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Opinión

15 de Febrero de 2014

El Desilusionista: la espiritualidad más extraña que la ciencia ficción

Vía Yorokobu La primera pregunta que surge en el primer momento de conocer a un maestro espiritual que asegura haber alcanzado la iluminación es: “¿Será cierto?”. Pero esta es la pregunta equivocada. La primera pregunta debería ser: “¿Qué quiere decir con ’iluminado‘?” Pocas personas se preguntan eso y quienes no lo hacen es porque creen […]

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Vía Yorokobu

La primera pregunta que surge en el primer momento de conocer a un maestro espiritual que asegura haber alcanzado la iluminación es: “¿Será cierto?”. Pero esta es la pregunta equivocada. La primera pregunta debería ser: “¿Qué quiere decir con ’iluminado‘?” Pocas personas se preguntan eso y quienes no lo hacen es porque creen saber la respuesta.

Pero “iluminación” es solo una palabra. Es una palabra que está más allá de la comprensión de la mayoría ―y como todas las palabras incomprensibles, es un gatillo. Pone a las personas a la defensiva: a todos nos gustaría estar iluminados o, al menos, poder decir que lo estamos. El concepto continúa provocando a las personas y al mismo tiempo se mantiene indefinido —como si todos hubiéramos acordado un significado. Pero, ¿cómo es posible coincidir en el significado de algo que todavía no se sabe? Cuando conocí a Oshana le dije casi de inmediato lo que pensaba de su supuesta “iluminación”. Nunca le pedí que me explicara a qué se refería con ello. Si lo hubiera hecho, quizá hubiera aprendido que lo que yo refutaba no era lo que Oshana aseguraba ser. No obstante, yo no estaba ahí para aprender, ya que aprender implica desafiar las preconcepciones de uno y siempre es mejor evitarlo. Yo estaba ahí para afirmar mis propias creencias.

Entonces, ¿a qué se refiere Oshana cuando dice “estar iluminado”? En un curso intensivo reciente en Tallin, Estonia (2012), Oshana habló del momento en que se sintió iluminado por primera vez. Describió cómo se sintió incapaz o reticente para entrar a su mente de nuevo porque se sentía asqueado. Para mí, esto significa que la mente de Oshana todavía estaba presente después de la iluminación, pero ya no lo definía ni restringía. Al poco tiempo de hacer esta declaración tuvimos una conversación informal al respecto. Le pregunté si había alguna diferencia básica entre su idea de la iluminación y lo que otros maestros creían. La manera en la que describió su mente, después de la iluminación, me hizo pensar en la piel de una serpiente una vez que esta ha mudado: a simple vista es posible que la piel parezca una serpiente real. Me pregunté si la concepción de Oshana de la mente como una cosa separada podía contrastarse con la de maestros que llevaban consigo su mente hasta un punto de mayor conciencia en donde se convertía en el ego espiritualizado (algo que se parece a la piel animada de la serpiente).

Durante nuestra conversación Oshana describió cómo, hasta el día de hoy, es capaz de regresar a su mente, pero nunca se sumerge completamente en ella. Según él, es como meter al agua una mano cubierta previamente con crema impermeable, de manera que las moléculas nunca tocan la piel.  Aunque la mano está completamente sumergida, en realidad no está en el agua. De manera similar, cuando Oshana regresó a su mente después de iluminarse, pudo observar los contenidos sin estar expuesto a ellos y sin identificarse. Según él no se debía a que no se empeñara en hacerlo: quería sumergirse completamente en sus antiguas creencias para poner su iluminación a prueba y también para poder conocer a personas que pasaran por el mismo proceso. Sentía que esto lo ayudaría a comprender mejor lo que otras personas atravesaban mientras se identificaban con los contenidos de sus mentes, como él lo había hecho antes. Su técnica de inmersión había mejorado, dijo, pero todavía era incapaz de entrar por completo a su mente. Era como si tuviera una cuerda de bungee atada a su espalda que lo ayudaba no perderse.

Le pregunté si la mente era lo mismo que “Dave”, el ser que desapareció cuando alcanzó la iluminación. Dijo que era todas las “cosas” que había acumulado dentro de la falsa identidad de Dave. Comenté que, para la mayoría de las personas, la iluminación era el equivalente a una iluminación absoluta y perfecta, algo infalible e impecable. Si la versión de Oshana se oponía a este concepto, muchos no creerían su provocadora declaración sobre la iluminación, así que nunca se percataron de que Oshana había redefinido la iluminación como una experiencia mucho más precisa, concreta y comprensible. De acuerdo con lo que él describió, no se trataba de alcanzar algo, sino de una culminación: dejar atrás los confines de la mente-ego.

 

La autoimagen residual

Tu aspecto actual es lo que llamamos una “autoimagen residual”. Es la proyección mental de tu yo digital.

—Morfeo a Neo

¿Es cierto esto?

Acabo de relatar, parcialmente, una experiencia subjetiva. Entonces, la respuesta más sencilla es no, nada de esto es cierto. Mis experiencias con Oshana involucran un alto nivel de incertidumbre. Esa es la naturaleza del proceso al que me sometí, si es que lo es. Si estuviera más seguro al respecto, tendría razones para dudar de mí mismo. Oshana aconseja cuestionarlo todo, incluso su consejo y la persona que lo brindó. La disonancia cognitiva es un resultado inevitable de pasar tiempo con alguien que asegura existir dentro de un túnel de realidad diferente —o fuera de todos los túneles de realidad.

Tengo dudas acerca de Oshana, pero dudo de ellas como dudo de todo lo demás. ¿Qué me deja eso? Tener que revisar constantemente no sólo a Oshana, sino también mi propia manía de buscar fallas e inconsistencias tanto en él como en sus enseñanzas. Mientras más tiempo paso con él, más me percato de esta tendencia. Cuando encuentro algo deficiente, empiezo a dudar. Luego recuerdo que si no fuese por esta deficiencias, estaría mucho más asombrado por él. Sus deficiencias y su aspecto ordinario me limitan, previenen que me obsesione con él y que cree proyecciones fantásticas alrededor de su persona. Para que un maestro espiritual evite la devoción servil de sus “estudiantes”, no basta con una simple advertencia. Para controlar estas fantasías y proyecciones fantásticas existe un solo método infalible: recordarle al estudiante que el maestro es una persona común y corriente aunque su perspectiva sea extraordinaria.

Quizá esta es una racionalización inteligente para mantener mis propias proyecciones fantasiosas bajo control. No hay ninguna manera de satisfacer al Thomas de la mente.

Hasta ahora me he abstenido de describir las maneras en las que Oshana me impactó porque ha sido una experiencia altamente subjetiva que no puede traducirse sin que suene como publicidad para el gurú. Oshana no es una suerte de “nahual volador” como el que Castaneda describía románticamente en sus relatos. No es un hechicero místico o carismático como lo eran Rasputín, Gurdjieff o Crowley. El aspecto más sorprendente de mis encuentros con Oshana es que realmente no concuerdan con lo que se supone que transcurre en la presencia de hombres distinguidos. John De Ruiter habló sobre no profundizar lo superficial, permitiéndole de esta manera a lo superficial ser superficial y a lo profundo llevar a cabo su labor de profundidad sin impedimentos. Pese a sus palabras, mi experiencia con Ruiter fue muy diferente. Estar en su presencia siempre se sintió como una experiencia profunda y trascendental. Con Oshana es diferente: no es sino hasta después que me percato de que algo ha sucedido. En la superficie hay muy poca evidencia porque Oshana no está “haciendo” nada. Mi impresión es que “Dave” cuida la superficie (la interacción personal) de manera tal que el movimiento ocurre en “lo profundo” y la Transmisión lleva a cabo su labor sin ninguna interferencia. No es sólo que Oshana no tome ningún crédito por lo que sucede a su alrededor —muchos maestros espirituales predican la humildad. Más bien es como si su persona jamás se involucrara, sin embargo, está consciente de lo que sucede como yo no lo estoy y hasta un grado que yo sólo puedo inferir.

Sean cuales sean las limitaciones de Oshana, hasta ahora no he visto nada que pueda ser llamado poco ético, negligente o un comportamiento deshonesto. Reconocer sus deficiencias no me ha llevado a dudar de su integridad. En todo caso, me parece reconfortante que no intente estar “conectado” todo el tiempo, o tener una apariencia profunda y elegante, como Ruiter. He presenciado muchos tipos de comportamientos comunes que sugieren que Oshana es, después de todo, un hombre ordinario. No obstante, también he visto hazañas de resistencia, inteligencia, delicadeza, imaginación, perspicacia y valentía, así como un nivel de compromiso al borde de lo superhumano. Es como si su personalidad no hubiese cambiado después de la iluminación, pero ahora forma parte de su conciencia más grande que la contiene. Como un padre amoroso y siempre atento, permite que Dave continúe con lo suyo siempre y cuando no haga maldades. Tal vez “Oshana” (el esclavo dispuesto de la Transmisión) usa al antiguo  “Dave” como una personalidad, como un traje de buceo para entrar a las profundidades del mundo de ensueño. Y quizá el traje tenga algunas funciones automatizadas que permiten que se mueva sin mayor problema por ese mundo y que pase desapercibido entre los soñadores. Pero la cuerda del bungee sigue atada a su espalda y el tubo para respirar llega hasta la superficie de tal manera que la energía de la Transmisión puede fluir continuamente, para que jamás se pierda en la autoimagen residual. Cuando se requiere la Transmisión, ésta toma el control y suceden maravillas.

Esta perspectiva puede desafiar las ideas populares que giran en torno a la iluminación. También revuelve y dispersa las posibles proyecciones idealizadas que de otra manera forman a un “ser iluminado” —un ser que ni siquiera existe fuera de esas proyecciones (no más de lo que existe Morfeo en la Matrix). En mi caso, me ha dejado negociar con mis dudas  para alcanzar un tratado entre ambos. ¿Realmente qué tan relevantes son mis proyecciones y mis preconcepciones? ¿Importa de alguna manera lo que Oshana es capaz de hacer como un ser iluminado? ¿No es acaso la pregunta qué tan honesto es, qué tan confiable puede ser y si efectivamente puede guiarme lo que importa?

Al final, la pregunta de la “iluminación” es una cortina de humo. Si la perseguimos, alejará al buscador del camino que conduce a ella. La razón es sencilla: la iluminación no significa nada sino hasta que la hayamos experimentado nosotros mismos; así que enfocarse en la idea detrás sin haber experimentado de manera genuina la realidad, invariablemente nos llevará a perderemos en la fantasía de la proyección.

 

¿Hay una salida?

Ya has estado ahí, Neo. Ya conoces el camino. Sabes exactamente en dónde termina. Y sé que no es ahí en donde quieres estar.

-Trinity a Thomas

Al final, tanto para Thomas como para mí, todo se reduce a una sola pregunta: ¿hay una salida? ¿Si yo llegara a conocer a alguien que asegurara haber encontrado la salida y que pudiera sustentarlo con evidencia —e incluso con resultados—, estaría dispuesto a saltar al vacío? No habría otra manera de probarlo. Si Thomas no hubiera tomado la píldora, jamás habría conocido la verdad, habría permanecido en un sueño extraño y vívido, y gradualmente lo habría olvidado.

Creer en la posibilidad de que un “maestro espiritual” pertenece a un nivel diferente del ser, cuya naturaleza apenas podemos adivinar y que posee la autoridad otorgada por una perspectiva superior, es un enorme paso para las personas. El ego encuentra miles de razones para no someterse a una autoridad espiritual. Acepta cualquier excusa para regresar al camino solitario de la soberanía. Tanto para mí como para Thomas, el problema era que ya había recorrido ese camino antes.

Así que tomé el único otro camino abierto para mí: me sometí. Permití que Dave Oshana, sirviendo a la Transmisión o que la Transmisión con Oshana como el facilitador, entrara a la profundidad del programa matrix de mi vida para juntar todas las piezas que hacían falta. Abrí mi psique a sondas que se extendían a lo largo del tiempo y del espacio —hacia los momentos más oscuros de mi infancia— llevando a la superficie la narrativa perdida que yo había estado buscando desde la primera experiencia de fragmentación y olvido. Mientras me abría a ella, la energía de la Transmisión se volvía tangible para mí, es decir, experimental. Remotamente me volví consciente de ella al mismo tiempo que reparaba todas las rupturas en mi sistema nervioso: sinapsis perdidas y conexiones caídas en la energía de mi cuerpo. La energía de la Transmisión puede estar haciendo todas estas cosas o puede ser que yo, deseosamente, las esté imaginando.

Si Morfeo diera terapia de grupo a potenciales unpluggees con el fin de prepararlos para la realidad y facilitar así su transición de un mundo al otro, se vería un poco como los retiros de Oshana. (Con la diferencia de que, al contrario de Morfeo, Oshana es una suerte de comediante por naturaleza, por lo que hay muchas más risas que en la Nebuchadnezzar.) Thomas Anderson tuvo una preparación muy corta antes de ser desconectado y la mayor parte de su entrenamiento sucedió en el mundo real. La experiencia de Oshana es diferente. Al igual que Morfeo, Oshana es un Desilusionista y, como Morfeo, su trabajo no es iluminar a otros, sino erradicar la falsa identidad que se interpone entre una persona y la verdad. Esto no es algo que se pueda enseñar: tiene que presenciarse y experimentarse. Esto no es una película (aunque suene como una): más allá de las metáforas de ciencia ficción, la desconexión no sucede en un solo momento. Sucede mediante una serie de etapas preparatorias o “iniciaciones”. Al quinto día de mi primer retiro con Oshana (el invierno de 2011, con otros 16 participantes) comencé a ver, como Thomas Anderson, las señales de otros lugares y empecé a discernir una existencia más allá de la granja.

Pero no hay un criterio básico durante la experiencia energética-espiritual, o no uno que el cerebro pueda utilizar. Oshana no hace milagros. El hecho de que su eficiencia dependa de la receptividad del participante puede sugerir una especie de efecto placebo, al menos para los escépticos. Por otro lado, mi propio escepticismo y resistencia no parecen haber anulado la efectividad de Oshana. Se trata de un trabajo en proceso y es imposible llegar a una conclusión hasta que se haya completado. Cuando llegue a ese momento estaré despierto o no lo estaré.

Hasta ahora los resultados de mi relación con Oshana se mantienen intangibles, indefinidos. Sin duda alguna, él y la Transmisión han enriquecido mi sentido de posibilidad y han expandido mi percepción de la realidad. Gracias a ella he podido ver a través de creencias falsas y me he podido librar de ideas erróneas acerca del concepto del mundo y de mí mismo. No puedo decir que me ha ayudado a ser más feliz o más libre. Sólo puedo decir que me ha permitido estar más consciente de mis limitaciones, mis debilidades y deficiencias y, por ello, de mi potencial para superarlas. Todavía no puedo valorar lo que Oshana ha hecho. Puede ser que mi cuerpo ya tenga la respuesta, pero mi mente sólo conoce la duda, porque dudar es lo mejor que la mente sabe hacer. En la ausencia del saber, lo único que queda es creer. Sin embargo, creer que la Transmisión es real no me sirve de nada: es sólo una opinión. Tengo que saber. Y la única manera de saber es proceder como si fuera real. Eso significa creer sin saber, es decir, confiar. Escojo confiar en Oshana, en mí mismo y, ante todo, en la vida.

Elijo confiar en que hay un camino correcto, uno que me llevará a la verdad —y la verdad, si no me mata, me liberará.

El asesino espiritual

Lo vamos a matar, ¿lo entiendes?

—Cypher hablando de Thomas con Trinity

Recientemente uno de los estudiantes de Oshana decidió alejarse un tiempo porque quería ser más independiente. Aunque entiendo que esto pudo haber sido la mejor medida para él (Oshana no desalienta a aquellos que quieren dejar el grupo), me percaté de que para mí esto sería perder de vista el objetivo. La posibilidad de volverme independiente de Oshana mientras que estoy involucrado activamente en una relación con él me pareció una maniobra más compleja y mucho más gratificante. En Matrix hay un desarrollo similar entre Thomas y Morfeo. Al principio Thomas es completamente dependiente de Morfeo y hasta necesita ser reconstituido físicamente. Sin embargo, gradualmente es capaz de pararse solo y se convierte en el igual de Morfeo, y más. Ese desarrollo sólo sucede después de que lo han desconectado, pero si la película hubiera sido realista, habría mostrado la ardua preparación por la que Thomas habría tenido que pasar antes de que la desconexión fuera posible.

Echar un vistazo al sitio de Oshana o quizá escuchar una selección de las repeticiones de sus clases en línea podría no demostrar las diferencias entre él y otros maestros espirituales y los autoproclamados seres “iluminados” del mercado. Sus métodos y metas están, hasta la fecha, ocultos, aunque esto parece estar cambiando. Oshana ha hablado menos acerca de la iluminación y más sobre un obstáculo que se interpone entre nosotros y ella: el ego —descrito, en términos gráficos y viscerales, como un pulpo cuya cabeza se encuentre dentro o alrededor del cerebro humano y cuyos tentáculos se extienden y alcanzan cada célula del cuerpo. El pulpo es como un parásito alienígena que toma el control del cuerpo que lo alberga: controla casi todos nuestros pensamientos, acciones y percepciones.

 

Al principio, Oshana parecía estar hablando metafóricamente, pero, con el tiempo, comencé a sospechar que hablaba energéticamente. El ego que él describía debía ser físico hasta cierto grado. Así como Thomas gritó, “¿Esa cosa es real?”, cuando le quitaron el bicho del estómago, el ego que Oshana describe es una especie de implante en el cuerpo humano, similar no sólo a las historias de de ciencia ficción, sino también a la tradición de brujería (la “instalación externa” que Castaneda describe en su último trabajo, El lado activo del infinito). Sea cual sea su naturaleza precisa y su procedencia, el ego-pulpo ha secuestrado nuestra energía y ahora controla casi por completo nuestras vidas. Como una invasión de ladrones de cadáveres, los egos han infestado el planeta. El proceso de la iluminación expone, aísla y extrae al pulpo de nuestros sistemas nerviosos con el fin de regresar la energía vital al cuerpo para resumir de esta manera una relación natural y sana con él. El ego ha destronado al alma y la iluminación sólo es posible cuando el usurpador limoso ha sido expulsado y asesinado; entonces el alma puede reanimar al cuerpo de nuevo.

 

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