade, ni tampoco presiones de grupos de interés.

“No hay dogmatismo alguno en pedir a los funcionarios obediencia a un programa, ni prejuicio en examinar su trayectoria pública, ni nada ilegítimo en tener intereses cuando ellos están, como ha ocurrido en este caso, amparados en razones -buenas o malas, ya se verá- que se ofrecen al debate. Lo que cabe ahora entonces es, de una vez por todas, tomar en serio a los estudiantes y sus razones. Y la única manera de hacerlo es discutirlas con ellos y, llegado el caso, esforzarse en demostrar que no son buenas”, resume Peña.

Notas relacionadas