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Opinión

22 de Abril de 2014

El gobierno y la agenda laboral: esa modesta ambición

* Se acaba de enviar, con bombos y platillos, el proyecto estrella en materia de trabajo del nuevo gobierno. El famoso proyecto de nunca acabar: multirut. Antes, la nueva Ministra del Trabajo había anunciado una agenda laboral para el Gobierno de la Nueva Mayoría. Al mismo tiempo, la calificó de “ambiciosa” y dijo, con total […]

Daniela Marzi y José Luis Ugarte
Daniela Marzi y José Luis Ugarte
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Se acaba de enviar, con bombos y platillos, el proyecto estrella en materia de trabajo del nuevo gobierno. El famoso proyecto de nunca acabar: multirut.

Antes, la nueva Ministra del Trabajo había anunciado una agenda laboral para el Gobierno de la Nueva Mayoría. Al mismo tiempo, la calificó de “ambiciosa” y dijo, con total serenidad, que marcará “un antes y un después” en las relaciones laborales en Chile.

Detalló que esa ambición consiste en abordar, entre otras, las siguientes cuestiones: la negociación colectiva con titularidad sindical, la extensión de beneficios a los trabajadores que se afilien al sindicato, solución al multirut, piso mínimo para la negociación colectiva y mucha formación y capacitación sindical.

Es difícil entender en qué sentido lo propuesto por Blanco puede ser calificado de “ambicioso”. Mejor digamos – para no caer en debates semánticos- que se trata de una ambición modesta, sino modestísima.

En rigor, es una agenda esperable de un gobierno y un conglomerado cuyo pasado ha sido especialmente dubitativo en las cuestiones de derechos de los trabajadores. De hecho, es más modesta que la agenda que Aylwin prometió a los trabajadores en 1989 –que hablaba de una reforma integral al Plan Laboral de Pinochet-, o que la propia promesa de Bachelet en su último año de gobierno de reformar integralmente las normas sobre la negociación colectiva.

Nada de eso, evidentemente, se cumplió.

Lo interesante, en todo caso, es que modesta ambición no es equivalente a intrascendencia. Veamos por qué.

¿Son todas las medidas anunciadas por la Ministra del Trabajo igualmente importantes? o para ponerlo en sus propios términos ¿servirán todas igualmente para hacer un antes y un después en materia laboral en Chile?
En absoluto. De hecho, la mayoría de las cuestiones anunciadas son perfectamente irrelevantes para ese antes y después. Y es que casi todo lo contenido en la “ambiciosa” agenda laboral no modifica un ápice el Plan Laboral –el actual Código del Trabajo- de José Piñera, que es –vamos a ponernos de acuerdo- lo que de verdad importa.

Ni siquiera el popular “multirut”, que a esta altura da para una tesis de sociología política: cómo un tema intrascendente se transformó en algo importante. El multirut es un tema por el cual el movimiento sindical chileno no debería estar dispuesto a pagar ni tres centavos: se trata de un error judicial –especialmente de la Corte Suprema- que en algún momento dio a entender que a una empresa le bastaba dividirse formalmente para afectar la sindicalización y el modo de negociación colectiva con sus trabajadores. Esa posición ha comenzado a ceder judicialmente y hoy los jueces del trabajo no aceptan el burdo fraude en qué consiste su utilización.
Tal será su escasa relevancia para los trabajadores, que hasta el Gobierno de Piñera lo convirtió en su proyecto estrella en cuestiones laborales.

¿Dónde está, entonces, lo único realmente trascendente de esta modesta agenda?

No es difícil advertirlo. Entre los anuncios iba mezclada, como en el tango cambalache, con tanta medida sin mayor importancia – y casi sin darse cuenta- una reforma de verdad. De esas que causarían la tristeza del inventor de las AFP: el fin del remplazo en la huelga.

Y es que esa si es una de las piedras angulares del Plan Laboral.

Quien lo dude, lo invito a preguntar a cualquiera de los pocos trabajadores en Chile que se han aventurado en la trágica travesía de la negociación colectiva si la huelga sirve de algo, cuando va existir reemplazo. Es lo más parecido a una pelea de box donde uno de los contrincantes tiene una mano –sino las dos- amarradas.

De hecho, si hay reemplazo de los trabajadores en huelga, es un abuso del lenguaje hablar siquiera de derecho de huelga. ¿Habrá, entonces, ese antes y después en materia de trabajo que anuncia Blanco con tanta fe?

Por supuesto que no.

De hecho, la eliminación del reemplazo de trabajadores en huelga es una reforma tan mínimamente exigible, que sólo hará que Chile venga en cumplir con el estándar más básico en materias derecho internacional de huelga fijado por el Convenio 87 de la OIT: “La Comisión solicita al Gobierno tome las medidas para modificar el artículo 381 del Código del Trabajo que prohíbe, de manera general, el reemplazo de los huelguistas. A este respecto, la Comisión recuerda que la contratación de trabajadores para romper una huelga (..) constituye una grave violación de la libertad sindical” (OIT, Comisión de Expertos en Aplicación de Normas y Recomendaciones, Informe III, p .100, 2008).

En esta misma línea el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, señaló desde 2004 su preocupación por “la posibilidad en virtud del Art. 381 Código del Trabajo para sustituir a los trabajadores en huelga”, y “alienta al Gobierno de Chile a que revise el artículo 381 del Código del Trabajo, que prevé la posibilidad de sustituir a los trabajadores en huelga” (Tercer Informe Periódico de Chile sobre aplicación del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 44ª y 46ª Periodo de Sesiones, 2004).

¿Negociación colectiva por sobre el nivel de empresa –que es la que, salvo contadas excepciones, la única qué de verdad da poder a los trabajadores? ¿Efecto extensivo de los acuerdos colectivos a todos los trabajadores de la empresa? ¿Establecimiento del sindicato más representativo para efectos de la negociación colectiva? son las preguntas que deberían hacerse en los próximos años desde el movimiento sindical al gobierno de la Nueva Mayoría y sobre las que sospechamos no hay ninguna respuesta.

Al final, permítase una duda, alimentada por nuestra historia reciente: ¿Podrá Blanco lograr lo que ninguno de sus antecesores pudo, Andrade incluido, y romper el férreo veto que tanto defensor del Plan Laboral levantó sobre cualquier reforma en los gobiernos anteriores?

Y es que –no hay que olvidarlo- todavía hay mucho “seguidor de Velasco” en la Nueva Mayoría. De hecho, como sabrá de sobra la nueva Ministra del Trabajo, si en Chile no se hicieron cambios laborales como los que ella ahora promete, incluso tan modestos, no fue por la férrea oposición de la derecha y el lobby empresarial.
No fue ni siquiera necesario. Bastaron los Ministros de Hacienda.

*Profesor Derecho UDP

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