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Opinión

4 de Julio de 2014

Los “argumentos” pro vida: El sentimentalismo fascista

Suelo escuchar de parte del discurso pro-vida “argumentos” que intentan apelar a nuestro hipersentimentalismo. Nos quieren conmover con la figura del no-nacido como una personita consciente de su existencia, con voluntad de vivir y poder experimentar las bellezas de nuestro mundo. Como si todo embarazo tuviera la inmediata posibilidad de una vida mejor. Como si […]

Josecarlx Henriquez Silva
Josecarlx Henriquez Silva
Por

aborto legal
Suelo escuchar de parte del discurso pro-vida “argumentos” que intentan apelar a nuestro hipersentimentalismo. Nos quieren conmover con la figura del no-nacido como una personita consciente de su existencia, con voluntad de vivir y poder experimentar las bellezas de nuestro mundo. Como si todo embarazo tuviera la inmediata posibilidad de una vida mejor. Como si todas las mujeres que quieran abortar -y que están abortando- estuvieran negándole a su “proyecto de hijo” la felicidad. El mediocre intento argumentativo de quienes creen en “lo sagrado de la vida” solo me parece un porfiado y soberbio bostezo. Porque realmente no están queriendo discutir, no están queriendo generar cuestionamientos sensatos, ni están aportando a una posible discusión con argumentos serios.

Cuando vi a Javiera Icaza en Mentiras Verdaderas diciendo que “si aceptamos este tipo de aborto, no va a existir gente como yo” comprendí que todo argumento pro-vida es un argumento entre comillas. La escuché atentamente y me dediqué a leer sus entrevistas en otro medios: Javiera, quien nació con el síndrome de Holt -no tiene manos por esta malformación en sus brazos- cree que el aborto sólo promovería una búsqueda de la perfección. “En Paris me sentí como animal de circo. En Europa guagua que viene mal es guagua abortada. No hay gente con síndrome de Down”, dijo también en la Revista Paula, relatando su experiencia al viajar a Francia. Como si las mujeres abortaran por miedo a tener un bebé distinto. Ciertamente, el testimonio de esta joven estudiante de Derecho de la PUC tiene todo el condimento para ser conmovedor y resume el tedioso discurso pro-vida.

¿Es el aborto una estrategia científica de perfeccionamiento de la raza humana? ¿Cuando las mujeres deciden abortar están matando a un posible Pablo Neruda? ¿Realmente queremos seguir atorados con discusiones conservadoras sobre la humanidad del feto?

La “lógica” pro-vida recurre frecuentemente a estas formas de “argumentar” su fascista postura.

Tienen claro que no pueden recurrir al razonamiento para mantenerse en pie frente a una sociedad que exige abortar con seguridad. Asumen que su conservadurismo cristiano sólo puede apelar emociones, sentimientos. Ninguna persona con un mínimo de sensatez creería que desechar un cumulo de células con forma de feto es asesinato o un atentado contra el plan divino. A mí no me queda más que reírme o bostezar. Porque he oído cientos de veces testimonios como el de Javiera y sólo se puede concluir que todo argumento pro-vida es un argumento entre comillas.

Cuando se utilizan las emociones, cuando se recurre al facilismo sentimental lo único practico es sacar el pañuelo. No hay voluntad de pensamiento, de contextualización. La clase social no es un detalle eludible al momento de hablar de aborto. No hay que olvidarse que el aborto es necesario también para que las mujeres pobres no sigan siendo encarceladas ni muriendo. Prefieren poner su estricta moral por sobre las diferencias injustas entre un aborto clandestino de barrio bajo versus las operaciones de “apendicitis” en clínicas privadas.

El discurso pro-vida sólo es una campaña de terror que no puede ni quiere reconocer en las mujeres el legitimo derecho a decidir sobre su cuerpo. No hay una voluntad democrática, si quiera, de dialogo para llegar a un consenso. Si en Chile aun estamos atorados con cuestionamientos mediocres respecto al aborto, tiene directa relación con el poder (invisible) que aun ejerce la Iglesia Católica sobre la República, como dos amantes silenciosos en tiempos donde el Estado se supone laico.

Prestarles mucha atención, incluso, ya me parece una perdida de tiempo: un fundamentalismo -porque eso es el cristianismo oficial- que cree en la fecundación como un milagro divino, un propósito predestinado por Dios, en ningún caso estará de acuerdo con que las mujeres puedan abortar. Es un conservadurismo medieval que ni si quiera la condición de “terapéutico” le calme la histeria a la irrisoria queja pro-vida. Si seguimos entrampados dandole importancia a la mediocre opinión de esos cristianos, pasaran los años y ya no quedaran mujeres vivas por abortos mal hechos, sólo existirán esas bellas mujeres blancas obedientes a su Dios que las creó para parir hasta el fin de los tiempos.

* Josecarlx es prostituto feminista, escritor y activista de CUDS (Colectivo universitario por la Disidencia Sexual)

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