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Opinión

10 de Marzo de 2014

Gabriel Boric, diputado de la Izquierda Autónoma: “Soy partidario de eliminar el lucro en la salud”

Está a un día de asumir como diputado y viene llegando de un solitario y reflexivo viaje por Tierra del Fuego. Allí, alejado del mundo, meditó la agenda que pretende impulsar en el Congreso y los pasos que debe seguir la izquierda para convertirse en una fuerza importante: “La izquierda del siglo XX fracasó y hoy existen fuerzas emergentes que están buscando su identidad”, dice.

Jorge Rojas
Jorge Rojas
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¿Qué es ser de izquierda hoy?
La izquierda en Chile viene recién despertándose de dos grandes traumas: la derrota infligida a fusil y sangre en 1973, y la renovación socialista de finales de los 80 y comienzos de los 90. Debido al traumático proceso de la dictadura, un grupo de gente decidió renegar de un programa de igualdad y justicia y se dedicaron a administrar una sociedad neoliberal. Después de la emergencia de los movimientos sociales, recién hoy se está configurando lo que es ser de izquierda, que no sólo es una discusión de intelectuales de café. La izquierda hoy está centrada en la reivindicación de derechos sociales universales, en abierta disputa con la concepción subsidiaria del Estado.

Cuando hablas de los administradores de la sociedad liberal ¿te refieres a toda la Concertación?
Sí, a la Concertación en general: los Correa, Tironi, Brünner, todo ese grupo que –quizás cargado de culpas- decidió que la gobernabilidad y la democracia protegida era la mejor manera de progresar, en vez de ir a disputarle los espacios a la herencia de la dictadura. Al final, ellos terminaron administrando y profundizando el modelo. Recordemos que parte importante de los activos del Estado se vendieron durante los 90 y que el sistema educacional actual se profundizó durante estos gobiernos. Hasta hoy, lo que tenemos son cinco gobiernos de continuidad de la dictadura.

¿Hubo concertacionistas que se volvieron liberales o los liberales se tomaron la Concertación?
Políticamente ellos renunciaron a un proyecto revolucionario, a la posibilidad de tener un proyecto socialista, y prefirieron amarrarse los pies y las manos, dejando que gobernara una pequeña elite.

¿Fue sólo por temor?
Por temor y convicción. En la Concertación hay gente que efectivamente es neoliberal, y es legítimo que lo sean. Lo que molesta es cuando las ideas se disfrazan con una estética de izquierda y finalmente terminan anulando cualquier intento de construir otra alternativa. A José Miguel Insulza, a Genaro Arriagada, a Camilo Escalona, a Ricardo Lagos, a Gutenberg Martínez, y a toda la derecha en general, les da miedo que el pueblo tome las decisiones, y eso aleja la posibilidad de una asamblea constituyente. Escalona, de hecho, nos llamó fumadores de opio.

¿Por qué les da temor que la gente se empodere?
Los dirigentes que administraron la transición en Chile siguen creyendo que el pueblo es ignorante y tienen miedo a compartir el poder. Durante los 90 y el 2000 gobernaron sin preguntarle a nadie. Ahora, las posiciones más relevantes son las de la elite. En los poderes fácticos está la principal oposición, y finalmente muchos de los actores políticos son representantes de los poderes fácticos.

¿Camilo Escalona es un hombre de izquierda o un representante de los poderes fácticos?
Escalona terminó siendo un actor que se preocupó de mantener el statu quo. Respeto el rol que jugó durante la dictadura, pero eso no es argumento para justificar su rol de guardián del orden.

¿Se pasó para el otro lado? ¿Defendió el neoliberalismo?
No sé si se pasó para el otro lado, pero es una persona que actuó como tapón para las grandes transformaciones en Chile.

Genaro Arriagada dijo hace poco que los movimientos sociales actuaban como grupos de presión.
Los grupos de presión defienden intereses particulares y el movimiento estudiantil defiende el bien común. Podemos estar errados o no, pero acá no se están defendiendo intereses corporativos. El problema es que ellos le tienen miedo a la discusión pública y nosotros estamos acostumbrados a debatir en asambleas y a decirnos las cosas en la cara. Eso a la generación de Arriagada le molesta. Ellos pretenden que todo se canalice por una institucionalidad que es administrada por una pequeña elite, por eso se escandalizan cuando debaten.

¿Les reconoces algo positivo a esa generación?
Valoro la lucha que dieron contra la dictadura. No soy de los que creen que la virtud está en la juventud, sino que hay que aprender de quienes nos antecedieron en diferentes luchas sociales.

NUEVA IZQUIERDA

¿Ves diferencias entre la Concertación y la Nueva Mayoría?
La Nueva Mayoría está administrada por la vieja Concertación. Pese a eso, uno igual debe tener la humildad para dialogar con quienes compartimos ciertas convicciones, no se puede estar en permanente marginalidad. Hay personas de la Nueva Mayoría con las que efectivamente se puede tener discusiones y eventuales convergencias.

¿Con quiénes de la Nueva Mayoría te sientes más cercano?
Con Carlos Montes, Camila Vallejo, Alfonso de Urresti, pero más allá de nombres lo importante es ir perfilando la necesidad de que la izquierda actúe unida y no chantajeada por grupos conservadores, que no están dispuestos a cambiar lo que existe y sólo quieren maquillar.

¿La Nueva Mayoría no es de izquierda?
Esa discusión de “yo soy más de izquierda que tú” es súper absurda, porque finalmente termina separando aguas. La estética no me importa, ni la ropa que usen ni las palabras que ocupen, a mí lo que me interesa es el contenido.

Hablemos del contenido. ¿Hay una nueva izquierda con diferentes ideas?
La izquierda del siglo XX fracasó y hoy existen fuerzas emergentes que están buscando su identidad en función de una discusión de contenidos en educación, trabajo, y salud, todo consagrado desde la Constitución.

¿Estás por eliminar el lucro en la salud?
Si, soy partidario de eliminar el lucro en la salud. No concibo que con derechos fundamentales -como lo son la salud y la educación- se haga negocios, y menos que sea con recursos públicos. La atención primaria opera bajo la misma lógica de la educación secundaria: el subsidio. Eso hace que no exista salud garantizada para toda la población y todos sabemos que atenderse en consultorios es someterse a eternas esperas y falta de especialistas. Por eso es que este sistema subsidiario ha sido un desastre, porque terminó traspasándole recursos a las instituciones privadas, porque el mismo Estado no pudo proveer salud de calidad.

¿Qué señales manda Michelle Bachelet al poner a Nicolás Eyzaguirre como ministro de Educación?
Nicolás Eyzaguirre no cumple con el perfil que uno esperaría para encabezar una reforma educacional estructural. Que no se entienda que por la salida de Claudia Peirano el ministro está blindado de cuestionamientos, porque hasta ahora no conocemos cuáles son sus convicciones sobre educación. Él fue ministro de Hacienda cuando se aprobó el crédito con aval del Estado, funcionario del Fondo Monetario Internacional y empleado del grupo Luksic, por lo tanto los gestos que conocemos hasta ahora no son positivos.

¿Esperarías que la reforma prohibiera el lucro en toda la línea educativa?
El lucro no debe permitirse en ninguna de estas dimensiones. Me parece un error decir que con recursos privados sí se puede lucrar en la educación.

¿Qué esperarías que hiciera Bachelet en el corto plazo?
Aclarar cuáles son sus convicciones, asegurar la participación de todos los actores en esta discusión, y que la discusión se dé como la hemos planteado desde los movimientos sociales. Te tiro varios temas: los institutos técnicos no pueden seguir siendo formadores de mano de obra barata de la clase empresarial, no basta con asegurar cobertura en la educación preescolar, y hay que pensar para qué estamos educando, porque pareciera que quieren hacer que los niños aprendan a leer a los dos años. Es decir, necesitamos educar ciudadanos y no máquinas que sean rentables para la economía. Ahí hay una concepción diferente que no está en el debate.

Tengo la sensación de que tu reforma educacional tiene una profundidad mayor a la que la Nueva Mayoría quiere darle.
Es que no lo sabemos. Yo espero que se avance en esta dirección, pero soy escéptico, por eso no soy parte de la Nueva Mayoría.

Una reforma educacional está muy relacionada con una reforma tributaria. ¿Qué esperas que se haga con los impuestos?
Esto puede ser obvio, pero la reforma tributaria no puede ser un simple ajuste como fue la que hizo Piñera en el 2012. Hay que terminar con todos los favores tributarios que tienen las empresas. Los más ricos en este país no pagan impuestos: los eluden, lo que siúticamente se llama planificación tributaria, o los evaden. Los impuestos también deben dirigir las políticas públicas. Por ejemplo, en Chile existen muy pocos impuestos verdes que incentiven el correcto uso del medio ambiente. En ese sentido, sería interesante establecer un impuesto mayor para nuevos asentamientos en Santiago, de manera que sea más caro vivir en la capital y por lo tanto se incentive el traslado a regiones.

Vivir en Santiago igual es bastante caro.
Pero es mucho más barato que vivir en Punta Arenas. Además, vivir en Santiago no te otorga calidad de vida, la gente debe desplazarse mucho para llegar a sus trabajos.

¿Qué porcentaje de impuestos deberían pagar las grandes empresas?
No soy un experto tributarista, pero el futuro gobierno debiera aumentarlo a un 25% y apuntar a más. Entiendo que esto es progresivo y no se hace de la noche a la mañana. La derecha siempre dice, además, que más impuestos generan más cesantía, pero eso no es así. Las nuevas generaciones debemos atrevernos a desafiar todas estas verdades neoliberales de la dictadura que parecen develadas por la Virgen, verdades a las que también se acomodó la Concertación.

¿Eres un opositor al gobierno?
La dicotomía opositor-oficialista es súper vacía. Soy un defensor de ideas y no de personas. No tengo que rendirle demostraciones de obediencia a nadie y estoy disponible para colaborar cuando las reformas vayan en función de lo que hemos planteado y voy a ser crítico cuando no lo sean. Mi voto en el Congreso no es susceptible de negociación, sino que representa principios.

¿Crees que este año va a ser de muchas manifestaciones?
La experiencia nos ha demostrado que sin movilizaciones no se avanza y por lo tanto yo espero que la organización popular se siga fortaleciendo, y que esto no sea visto como una amenaza a la institucionalidad, sino que una oportunidad para las grandes transformaciones.

¿Vas a salir a marchar si algo no te gusta?
Sí, sin ninguna duda.

EL PROCESO BOLIVARIANO
Hace poco Escalona escribió una columna diciendo que la izquierda no podía ser incondicional frente a los atropellos a los derechos humanos que se viven en Venezuela. ¿Compartes eso?
En Chile se ha aprovechado la situación venezolana con mucho oportunismo. La derecha, con un tremendo doble estándar, salió a condenar lo que acá aplaudieron, y hubo mucho sector progresista que busca demostrar credenciales de demócrata bajo los términos del neoliberalismo en Chile.

¿Cómo es eso?
Hay algunos que hablan y les interesa bien poco lo que pase en Venezuela. Se ha opinado con mucha liviandad.

¿Crees que en Venezuela el Estado viola los derechos humanos?
Hay situaciones que tienen que ser investigadas. Yo no estoy dispuesto a defender cosas que en Chile me darían vergüenza. No voy a defender nunca que se coarte la libertad o que no se deje marchar, cuestiones por las que en su momento nosotros también alegamos. Ahora, yo creo que Venezuela es una democracia y que existe más libertad de expresión –por lo menos en medios escritos- de la que existe en Chile.

Entonces, la izquierda no es ciega frente a lo que pasa en Venezuela.
¿Qué significa ser ciega?

La incondicionalidad.
Todo militante de izquierda tiene que siempre mantener los ojos abiertos y ser críticos cuando haya que serlo, pero desde una posición situada. Yo apoyo el sistema bolivariano, pero el caer en la ceguera te puede llevar a cualquier cosa, como justificar los crímenes del estalinismo en su momento. Ahora, Venezuela no está en ningún caso en una situación como el estalinismo.

¿Chile tiene que mirar más el proceso bolivariano? ¿Hacia allá tiene que ir?
Yo tuve la posibilidad de estar en Venezuela, y un campesino, al que le pregunté por el gobierno de Chávez, me dijo: “este es un gobierno de mierda, pero es mi gobierno”. ¿Qué implica eso? Que en Venezuela hubo un proceso de apropiación popular de las instituciones, de la democracia y del futuro del país que atemorizó mucho a la elite. Recordemos que antes, los que gobernaban en Venezuela se iban el fin de semana a comprar a Miami, y el pueblo no tenía ninguna participación de las riquezas ni de las decisiones. Eso es lo que tiene que aprender Chile, cómo empoderamos a nuestro pueblo. No estoy diciendo que debamos replicar el modelo venezolano, pero sí
hay algo que rescato de ese proceso es el empoderamiento de gente que nunca antes había tenido poder.

¿Qué piensas de Corea del Norte? El PC en su momento mandó condolencias por la muerte de Kim Jong Il.
Corea del Norte es todo lo que no hay que hacer. No veo nada defendible en un lugar como ese. El proyecto de la izquierda tiene que asentarse sobre las bases de la igualdad, la justicia, la libertad, y la cooperación, y eso claramente no se da en Corea del Norte.

EL MAL GOBIERNO DE PIÑERA
¿Crees que a los empresarios les da lo mismo quién gobierna? Tiendo a creer que ponen los huevos en diferentes canastas y así se aseguran continuidad.
Hay que transparentar la relación entre dinero y política. El parlamento actual no es representativo de la sociedad: ¿cuántas mujeres hay en el Congreso? ¿Cuántos obreros? ¿Cuántos indígenas? Al final, los que están allí representan a una elite que tiene a sus hijos en colegios privados, se atienden en clínicas y tienen jubilaciones por sobre el millón de pesos. Eso los hace legislar en función de la defensa de sus propios intereses y ahí los empresarios juegan un rol fundamental en el financiamiento de la política. Los empresarios ponen huevos en diferentes canastas porque no les interesa quién salga, sólo les importa que el orden se mantenga.

¿Eso representa Sebastián Piñera?
El de Piñera fue un gobierno de continuidad de los anteriores, del mismo corte. Su figura representa la ansiedad y la ambición.

¿El país está peor que hace cuatro años?
Es difícil decirlo. Uno no puede atribuirle a un gobierno toda la culpa o la virtud de lo que pasa en un país. Si Chile prospera tiene mucho más que ver con el esfuerzo de los trabajadores, de las dueñas de casa, de los estudiantes, que con el presidente.

¿Logras encontrar algo positivo en la gestión de Piñera?
Este gobierno no hizo ninguna reforma importante. Fue un continuador del orden cuando la sociedad despertó en los grandes temas: el medioambiente, el trabajo, la educación. Fue un mal gobierno. Imagínate que van a hacer una película de Hollywood de los mineros, mientras acá los mineros siguen con las mismas condiciones laborales que cuando ocurrió el derrumbe.

¿Con qué personas de la derecha te sientes cómodo?
Yo no voy al parlamento a hacer amigos. No pretendo compadrearme con la derecha, pero hay algunos con los que se puede discutir: Romilio Gutiérrez, Hernán Larraín, Mario Desbordes, y Felipe Kast. Eso no significa que tengamos una afinidad ideológica.

¿Crees que existe una nueva derecha?
Ser un poco más progresista en términos valóricos y renegar de lo más violento del pinochetismo no significa que exista una nueva derecha en Chile. Hay una derecha que sigue defendiendo privilegios, que prefiere el negocio por sobre los derechos, y eso no cambia porque un par de diputados se chasconean un poquito. La derecha es la misma, se pueden poner nombres más choris, pero no cambian de esencia.

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