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Opinión

9 de Abril de 2014

Gonzalo Rojas compara al Gobierno con la Italia de Mussolini y acusa un “fascismo corporativista de izquierda”

En su clásica columna de El Mercurio, el abogado Gonzalo Rojas comparó al actual gobierno con el régimen de Mussolini, asegurando que al dejar abierto el método para redactar una nueva Constitución se promueve una “supuesta participación no hay más que manipulación, tal como sucedió en la Italia de los 30”. “Cuando se oye a […]

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En su clásica columna de El Mercurio, el abogado Gonzalo Rojas comparó al actual gobierno con el régimen de Mussolini, asegurando que al dejar abierto el método para redactar una nueva Constitución se promueve una “supuesta participación no hay más que manipulación, tal como sucedió en la Italia de los 30”.

“Cuando se oye a José Antonio Gómez, ministro de Justicia de Bachelet, afirmar que ‘lo que deben hacer todos los sectores es participar en el diseño de la nueva Constitución, me refiero a los sectores productivos, empresariado, las iglesias y todos los que quieran’, el paralelismo con el corporativismo fascista es evidente”, sentencia en la publicación.

Para el doctor en Derecho, estamos “a las puertas de un fascismo corporativista de las izquierdas gubernamentales, porque… ¿quién decidiría, y con qué criterio, qué grupos serían los llamados a votar? ¿Solo podrían elegir representantes a la Asamblea Constituyente las organizaciones que tuviesen personalidad jurídica? ¿Y quién garantizaría que las elecciones dentro de cada agrupación fuesen genuinas y no dominadas por los más fuertes o los más audaces?”.

En esa linea, Rojas se pregunta “¿cómo se ponderaría el voto de cada grupo? ¿En relación con el número de afiliados reales o potenciales? ¿De acuerdo a la importancia relativa que tuviesen las organizaciones en la vida nacional? ¿Y cómo se determinaría ese peso específico? ¿Votarían solo las grandes agrupaciones o podrían hacerlo las pequeñas unidades en ellas integradas? (¿Votarían solo la CUT y la CPC o también los sindicatos y la SNA?) ¿Le corresponderían a la CUT más votos que a la CPC o los mismos? ¿Les corresponderían a las universidades que no estuviesen en el Consejo de rectores más votos (porque serían muchas más) que las del Consejo, o menos (porque en promedio aquellas serían más jóvenes)?”

Asimismo, el columnista se cuestiona “¿quién garantizaría que cada grupo fuese independiente de los partidos políticos y que no fuesen estos -en particular el PC, que es maestro en armar organizaciones de fachada- los que hubiesen capturado una determinada directiva antes de la elección de la Asamblea Constituyente y no hubiesen forzado, por lo tanto, el voto del gremio en un sentido que pudiese ser exactamente el contrario al de la mayoría de los afiliados?”

“Hubo un corporativismo sincero que intentó influir en la presidencia de Pinochet, pero fue descartado por la decidida acción de Jaime Guzmán. Ahora estamos en presencia de un velado fascismo corporativista de izquierdas que, disfrazado de ONGs que reclamarán ser las legítimas expresiones de la voluntad ciudadana, pretende también sustituir el voto popular expresado en sus representantes en el Parlamento. No será la calle la que derrote al Congreso si hay Asamblea Constituyente: serán las organizaciones de fachada, de acuerdo con el más viejo estilo fascista”, concluye.

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