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Opinión

22 de Mayo de 2014

Jorge Volpi, el engaño, el capitalismo y el poder: “Uno de mis combates privados es contra la religión”

La última vez que el escritor mexicano Jorge Volpi estuvo en Chile, el 2012, fue para presentar su libro La Tejedora de Sombras, que narra la historia de Christiana Morgan, su relación con el psicólogo de Harvard Henry Murray y sus sesiones con Carl Gustav Jung. Esta semana, Volpi volvió al país para presentar Memorial del Engaño, una novela inspirada en la crisis de la bolsa estadounidense del año 2008 y que tiene como protagonista al estafador prófugo de la justicia J. Volpi.

Ana Rodríguez
Ana Rodríguez
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En tus obras hay una constante de recoger historias reales y reconvertirlas, reinterpretarlas.
-Pues sí, aunque Memorial del Engaño tiene dos historias centrales. Yo quería escribir una novela sobre padres e hijos y la historia del hijo, que es el narrador, es totalmente ficticia, aunque basada en el contexto real de la crisis; en cambio la historia del padre, que es un personaje ficticio, es la historia de Harry Dexter White y todo este círculo de economistas que al mismo tiempo eran espías, esa sí es real. Y esa historia, ahí tienes toda la razón, yo me enteré de ella mientras investigaba para la Tejedora de Sombras.

¿Por qué decidiste tomar esta historia?
-El origen de la novela son tres cosas. Por un lado, el 2008, cuando empieza la crisis económica en los Estados Unidos, cae Lehman Brothers. Yo vivía en México y estaba seguro de que esa crisis iba a golpear a México de nuevo. Yo nací el 68 y he vivido cinco crisis económicas en México, algunas de ellas tan devastadoras como esta para los mexicanos, para mi familia. Yo recuerdo la del ‘82 que cambió drásticamente el nivel de vida de mi familia. Mi padre es médico pero siempre trabajó en la seguridad social y teníamos una vida bastante confortable. Luego de la crisis del 82, pasamos a tener una vida muy limitada. Biográficamente también quería escribir una novela sobre lo que significa la crisis. Por otro lado quería escribir una novela sobre mentiras entre padres e hijos. Y luego, cuando encontré la historia de Harry Dexter White, que me pareció fascinante, que el creador del FMI hubiese sido al mismo tiempo un espía al servicio de los rusos, me pareció una historia fantástica. Entonces se combinaron las tres cosas.

¿Por qué surge esta idea de escribir del engaño desde un engaño? El protagonista aquí es “J. Volpi”, un estafador que escribe su propia historia y que en la solapa aparece entre sombras.
-Cuando ya tenía la novela más estructurada, ya sabía por dónde iba a ir, ya tenía incluso un nombre para el protagonista, y luego yo mismo me di cuenta que era una novela sobre el engaño y cómo todos hemos sido engañados en esta crisis, y sobre los engaños entre padres e hijos y entre hermanos. Entonces me dije que quizás podía llevar el engaño también en el libro mismo, para el lector. Y realmente el libro no tiene ninguna marca que indique que lo escribí yo. Discutía con mis amigos si esta idea iba a funcionar o no, que alguien pudiera creer que existe. Ellos decían que no iba a pasar, pero el libro se publicó en México hace mes y medio y ya hay un comentarista financiero que escribió sobre el libro convencido de que J. Volpi existió. Y en las presentaciones me he encontrado con gente que está convencida de que existe. Entonces el juego del engaño me gustó.

¿Qué te pareció interesante sobre el tema del engaño?
Yo creo que es algo esencial a la naturaleza humana: estamos hechos para engañar y también estamos hechos para detectar el engaño. La relación entre las personas finalmente siempre tiene que ver con eso. Sabemos que el otro tiene intenciones ocultas, no las podemos ver, creemos que el otro tiene una conciencia semejante a la nuestra y fingimos todo el tiempo. Nuestro cerebro está diseñado para tratar de detectar qué es lo que el otro realmente está pensando. Este juego del engaño me fascina, es mucho el tema de mi ensayo Leer la Mente y ahora, novelísticamente, quería seguirlo tratando.

En tus novelas has tratado muchos temas científicos. ¿Cuál es tu relación no con la ciencia, sino con la religión?
-Esa es una pregunta más complicada. Tuve una educación católica, mi padre es católico y estudié en escuelas católicas prácticamente toda mi vida, desde los 6 a los 18 años. Y a los 15 tuve una conversión a la inversa y desde esa edad soy ateo. Durante una época decía agnóstico pero ya soy ateo militante. Mi relación con la religión es así, uno de mis combates privados es contra la religión.

En este libro, ¿qué pasa con el tema de la justicia y la impunidad?
-Yo creo que uno de los temas de la gran recesión y la crisis es justo la impunidad. La sensación de que fue un gran crimen, el crimen perfecto porque no hay culpables. Los culpables sólo son estos dos, tres, cuatro criminales financieros que realmente engañaron de manera directa a sus clientes como el narrador, y que huyen como este, o están en la cárcel. Pero los que fueron realmente responsables o corresponsables de todo esto, que va de políticos a grandes directivos de bancos e instituciones financieras y a las agencias de calificación, de esos nadie está siendo juzgado, nadie está en la cárcel.

La impunidad es lo que gatilló el descontento de la gente que empezó a movilizarse.
-Claro, porque mientras todos somos los que pagamos, porque a los que nos recortan servicios sociales, que pierden el empleo y la casa es la gente común.

¿Carece el capitalismo de ideología?
-Más bien es una ideología tan poderosa que nos hizo creer que no tenía ideología. Lo que pasó, sobre todo con este capitalismo neoliberal que ustedes en Chile conocen muy bien, es eso: se disfrazó de técnica. Entonces todos los economistas neoliberales dicen que no son ideológicos, sino esto es lo que hay que hacer porque hay que mantener los mercados contentos, con una macroeconomía estable, y siempre son lo que te dicen, cuando por detrás todo es político ideológico. Y las consecuencias de esto ha sido el incremento en niveles de desigualdad enormes en las sociedades capitalistas.

¿Y qué implica eso a nivel moral?
-A nivel moral la gran transformación de esta era no es decirnos que somos egoístas, que somos avariciosos, que eso lo somos, es parte de la naturaleza humana, está inscrita en nuestros genes; sino decir que ser egoístas y avariciosos es bueno. Que si es algo que está en nuestra naturaleza, pues hay que asumir que está bien y que, además, si buscamos nuestro propio provecho está bien porque en el fondo nuestra riqueza se repartirá a mediano plazo entre los demás. Cosa que es ideológica y absolutamente falsa.

Desaparecen los conceptos más colectivos. La solidaridad.
-Sí, una de las grandes pérdidas del fin de la Unión Soviética y de ese mundo es que ideas como solidaridad quedan en bancarrota durante mucho tiempo. Es hasta ahora, después de la crisis del 2008 que resurgen de alguna forma. Pero durante veinte años no estuvieron.

PODER
Después de esta crisis del 2008 empiezan a surgir los movimientos sociales, el Occupy Wall Street, el movimiento del 15M, o las mismas protestas estudiantiles aquí en Chile. ¿Sirvieron de algo estas movilizaciones?
-Es curioso pero en general no sirvieron de nada en términos de políticas públicas. No les hicieron caso en ninguna parte, excepto en Chile. Pero en el resto del mundo, si tú ves qué pasó con Occupy WallStreet, qué pasó con el 15M, con Somos 132 en México, realmente el sistema los hizo ver como marginales, como radicales, y en términos electorales o de que influyeran en la política, nada. Sigue siendo lo mismo. Chile es el único caso, paradójico, porque es el único donde por lo menos una parte de esos movimientos estudiantiles ahora están en el gobierno, han sido los dirigentes estudiantiles elegidos al Congreso. Y eso sí es muy novedoso en el marco de todas estas movilizaciones en el mundo, en ningún otro lado ha pasado. Ahora, habrá que ver aquí qué tanto eso va a separarlos de las bases o no a los dirigentes estudiantiles.

¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda en esto? En no haber capitalizado estos movimientos, este descontento.
-Yo creo que la izquierda nunca, o hasta el momento, no supo recuperar la iniciativa tras el fin de la Unión Soviética. Al caer en descrédito el socialismo real, inmediatamente entra en descrédito el socialismo en general. Entonces han sido solo reactivos a los gobiernos, o cuando han estado en el poder han aplicado la misma política neoliberal de la derecha. Hasta esta crisis. Y después de la crisis tampoco han sabido proponer un modelo alternativo. Por eso estamos en una época muy extraña donde sabemos que el neoliberalismo provocó este desastre, pero donde no ha habido un cambio hacia otra cosa, seguimos más o menos en lo mismo con unos cuantos parches por aquí y por allá, pero básicamente no ha habido un cambio en el modelo.

Dijiste una vez, en esta misma revista, que estabas obsesionado con el poder. ¿Cómo tratas el tema en este libro?
-Aquí es otra vez un libro muy político, aunque el poder que se ve aquí es el poder económico, quizás el más importante en el mundo. Es un retrato de varios niveles de poder. Desde el poder que tiene el narrador simplemente por tener dinero, hasta el poder que tienen los economistas en este mundo. Y cómo en este mundo parece que el único poder que importa es el económico, que suplanta al poder político. Y el poder político se rinde al poder económico, sin importar si es la izquierda o la derecha. Buena parte de la desregulación de los mercados financieros, que es el origen de esta crisis, se llevó a cabo en los Estados Unidos en la época de Clinton, que era demócrata, es decir, en teoría, lo que en ese país es más cercano a la izquierda.

La última vez que viniste a Chile, el 2012, éramos gobernados por Piñera. Me acuerdo que criticaste a la Concertación por tener ideas socialistas, pero gobernar administrando una economía neoliberal. Hoy tenemos nuevamente a Bachelet en la presidencia. ¿Cómo lo ves?
-Yo creo que está bien. Ella fue, a pesar de todo, una dirigenta muy popular, creo que fue una de los mejores gobernantes en su momento en América Latina, y ahora parece que con ideas más de izquierda. La coalición es más amplia, hay integrados comunistas y la agenda parece más de izquierda. Las medidas que ha prometido parecen positivas en el marco de una sociedad naturalmente neoliberal y conservadora como es Chile. Pero ha pasado muy poco tiempo, entonces más bien yo les preguntaría a ustedes los chilenos, cómo está la situación en estos meses.

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