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Opinión

29 de Julio de 2014

Bolivia: una demanda, hija de la historia

* Bolivia ha decidido tomar el camino de un Juicio Internacional contra Chile, consecuencia lógica de su política exterior post Tratado de 1904, inaugurada por el Ministro de RR.EE. Daniel Sánchez Bustamante, quien en 1910 dijo que mientras Bolivia exista como nación no cejará nunca en demandar a Chile una salida soberana al Océano Pacífico. […]

Carlos Mesa Gisbert
Carlos Mesa Gisbert
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BOLIVIA

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Bolivia ha decidido tomar el camino de un Juicio Internacional contra Chile, consecuencia lógica de su política exterior post Tratado de 1904, inaugurada por el Ministro de RR.EE. Daniel Sánchez Bustamante, quien en 1910 dijo que mientras Bolivia exista como nación no cejará nunca en demandar a Chile una salida soberana al Océano Pacífico.

Pero algo muy importante, la demanda boliviana es consecuencia también de la política exterior de Chile que desde antes del Tratado de 1904 propuso a Bolivia llegar a un acuerdo para otorgarle un puerto soberano que no asfixiase a nuestro país que durante más de medio siglo había tenido 120.000 km2 de territorio marítimo y 400 km lineales de costa sobre el Pacífico, como consta en el contenido del Tratado de 1895.

El proceso judicial iniciado se basa precisamente en la construcción de antecedentes que demuestran el esfuerzo de nuestros gobernantes y negociadores, de los que destacamos cuatro momentos claves: 1950, presidencia de Mamerto Urriolagoitia H., ministerio de RREE de Pedro Zilvetti A. y Embajada en Chile de Alberto Ostria G. 1975, presidencia de Hugo Banzer S., ministerio de RREE de Alberto Guzmán S. y embajada en Chile de Guillermo Gutiérrez V.M. 1979, presidencia de Walter Guevara A., ministerio de RREE de Gustavo Fernández S., y 1987, presidencia de Víctor Paz E., ministerio de RREE de Guillermo Bedregal G. Y consulado en Chile de Jorge Siles S.

Sin esos pasos cruciales, simplemente la iniciativa del gobierno no tendría fundamento jurídico posible. A su vez debemos recordar las ofertas concretas de gobiernos chilenos que se produjeron en 1920 (Presidente Sanfuentes), 1923 (Presidente Alessandri), 1926 (Presidente Figueroa), 1950 (Presidente González Videla), 1962 (Presidente Alessandri), 1975-1976 y 1983 (Presidente Pinochet). Esos gobiernos ofrecieron una salida soberana al Océano Pacífico, sea a través de un puerto o mediante un corredor con continuidad territorial, en algunos casos mencionando explícitamente que lo hacían al margen del Tratado de 1904.

Es en ello en lo que radica la potencialidad del juicio boliviano. Rompe viejos paradigmas, se atreve a cuestionar “dogmas” nacionales sobre la cuestión, especialmente la obsesión referida al Tratado de 1904, y explota escenarios no recorridos por nuestra jurisprudencia en el ámbito del derecho internacional, particularmente el referido a las controversias entre Estados y, específicamente, en antecedentes vinculados a fallos del Tribunal Internacional de Justicia. Los compromisos (reiterados) hechos de manera unilateral por un Estado, generan obligaciones jurídicamente exigibles. Demanda que no está basada ni directa ni indirectamente en poner en cuestión la vigencia del Tratado de 1904.

Pero algo más. Ha sido la experiencia en carne propia la que se ha recogido para dar este importante paso. La gestión de Evo Morales comenzó su relación con Chile con mucho optimismo, sobre una base diferente a la de hoy: la búsqueda de un acercamiento, la disposición plena al diálogo y la premisa de que la “diplomacia de los pueblos” era un camino que nos acercaría al mar con mayor celeridad que la diplomacia de los gobiernos. El primer logro de esta nueva tónica, que fue respaldada por el primer gobierno de la Presidenta chilena Michelle Bachelet, fue la agenda de los trece puntos que retomó los acuerdos de Algarve (2000, Banzer-Murillo) cuando se estableció una agenda bilateral sin exclusiones. En el citado compromiso estaba, en el punto seis, el tema del mar. Los problemas comenzaron cuando el canciller Choquehuanca demandó a su par chileno la definición de un calendario específico para comenzar el diálogo sobre el citado tema seis. Allí acabaron las sonrisas y comenzaron las dilaciones.

Ese momento coincidió con el cambio de mando en La Moneda. Bolivia se cansó de respuestas evasivas o postergaciones explícitas que muy pronto le permitieron percibir que había un largo trecho entre una agenda aparentemente irrestricta y con voluntad abierta, a la precisión que implica tomar al toro por las astas e iniciar una negociación que busque una solución.

El giro de Morales en marzo de 2011 no fue, en consecuencia, producto de un capricho o una impronta personal, fue el resultado de la miopía de nuestros vecinos y la frustración que representó ver que los cuatro años anteriores habían sido desperdiciados y que el esfuerzo genuino de acercamiento, no era correspondido con un mínimo gesto aunque sólo fuera el formal de instalar una mesa de diálogo sobre el tema marítimo.

Bolivia ha escogido el único camino posible para romper este punto muerto y lo ha hecho de un modo novedoso. Chile, que inicialmente reaccionó con un cierto tono de displicencia, ha comprendido que el Juicio va en serio, que está fundamentado y que Bolivia está poniendo sobre el tablero a sus mejores representantes para lograr el éxito que espera y que merece.

*Ex Presidente de Bolivia y portavoz
internacional de la demanda marítima contra Chile.

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