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Poder

13 de Febrero de 2014

La nube negra que cubre a San Alfonso del Mar

La muerte de un niño de 14 años en San Alfonso del Mar puso en la mira de la autoridad el resort con la ex laguna artificial más grande del mundo, el mismo que convirtió a Fernando Fischman en un gestor de proyectos turísticos de nivel mundial. La investigación de CIPER descubrió que desde 1992 -cuando compró en Algarrobo 84 hectáreas de uso agrícola en poco más de $100 millones, las que debió cambiar a terreno urbano para construir las 11 torres de su primer proyecto- las denuncias e irregularidades se han sumado. Problemas de contaminación y en sus construcciones enturbian las lagunas cristalinas y los otros dos mega preproyectos -Laguna Vista y Laguna Bahía- que el empresario levanta en la misma zona.

Por


Nadie sabía dónde estaba Cristóbal Venegas. Hacía ya bastante rato que les había dicho a sus padres que iría a nadar con su equipo de buceo, pero demoraba mucho más de la cuenta. Su madre se preocupó. No respondía cuando gritaba su nombre. Tampoco contestaba su celular. Algo andaba mal. Estaba por anochecer, así que la mujer salió a buscarlo. Algunos funcionarios del condominio se le sumaron en el rastreo. No debía estar tan lejos. San Alfonso del Mar, el complejo turístico ubicado en Algarrobo norte donde Cristóbal veraneaba con su familia, es grande, más bien enorme, pero no lo suficiente como para que un joven de 14 años se pierda.

Pasadas las 20:30 del domingo 13 de enero de 2013, la madre de Cristóbal se angustió. Minutos después, ya era desesperación. Uno de los conserjes lo vio. Algo oscuro flotaba en una de las piscinas cristalinas que están pegadas a la gran laguna artificial de agua salada que hasta hace poco era la piscina más grande del mundo. Se acercaron. Cristóbal estaba bajo el agua con su brazo atascado en el filtro. Los gritos de la madre se volvieron desgarradores.

Algunos cocineros de uno de los tres restaurantes del condominio dejaron sus puestos de trabajo para ver qué sucedía. Se produjo una aglomeración alrededor de la piscina mientras más de una decena de personas se metía al agua para intentar sacarlo. Además de los cocineros y conserjes había guardias de seguridad y turistas. ¿Salvavidas? Ninguno. Tampoco alguien que supiera cómo detener el filtro. Por eso no podían sacarlo. La succión era demasiado fuerte. “Más que en cualquier otra piscina”, diría a CIPER uno de los hombres que se tiró al agua. La madre seguía gritando, sin consuelo. Sobre todo cuando alguien en la desesperación propuso cortarle a Cristóbal el brazo para poder sacarlo.

Entonces a alguien se le ocurrió tomar una bolla, cortar la cuerda y amarrarla a la cintura del joven. Dicen que fue uno de los cocineros. Lo hicieron. Se requirió de la fuerza de 10 personas tirando de la cuerda para poder destrabarle el brazo del filtro de la piscina. Así fue que lograron que saliera a flote. Pero nadie de los que estaban allí sabía algo de primeros auxilios. La mujer pedía a gritos que le trajeran oxígeno a su hijo. No había en ninguna parte. Después llegaría una ambulancia, además de personal de Carabineros y Bomberos. Pero era tarde. Cuando sacaron a Cristóbal Venegas del agua, ya había fallecido.

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