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Nacional

22 de Agosto de 2014

La apasionada historia de vida del diputado Mario Venegas para defender la educación pública, gratuita y de calidad

El diputado Mario Venegas hizo el pasado martes una apasionada defensa de la entrega de recursos a la educación pública apelando a su historia de vida y a los niños pobres del país. A continuación parte de los principales pasajes de una alocución que no dejó a nadie indiferente en la comisión que vio el […]

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El diputado Mario Venegas hizo el pasado martes una apasionada defensa de la entrega de recursos a la educación pública apelando a su historia de vida y a los niños pobres del país.

A continuación parte de los principales pasajes de una alocución que no dejó a nadie indiferente en la comisión que vio el proyecto de ley que termina con el lucro, el copago y la selección.

“Soy hijo de un maestro mueblista, fui a una escuela de barrio, en Angol y fui al liceo público de Angol, en la Región de la Araucanía, una de las regiones más pobres del país.

Mi padre con su esfuerzo me mandó a una realidad en que podía aspirar a ir a la Universidad de Concepción porque había financiamiento asociado a la realidad socieconómica de los alumnos. Aranceles diferenciados, y pude estudiar solo porque tuve que pagar el 20% de lo que costaba el arancel. En caso contrario a pesar de haber sido un buen alumno en todo ese tiempo, no hubiese podido entrar a la Universidad.

Y si no hubiese entrado no habría sido profesor, ejercer en un colegio municipal, no habría podido llegar al Ministerio de Educación y hoy no podría estar hablándoles como diputado de la República. Esa es sin duda la mejor expresión de lo que hace la educación en términos de movilizarnos y darnos la posibilidad de romper el círculo de la pobreza. Porque no estamos condenados a vivir siempre igual, el determinismo no es posible ni aceptable. Y hoy por hoy es más necesario que nunca tener una educación de calidad porque tenemos una sociedad cada vez más compleja.

La mía fue más fácil, en la época en que yo fui a la universidad, solo el 20% iba a la universidad y pude romper esa barrera económica y también intelectual.

Pero el liceo que tuve y esa escuelita básica, que era conocida como la escuela charcha, era de suficiente calidad como para permitirme ir a ese liceo, en donde íbamos todos, y de ahí salieron arquitectos, abogados y médicos. Y fue el hijo del empresario y también el hijo de un modesto obrero. A esa es la educación a la que que aspiramos, una educación que incluya a todos y le dé oportunidades a todos, y hoy no la tenemos.

Entré al Ministerio de Educación el año 80, es cierto era burocrático, se demoraron tres meses en pagarme el primer sueldo, que me alcanzaba apenas para pagarme la pensión y comprarme las camisas para ir dignamente al colegio, pero saben, lo hacía con vocación y dedicación. Sabía que estaba haciendo algo importante, un salto enorme en mi vida.

El año 81, un gobierno con cero legitimidad democrática, me cambió la vida. Resolvió sin ninguna discusión democrática como si podemos hacerlo ahora, cambiarnos, y nos impuso el sistema de municipalización.

Y yo de ser funcionario público, adscrito a una carrera pública quedé convertido en un obrero municipal, en una tierra de nadie, no era ni público ni código del trabajo. Y sufrí las mayores arbitrariedades. Llegaba un amigo del alcalde y ganaba un 60% más haciendo lo mismo y lo puedo demostrar. He sufrido aquello, me tocó vivir la realidad angustiante. Los que ahora defienden a los profesores y por eso lo catalogo de sofistas, porqué ahora defienden a los profesores si cuando antes pedíamos que mejoraran a los profesores no lo hicieron.

El estatuto docente no Es acaso un documento y un momento histórico para cubrirnos de la arbitrariedad y el abuso y ustedes sistemáticamente, disparando contra el estatuto y esa conquista de los profesores.

Por eso yo creo que hay que recurrir a esta experiencia personal para explicar lo que queremos. Vale la pena, esta es la convicción, este era el sueño profundo que yo tenía para llegar a ser diputado, no es fácil llegar, no para un cabro pobre como yo, cuesta conseguir el financiamiento y cuesta que las estructuras partidarias te den la oportunidad.

Pero vine aquí para tratar de hacer algo, soñaba, a lo mejor ilusamente, que podía modificar, creí que cuando llegara iba a cambiar las cosas. y Me he encontrado con que ha habido inercia, incapacidad, una manera soterrada y permanente de impedir los cambios.

Yo me pregunto ¿cuándo vamos a hacer los cambios que la inmensa mayoría de los chilenos estamos esperando?

Otra frase que anoté ‘no tienen la humanidad para escuchar a las familias. Pues parece que estamos escuchando a distintas familias simplemente. Yo estoy escuchando a las familias pobres, a las de la Cordillera de Los Andes o Nahuelbuta, sumidos en la pobreza más absoluta. Esos niños son los que necesitan que le cambiemos la educación. No esos niños que pueden acceder, en virtud del dinero que tienen sus padres, a las mejores oportunidades. Simplemente igualemos la cancha, tratemos, no es ni más ni menos de lo que estamos pidiendo’.

Recojo una idea que escuché, subvencionemos a los establecimientos que tienen más de 90% de asistencia. Sofistas. Quiénes son los niños que menos van a clases, los niños pobres, porque se enferman más. Los niños rurales porque no pueden ir cuando llueve. Los niños pobres porque no tienen zapatos para cambiarse cuando llueve.

Con esta proposición (Apuntando a un cuaderno con una propuesta de la derecha) no puedo estar de acuerdo, porque lo que estamos haciendo es darle más a los que más tienen.

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