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Cultura

26 de Marzo de 2014

Perfil: Octavio Paz, el intelectual rebelde que renunció a la diplomacia por coherencia

Octavio Paz fue un actor apasionado del siglo XX, un gran polemista e intelectual rebelde que se apartó de la izquierda para denunciar los totalitarismos y puso fin a su carrera diplomática por coherencia. Pero nunca conservador ni reaccionario, decía el propio Paz (1914-1998), cuyo espíritu combativo estuvo marcado por un padre que participó en […]

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Octavio Paz fue un actor apasionado del siglo XX, un gran polemista e intelectual rebelde que se apartó de la izquierda para denunciar los totalitarismos y puso fin a su carrera diplomática por coherencia.

Pero nunca conservador ni reaccionario, decía el propio Paz (1914-1998), cuyo espíritu combativo estuvo marcado por un padre que participó en la Revolución Mexicana y un abuelo, autor de novelas históricas, que luchó contra la intervención francesa y la dictadura de Porfirio Díaz.

Desde muy joven, Paz, del que se cumple el próximo lunes el centenario de su nacimiento, muestra su vena política cuando participa, en 1929, en una huelga por la autonomía universitaria tras el allanamiento de la preparatoria de San Ildefonso.

Esos años, para Paz, fueron el inicio de “una búsqueda circular y que ha sido un perpetuo recomienzo: encontrar la razón de esas continuas agitaciones que llamamos ‘historia'”.

En 1930 funda con José Bosh la Unión de Estudiantes Pro-Obreros y Campesinos y dos años después empieza a estudiar Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1937 viaja a Mérida (Yucatán) para trabajar en una escuela para hijos de obreros, y participa en la formación del Comité Pro-Democracia de España, donde un año antes había estallado la Guerra Civil.

Ese año es invitado a participar en un encuentro de escritores e intelectuales antifascistas en Valencia (España), una experiencia que lo marcó a sus 23 años.

Su estadía en Europa se prolonga con viajes a Madrid, Barcelona y París al lado de la escritora Elena Garro, con quien se había casado antes de salir de México.

De regreso a su país hace propaganda en favor de la República española y participa en la fundación de “El Popular”, un diario que se convirtió en el órgano de la izquierda mexicana.

El desencanto con esa corriente de pensamiento comienza con el pacto de no agresión entre Joseph Stalin y Adolf Hitler, que le llevó a separarse del periódico y de sus amigos comunistas en agosto de 1939.

Tras el asesinato de León Trostky en 1940, se sintió “cercado y acorralado”, pero conoció al poeta francés Benjamin Péret y el escritor ruso Víctor Serge, con quienes descubrió el significado del pensamiento crítico.

Entre 1943 y 1945 regresó a EE.UU. y asistió a la conferencia que fundó Naciones Unidas, poco después de haber ingresado al servicio exterior mexicano.

Trabajó en los consulados de Nueva York y San Francisco, y en 1946 es enviado a la embajada de París, donde frecuenta a los exponentes del Surrealismo.

En 1949 descubrió la existencia de los campos de concentración soviéticos y las dudas en torno al comunismo se “convirtieron en críticas”, lo que provocó que muchos intelectuales de izquierda de América Latina se sintieran agraviados.

Entre 1951 y 1952 trabajó en las embajadas de la India y Japón, dos países que influyeron en su obra, y en 1953 vuelve a México tras ser nombrado director de organismos internacionales de la Cancillería.

Hacia finales de esa década el escritor colombiano Álvaro Mutis fue encarcelado por una demanda en su contra por malversación de fondos, y Paz impulsó desde París una campaña para exigir su liberación, lo que repetiría con su amigo José Revueltas en 1968.

Desde París, adonde llegó solo tras su divorcio con Garro, es enviado en 1962 a la India como embajador, un cargo al que renuncia en 1968 en rechazo a la matanza estudiantil del 2 de octubre en Tlatelolco.

“Decidí que no podía representar a un gobierno que había obrado de una manera tan abiertamente opuesta a mi manera de pensar”, dijo entonces el poeta, quien creyó que hasta ese momento que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era capaz de renovarse.

Después de la masacre esa esperanza se diluyó y la única solución era “separarse del gobierno y criticarlo desde afuera”. Su exesposa y la hija de ambos, Laura Helena, le reprocharon públicamente la renuncia.

Regresa a México en 1971 en compañía de Marie Jose Tramini, con quien se había casado en 1964, y participa junto a Carlos Fuentes en una iniciativa para formar un partido, pero ambos se separan pronto de ella.

Julio Scherer, director del diario Excélsior, invita a Paz a editar la revista semanal “Plural”, pero cinco años después renuncia con todo su equipo tras el golpe gestado desde el gobierno contra los directivos del rotativo y denunció lo sucedido en la prensa internacional, y luego fundó “Vuelta”.

El ensayista arremetió contra el partido en el poder en México, criticó la dictadura de Fidel Castro, el régimen sandinista en Nicaragua y a muchos escritores latinoamericanos, entre ellos Gabriel García Márquez, por sus posturas políticas.

El propio Paz, quien consideraba vital la crítica, la rebeldía y el debate con argumentos, admitió que sus opiniones “exasperaron e indignaron a muchos”.

“Tengo el raro privilegio de ser el único escritor mexicano que ha visto quemar su efigie en una plaza pública”, agregó.

En una entrevista con la revista “Letras Libres”, el nobel peruano Mario Vargas Llosa destacó que el intelectual “mantuvo una línea de gran coherencia democrática” y un “espíritu juvenil prácticamente hasta el final”.

Las polémicas “no lo desmoralizaban, sino lo enardecían”, dijo.

En “Octavio Paz: las palabras del árbol” (2009), Elena Poniatowska resaltó su espíritu rebelde, aunque a veces arbitrario, y su destreza para polemizar: “Nadie como tú ha introducido en la última mitad del siglo XX la controversia en nuestro país”.

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