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Opinión

26 de Agosto de 2014

Columna de la fallecida Hija de Perra en 2012: Ver volar a Johnny Herrera me invoca el onanismo puro

Dentro del conglomerado de personajes que desfilan en la farándula pelotera nacional hay varios cuerpos que me provocan y me hacen transpirar. El dinero que rodea a varios jugadores los transforma en atractivas presas y seductoras presencias que a más de alguna o alguno hacen fantasear acaloradamente imaginando enfrentar a estos codiciados mortales en un ardiente ring de cuatro perillas.

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hija de perra

Dentro del conglomerado de personajes que desfilan en la farándula pelotera nacional hay varios cuerpos que me provocan y me hacen transpirar.

El dinero que rodea a varios jugadores los transforma en atractivas presas y seductoras presencias que a más de alguna o alguno hacen fantasear acaloradamente imaginando enfrentar a estos codiciados mortales en un ardiente ring de cuatro perillas. No importa si habla como el hoyo o si tiene cara de camello y menos si no tiene carne turgente que ofrecer, son otros los privilegios que adornan estos cuerpos celestiales idealizados por muchos como dioses oriundos.

Cuando veo un partido me deleito en expansión apreciando la masculina carne chilena envuelta en aquellos uniformes flameantes que al correr denotan y develan las peludas redondeces y volúmenes prominentes, que a una caliente como yo nos elevan a lo más alto del goce visual. El deleite es total cuando mis ojos se encuentran con cuerpos groseramente patriarcales que colindan con este estereotipo cliché del galán canchero, bruto, deportista, de buen cuero, que delirando, te puede dar 1 hora cuarenta de placer carnal.

Al ver volar a Johnny Herrera con su gran humanidad, tan apetecible y deseable, no me queda otra alternativa que soñar ser ese pasto que recibe sus carnes gruesas, alucinando sentir sobre mi vulgar y excitado cuerpo aquella presencia onírica que me hace estallar en pensamientos pecaminosos que indiscutiblemente el cura Karadima estaría soberanamente dispuesto a escuchar en una confesión sobre mis inmorales pensares futboleros.

El exquisito Johnny es una gran muralla de carne vigorosa, su presencia me hace sentir obnubilada, sobre todo cuando veo su accionar mostrenco que dispara acaloradamente mierda a sus adversarios y que en ocasiones provoca el castigo de los altos cargos futboleros. Lo que más me seduce de esas frenéticas locuras, seguramente gobernadas por el permanente estado etílico de su sangre, es que siempre quedan perdonadas y él puede volver a seducir mi mirada en un nuevo partido en el que vuelvo a evaluar anónimamente su corpulencia y suspirar de absoluta pasión al ver su cuerpo apetecible en acción.

Por un momento sus bullados aconteceres y apariciones en los tribunales me hicieron observarlo desde otra perspectiva, pues claramente su existencia está cubierta por otras prendas que lo elevan a la categoría de un fetiche porno criollo envuelto en pantalones ajustados y camisita de hombre serio, una verdadera delicia para imaginar ejercicios amatorios alucinando ser su rubia y voluptuosa abogada horny style que lo ayudará a disminuirle las penas por manejar en estado de ebriedad, recompensado, esta gimnasia judicial a través del rico y orgásmico pago en carne.
Le perdono todo con tal de lamer alguna gota de su talentoso sudor de arquero estrella, que derrama en cada encuentro pelotero y por supuesto seguiré rezando al cielo para que llegue el santo día milagroso en que pueda morder su cuerpo que de seguro me dejará borracha de éxtasis y gloria.

Se describía a si misma como “Transformista, Reina de la Inmundicia”

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