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18 de Febrero de 2014

Cinco raras asociaciones chilenas

Para juntar fondos, para incinerar cadáveres. Cada cierto tiempo, en Chile surgen asociaciones. Gente que se une, ya sea por religión, salud o charlatanes. Algún registro dejan en un panfleto, manuales o declaraciones de principios. Acá, una breve reseña de las más empolvadas

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Imagen de referencia

Por Mauricio Becerra

Huele a muerto: Sociedad para propagar la incineración de cadáveres

Nacen en 1881 en Valparaíso luego de sesudos estudios de prospectiva sobre la cantidad de espacio que hay que tener para enterrar a todos los muertos. En una solicitud que hacen a la municipalidad porteña en 1884 señalan : “Considérese que en 50 años se han sepultado 250 mil cadáveres cuyo peso medio estimamos en unos 200,000 quintales, los que distribuidos en la superficie de 25 mil escasos mt2, hacen corresponder la enorme cantidad de 8 quintales de sustancia cadavérica por 4 mt2 superficial con que se halla saturada e impregnada esta tierra”. Preocupante, ¿no? Pero ellos mismos tienen la solución: “la adopción del nuevo sistema perfeccionado de cremación de cadáveres humanos en reemplazo de las inhumaciones y depósitos en bóvedas y mausoleos (…) con un aparato crematorio perfeccionado por el famoso pirotécnico Federico Siemens, de Dresde, premiado en varios concursos científicos y respondiendo satisfactoriamente a todas las exigencias en la materia, obteniéndose una combustión perfecta, pronta y económica”. En 3 ó 4 horas proponían convertir cualquier cuerpo a cenizas a un costo de 3 a 4 pesos por cremación. Fracasaron. Hasta hoy, el único crematorio de cuerpos está en el Cementerio General de Santiago y en el cerro Panteón se siguen enterrando cuerpos.

Ensalada de misas: Asociación del sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen en sufragio de las ánimas en pena

La Capilla de las Animas de la calle Teatinos era tan concurrida en los años 30 que a un cura anónimo se le ocurrió crear una cofradía para el rezo de los difuntos. Cada lunes se celebraba una misa por todos los cofrades difuntos y los miércoles por las ánimas en pena “que no tienen quién mande decir misa por ellas”, según lo que dice uno de sus manuales. Con el éxito, en 1933, editan El Purgatorio donde señalan que “mientras más nos sacrifiquemos, menos habremos de ser purificados, que mientras más padezcamos aquí, menos sufriremos en el Purgatorio y que más valen años de mortificaciones en la tierra que horas de expiación en el Purgatorio”. A sufrir se ha dicho.

Para ser cofrade de la asociación había que hacer una promesa que incluye: misas en la fecha de muerte de un ser querido, para su cumpleaños y su cumplemes; una mensual por las almas de los pobres, una anual por los bienhechores, una corrida de misas gregorianas, 9 misas anuales por todos los que hubieren recibido algún escándalo o agravio, una visita semanal al Santísimo Sacramento, indulgencias y atenciones especiales para el 1 y 2 de noviembre, un rosario por semana y un vía crucis al mes. Simple, ¿no?

Los felicitantes: Archicofradia de la felicitación sabatina

Fundada en 1929 en la Iglesia Parroquial del Rosario tiene como antecedente la Venerable Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y la Cofradía del Santo Rosario de las benditas ánimas que hacen furor en las iglesias el siglo anterior. Persiguen un único objetivo señalado en el Artículo 1: “…felicitar a la Santísima Virgen María por la declaración dogmática del privilegio de su Inmaculada Concepción”. Entre sus obligaciones se encontraba, aparte de vivir santamente, “dar 50 centavos cada vez que se siente en la iglesia los sábados y 10 centavos mensuales”.
La felicitación a la Virgen exige cierto orden: los cofrades lo harán por turnos en grupos de no más de 25 fieles distribuidos los sábados de cada mes. Los días de comunión se dará aviso de los socios enfermos o extraviados, ‘sin nombrarlos’, para que el pleno rece. La organización contaba con un director nato, vicepresidente y tesorero más 2 camarera. Estas eran elegidas entre fieles mujeres devotas y se encargaban del adorno de la Iglesia para el mes de María, además del aseo y ornato del altar.

La triaca magna moderna: Asociación Nacional del Sistema Saavedra

(Y el sistema electrocurativo, sin drogas que defiende)

El doctor Saavedra era un caso: cirujano dentista hasta 1924, vio la luz en Estados Unidos y llegó a Chile rayando la papa con la electroterapia médica sanando a epilépticos, tuberculosos, erradicando cánceres y devolviendo la vista a ciegos. Tanto así que 90 gremios obreros fundaron la Asociación que promovía su sistema curativo. La asociación amenazaba que quienes no se plegaran al método “morirán como las moscas al primer chaparrón de este invierno”. A Saavedra lo presentaban como el hombre que “ha sobrepasado a Pasteur, que descubrió los microbios para que Lister usara los primeros antisépticos y desinfectantes en las operaciones”.

El sistema Saavedra, al menos en el papel, es simple: agarró el modelo de Aristóteles que dice que “el organismo está completo de todo lo necesario y no lo estaría si no lo tuviera” y lo pegoteó con la observación de las curaciones milagrosas de los católicos. El buen dentista decidió que aquellas curaciones intangibles y espontáneas podían hacerse sistemáticas. Milagros artificiales.

La asociación y el método no tuvieron eco en la sociedad. Es más, su clínica fue allanada por la fuerza pública en 1940 y se le privó del derecho a ejercer la profesión. La orden provenía del entonces ministro de Salud, doctor Salvador Allende.

Cooperativa del rezo Asociación piadosa de sufragios por las ánimas del Purgatorio

Establecida canónicamente en la Iglesia de la Merced de Chillán el 18 de noviembre de 1918, tiene como objetivos “Alcanzar el alivio y rescate de las almas del Purgatorio por medio de los méritos del Divino Corazón de Jesús, de la Santísima Virgen María y particularmente por los méritos infinitos del santo sacrificio de la misa”. Para ser socio se exigía “ofrecer todas sus obras satisfactorias de todos los primeros lunes de cada mes en favor de las ánimas del Purgatorio”, además de “una cuota periódica hasta reunir $10, estipendio para una misa después de muerto”. Cuando el socio se moría, tenía derecho a una misa, y al dinero que cada socio debía pagar en caso de fallecimiento de otro. Eso, descontando “las muchas gracias e indulgencias que se pueden ganar en la asociación’. En realidad, la asociación funcionaba como una cooperativa del rezo para después de muerto.

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