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Mundo

22 de Julio de 2014

Patriotismo y libertad de expresión al debate en Israel por la matanza en Gaza

La operación militar “Margen Protector” en Gaza ha alentado una oleada de patriotismo y apoyo masivo de la sociedad israelí hacia su Ejército, situación en la que prima lo colectivo y en la que las voces que muestran empatía con el sufrimiento palestino llegan a ser acusadas hasta de “traición”. Alrededor de 20.000 personas participaron […]

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La operación militar “Margen Protector” en Gaza ha alentado una oleada de patriotismo y apoyo masivo de la sociedad israelí hacia su Ejército, situación en la que prima lo colectivo y en la que las voces que muestran empatía con el sufrimiento palestino llegan a ser acusadas hasta de “traición”.

Alrededor de 20.000 personas participaron anoche en la ciudad de Haifa (norte del país) en uno de los funerales más multitudinarios que se recuerdan en el país por un soldado, en este caso emigrado de EEUU hacía cinco años y que vivía en Israel sin su familia.

La convocatoria para arropar al solitario uniformado en su sepelio, hecha por el equipo de fútbol Macabi Haifa, fue secundada por ciudadanos de todo el país, donde en los últimos días reciben sepultura, uno tras otro, los cerca de 30 soldados muertos en combate.

Se trata de una elocuente muestra del sentir popular en una sociedad, la israelí, en la que cada familia tiene algún hijo o pariente sirviendo en el Ejército, alistado precipitadamente para combatir o en alerta por si surge la ocasión de acudir a filas.

“Estos días me siento realmente como si todos estuviéramos en el frente”, dijo en ese sentido el entrenador de fútbol nacional, Eli Gutman, al visitar hoy en un hospital a los soldados heridos, un ritual en el que participan políticos, altos mandos, famosos y gente de a pie que ni siquiera les conocen.

Yair Benhamu, propietario de una tienda de alimentos en el residencial barrio jerosolimitano de Arnona, explica que “Israel es en realidad una gran familia, un país pequeño donde todos nos conocemos directa o indirectamente, y en el que la pérdida de un soldado es algo casi personal, cuanto menos un trauma colectivo”.

En su tienda, era notorio esta mañana el pesar de la gente al oír por televisión, uno tras otro, los nombres de los últimos nueve caídos, generando en los clientes una singular mezcla de rabia y resignación típicas de un país que ha vivido numerosas guerras.

Muchos supermercados han dispuesto estos días cajas de donaciones para “mimar” a los soldados con chocolates, bebidas o productos higiénicos, y son numerosos los civiles que, pese a las advertencias, acuden a posiciones avanzadas para entregarles raciones o darles las gracias.

De hecho, el primer israelí fallecido por un cohete palestino, fue un civil de la zona de Tel Aviv que repartía comida en el puesto fronterizo de Erez, en el norte de Gaza.

Asimismo, por las calles se reparten estos días banderas nacionales de forma gratuita, para expresar su solidaridad con las tropas y levantar la moral a la población.

También los principales periódicos se han sumado a esta ola con gigantescos mensajes de apoyo en sus contraportadas, mientras cantantes y artistas famosos deambulan por el frente actuando para civiles y militares.

Y es que en momentos de guerra, la población israelí cierra filas en torno a su Ejército y se aferra a la razón esgrimida por la cúpula gubernamental de que era inevitable entrar en Gaza para defender a la ciudadanía, ante la incesante lluvia de cohetes y sucesivas incursiones de milicianos islamistas a través de túneles.

En Israel, la crítica suele venir después, como sucedió en el conflicto armado con Hizbulá en 2006, que acabó con 43 civiles y 120 militares israelíes muertos y la carrera de varios altos mandos.

Así, el ministro de Asuntos Exteriores, el ultraderechista Avigdor Lieberman, instó a boicotear al comercio árabe que cierre sus puertas en señal de protesta por la ofensiva militar, en una muestra de fervor patriótico que comparte buena parte de la ciudadanía.

En los últimos días también se han producido amenazas y agresiones físicas a manifestantes y líderes de la izquierda pacifista, así como a reconocidos artistas que se han mostrado conmovidos por el sufrimiento palestino y en contra de la guerra.

La más señalada ha sido la actriz y humorista Orna Banai, que expresó su tristeza por la muerte de civiles en ambos lados y su oposición a la guerra, antes de describirse a sí misma -con la ironía que tanto la caracteriza- como “un bicho raro, izquierdista amante de los árabes”.

Las respuestas no se hicieron esperar, y en la red afloraron verdaderas cruzadas que rayan en la homofobia y misoginia contra quien también es una lesbiana declarada.

Otra que ha sido sometida al ostracismo popular es la cineasta Shira Geffen, quien al presentar una de sus películas en el Festival de Cine de Jerusalén leyó los nombres de cuatro niños palestinos muertos y pidió a la audiencia un minuto de silencio.

Al cierre del festival un grupo de directores publicó una carta pidiendo el fin de las hostilidades y fueron calificados por la titular de Cultura, Limor Livnat, del partido conservador Likud, como “una desgracia para el Estado de Israel”.

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