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Nacional

12 de Junio de 2014

Adriana Gómez, periodista, 64 años: “Antes el aborto era un método anticonceptivo”

Este testimonio forma parte de un reportaje de Verónica Torres para la revista The Clinic del 27 marzo 2008, donde se reunieron cinco experiencias de distintas mujeres que se habían practicado un aborto en Chile.

Por

Adriana Gómez

“Tengo tres hijos y he abortado varias veces. Por mi edad no es una cosa rara. Mi madre y mi abuela murieron hace muchos años, pero estoy segura que si les preguntara seríamos muchas más las que alguna vez abortamos. Es que antes el aborto era un método anticonceptivo, pero en mi juventud más bien había ignorancia. Faltaba asumir que tenías que cuidarte y pedirle a tu compañero que se cuidara. A mí me pilló la píldora entre medio de la revolución de las flores, de este hagamos el amor, pero con desinformación. Tal vez yo debería haber tenido más cachativa, pero me embaracé y no me interesaba tener hijos. Así de simple. No era mi proyecto y no me costó mucho conseguir información sobre dónde abortar.

Es que antes no existía esta criminalización tan fuerte. Tampoco recuerdo a nadie diciendo “que brutalidad”, o “me voy a cortar las venas por la culpa”. Era algo aceptado por debajo, y creo que tal vez muchas mujeres quedaron con culpa, pero no fue mi caso porque yo soy una laica pura. No tengo el peso de la Iglesia Católica así que la culpa no me marcó, pero tampoco estoy contenta de haber abortado. Ojalá no hubiera tenido que hacerlo, nadie quiere hacerlo, pero en ese momento me resolvió un problema y son procesos que uno vive muy sola porque todo es clandestino. Vas a un lugar escondido, al cual llegas por una serie de indicaciones siniestras, donde hay una puerta cerrada, sin número y donde el tipo que te hace pasar no te habla, está en silencio y no te ponen anestesia, entonces, sientes una sensación de indignidad tan grande y te preguntas ¿por qué mierda tengo que estar en este proceso, en esta soledad?

Recuerdo a una joven peruana que me contó que el médico la violó y después le hizo el procedimiento, y ella estaba ahí, sola, pensando qué hacer… Eso es de una brutalidad, de una indignidad, de una transgresión de derechos, que en otros países como en Puerto Rico no ocurre. Hace años visité allá con una amiga, una clínica de aborto y la consulta era normal, abierta, pública, tenía un cartel y mi amiga me contaba que las mujeres que abortaban podían llevar a alguien para que les tomara la mano. Después los médicos les hacían un seguimiento post aborto para que no tuvieran complicaciones. Ahí tú ves el reconocimiento del problema social y humano, donde la solución es buscar cómo te apoyo y cómo evito que reincidas en esto. Como si fuera otra prestación de salud porque el aborto clandestino tiene un riesgo muy alto de enfermedades y de muertes sobre todo en las mujeres pobres y adolescentes, que a menudo llegan a abortar cuando el embarazo está avanzado y es más riesgoso. Antes, les da miedo, vergüenza, y no tienen dinero. Las adolescentes de ahora corren un gran riesgo. Me ha tocado conocer muchos casos. Ya está bueno que se entienda que el aborto es un problema de salud, de derechos humanos, de justicia.

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