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Opinión

23 de Julio de 2014

Gonzalo Rojas achaca al “cosismo” de Lavín la “degeneración de todos los ideales” de la derecha: “La actual generación está perdida”

En su clásica columna de los miércoles en El Mercurio, el historiador Gonzalo Rojas insistió en sus cuestionamientos al “lamentable” estado de la derecha, preguntándose en qué momento comenzó a deteriorarse hasta llegar “a la pésima situación actual” por la que atraviesa, particularmente en cuanto a la claridad en sus principio y valores morales. “Fue […]

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En su clásica columna de los miércoles en El Mercurio, el historiador Gonzalo Rojas insistió en sus cuestionamientos al “lamentable” estado de la derecha, preguntándose en qué momento comenzó a deteriorarse hasta llegar “a la pésima situación actual” por la que atraviesa, particularmente en cuanto a la claridad en sus principio y valores morales.

“Fue entre 1990 y 2000. En esos años en que muchos jóvenes debieron recibir la adecuada formación para convertirse en sólidos servidores públicos, pero en los que -por la desaparición de Jaime Guzmán- fueron desviados hacia el cosismo, esa degeneración de todos los ideales, esa degradación del bien común reemplazado por botones de pánico, encuestas de opinión y playas en el Mapocho. No hay que sorprenderse entonces de la calidad de los dirigentes derechistas de hoy, de esos que en 2000 tenían 20-30 y hoy caminan en los 35-45. La generación está perdida, aunque unos pocos se salvan porque huyeron a tiempo de esa levedad frustrante que fue el lavinismo. Experiencia para no repetir”, se responde el historiador.

Acto seguido, el columnista asegura que para “gestar una generación que hacia 2030 le devuelva a Chile su consistencia”, lo que corresponde es “fundamentar la formación en tres convicciones: una doctrina, un estilo, una historia”.

“Una doctrina que muestre qué es la persona (cuando la izquierda dice que no existe la naturaleza humana), que explique cómo se usa bien la libertad (cuando la izquierda la absolutiza en lo íntimo y la anula en lo público), que refuerce la autonomía de lo intermedio y la subsidiariedad (cuando la izquierda pretende invadirlo todo desde el Estado)”, señala.

“Un estilo que incentive la entrega al servicio desde los hábitos personales más fundamentales y que rechace comportamientos degradantes. Un importante dirigente de la derecha ha declarado hace poco que si su partido cree en la libertad, “no puede entrar a juzgar conductas personales”. Eso es justamente lo que nunca más debe decirse: si la derecha cree en la libertad, ha de calificar -con valentía- como buenas o malas, como dignas o indignas, las conductas personales, partiendo por las propias. A la izquierda nadie le va a pedir eso, porque no lo ha postulado nunca. A cada uno lo suyo”, explica.

“Una historia, porque desde 1964 en adelante, Chile ha vivido no al filo de la navaja, sino sangrante por la acción de su cuchilla. Y en ese sentido, un futuro dirigente tiene que saber dos cosas fundamentales y poder explicarlas desde los datos: que el país fue conducido por Frei Montalva y Allende Gossens hacia una crisis deseada; y que Pinochet y la Junta militar hicieron uso del derecho de rebelión que la inmensa mayoría de la ciudadanía les exigía practicar”, expone.

Solo bajo esas tres coordenadas, concluye Rojas, puede formarse “un dirigente que pueda enfrentar con solidez a las izquierdas desfachatadas. Porque solo con una fuerte convicción se puede derrotar a los afanes de dominación que imperan hoy desde el PC al PPD, pasando por el PS”

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#derecha#Lavín#Rojas

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