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Opinión

9 de Abril de 2014

Drogas duras, blandas y las torpezas del Estado de Chile

En el año 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas va a revisar la legislación internacional vigente para el control de psicotrópicos y estupefacientes, debido a que cada vez más países se atreven a abandonar la senda del “combate contra el mal”, diseñada en 1961. Uruguay, de hecho, ha legalizado la marihuana; 21 Estados […]

Sergio Sánchez
Sergio Sánchez
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En el año 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas va a revisar la legislación internacional vigente para el control de psicotrópicos y estupefacientes, debido a que cada vez más países se atreven a abandonar la senda del “combate contra el mal”, diseñada en 1961. Uruguay, de hecho, ha legalizado la marihuana; 21 Estados de los EE.UU. permiten el consumo medicinal y 2 de ellos, Colorado y Washington, también permiten el recreacional, incluyendo el autocultivo. Europa, en tanto, ha emprendido su propio camino desde la década de los 70, basado en la reducción del daño como premisa de trabajo. Canadá, República Checa, Alemania, Israel y España también permiten el consumo de cannabis medicinal.

En Chile, la única medida de descriminalización reconocida por la ley es el consumo privado (2005), mientras el Instituto de Salud Pública autorizó, el año pasado, el uso de fármacos cannábicos para personas que así lo soliciten. Respecto al consumo lúdico, la ley 20.000 sanciona todo acto de preparación como compra, venta, regalo y cultivo sin permiso del SAG.

El programa Bachelet incluye la reclasificación de la marihuana; también la prevención (“Liceos y Colegios Libres de Drogas”); medidas para descriminalizar, permitiendo a juzgados de policía local hacerse cargo de las faltas a la ley de drogas, lo que equivale a sancionar con multas y no con prisión y, asimismo, definir “que le está permitido portar a una persona para su consumo personal…” (sic).

La nueva ministra de Salud, Helia Molina, ha declarado que la marihuana no es una droga dura y que la cambiará a la lista Nº2, donde se encuentran las sustancias prohibidas que no causan gran daño a la salud. En virtud de estas declaraciones, un día antes que se le pidiera el cargo, la saliente directora del SENDA, Francisca Florenzano anunció que el decreto para reclasificar a la marihuana estaba listo para ser firmado por la presidenta.

La salida de Florenzano, sin embargo, es también un golpe al gobierno entrante, pues queda rezagado ante la vanguardista postura que la ex directora desea evidenciar. El gobierno aparece inhabilitado a su vez de avanzar debido a un formal asunto de la política: la correlación de fuerzas para establecer el control de las agendas mediáticas que, en el caso de la marihuana, no aparecería sujeta a la agenda coordinadora de las 50 primeras medidas. Este férreo control de la agenda mediática debería estar mejor afinado para salir a defender el programa de gobierno pero, en vez de eso, noto algún tipo de titubeo. La maniobra de Florenzano parece estar entorpeciendo el proceso de reforma a la política de drogas, al poner el pie forzado sobre la firma de un decreto que no se encuentra en la agenda de las 50 medidas de gobierno, obligando a la ministra de Salud a advertir que tales ideas “no son prioridad”. Asimismo, frente a los requerimientos por conocer las causas de su demora Florenzano ha explicado -algo ingenuamente- que el ex presidente Piñera pidió “prudencia” respecto al tema y, en definitiva, dejarlo en manos de las próximas autoridades, aunque el decreto estaba listo para la firma presidencial en enero de este año.

En rigor, estamos en presencia de una situación poco feliz para el proceso de reforma a la política de drogas, pues ha generado una confusión tal, que oculta las reales dimensiones del desafío político: transformar la política de drogas actual para que los efectos negativos de la misma sean menores que los efectos mismos del consumo de sustancias psicoactivas. Aspectos de indudable importancia son la desproporción entre delito y penas, los vacíos de la ley 20.000, los requisitos para obtener el permiso para cultivar estas especies vegetales en el S.A.G, (hasta ahora nunca entregado), usos médicos y de investigación y los desafíos de salud pública (prevención, tratamiento y reinserción) pasen a ser los verdaderos objetivos de la política de drogas. Todo esto apuntando a llevar a la Asamblea General de Naciones Unidas, el año 2016, una postura coherente, creíble y en lo posible en sintonía con los grandes cambios acaecidos en las últimas décadas.

*Doctor, especialista del Colegio Médico en temas de drogas.

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