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Mundo

19 de Julio de 2014

Berlín evoca 70 años de “Operación Valkiria”, fallido atentado contra Hitler

Alemania evoca mañana el fallido atentado contra Adolf Hitler del 20 de julio de 1944, la llamada “Operación Valkiria” o conjura de la elite de la Wehrmacht que, según diferentes historiadores, de haber prosperado podría haber evitado millones de muertes. El presidente del país, Joachim Gauck, abrirá la conmemoración de ese septuagésimo aniversario con una […]

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Alemania evoca mañana el fallido atentado contra Adolf Hitler del 20 de julio de 1944, la llamada “Operación Valkiria” o conjura de la elite de la Wehrmacht que, según diferentes historiadores, de haber prosperado podría haber evitado millones de muertes.

El presidente del país, Joachim Gauck, abrirá la conmemoración de ese septuagésimo aniversario con una ofrenda floral y un discurso en el Bendlerblock, la sede del ministerio de Defensa en Berlín donde está el monumento de la resistencia antihitleriana.

El siguiente acto, también con Gauck y la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, tendrá lugar en Plötzensee, el museo instalado en lo que fue, durante el nazismo, cárcel y escenario de fusilamientos contra los enemigos del régimen.

Del recinto, a orillas de un lago, se regresará al Bendlerblock, donde la ministra presidirá una jura de la bandera, ceremonia que en los años 90 del pasado siglo solía derivar en altercados con manifestantes de izquierda, que lo tachaban de parada militarista propia del Tercer Reich.

Será una jornada de recuerdo a una conjura impulsada por el coronel del Estado Mayor Claus Schenk von Stauffenberg, que junto a otros aristócratas trataron de eliminar a Hitler, en una trama cuidadosamente trazada que el azar desmanteló.

Stauffenberg fue el oficial que colocó el maletín con una bomba activada bajo la mesa donde Hitler se reunía con el Estado Mayor, en su cuartel general de Prusia Oriental, en Ketrzyns.

En su interior había dos artefactos, pero solo uno estalló. Cuatro de las veinticuatro personas presentes murieron, mientras que Hitler sufrió apenas heridas leves, ya que uno de los presentes había desplazado con el pie el maletín minutos antes de la explosión.

Pese al fracaso, la historia elevó a ese grupo de oficiales a la categoría de símbolos de la resistencia, como lo fueron los hermanos Sophie y Hans Scholl, dos estudiantes miembros del grupo Die Weisse Rose -La Rosa Blanca-, descubiertos y guillotinados en 1943.

Si a los estudiantes se les recuerda como ejemplo de coraje juvenil, a los conjurados de Staffenberg se les evoca como exponente de la capacidad de levantarse, también dentro del ejército, contra un régimen monstruoso.

Stauffenberg era un oficial de 36 años que había perdido un ojo, la mano derecha y dos dedos de la otra en África, que empezó a fraguar dos años atrás su conspiración con militares como Ludwig Beck y civiles como Carl Friedrich Gordeler.

Algunos miembros de la conjura, como el mismo Stauffenberg, habían asistido inicialmente fascinados a las ofensivas hitlerianas contra Polonia y Rusia y vieron en Hitler un instrumento para que el Reich recuperase la dignidad perdida tras la I Guerra Mundial.

La realidad de los campos de concentración y la locura nazi de la que fueron partícipes les hizo cambiar de opinión.

Stauffenberg había abandonado el despacho tras depositar el maletín y voló de regreso a Berlín sin saber que Hitler seguía vivo.

Muerto el Führer, su propósito era negociar con los aliados e instaurar un gobierno militar provisional que pusiera fin al horror de la guerra.

Un buen número de integrantes de la conjura siguieron el plan, hasta que a las 21.00, en medio de la confusión, Stauffenberg y los suyos fueron detenidos por un comando leal a Hitler.

Tras la medianoche el conde y tres de sus acompañantes fueron ejecutados en el patio del Bendlerblock. Media hora después Hitler dirigió una arenga por radio para demostrar al país que seguía vivo.

Otros doscientos implicados en la “Operación Valkiria” fueron asesinados o internados en campos nazis en los días siguientes.

Los honores a ese grupo estuvieron durante años rodeados de cierta polémica en Alemania, puesto que implicaba rendir tributo a aristócratas que traicionaron el principio de la jerarquía militar.

Sobre esa controversia prevalece la consciencia de que, de haber materializado el magnicidio, tal vez se habrían ahorrado millones de muertos, en el frente o en el campo de concentración, desde ese julio de 1944 hasta la Capitulación del Reich, en mayo de 1945.

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