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Mundo

1 de Septiembre de 2014

Falso arquitecto francés recibió dos años de cárcel por trabajar 30 años sin título y construir más de 50 proyectos

Imagen de referencia El falso arquitecto francés Philippe Leblanc, que durante tres décadas construyó cerca de medio centenar de proyectos con un número de inscripción en el colegio del gremio que no le pertenecía, fue condenado hoy a dos años de prisión exentos de cumplimiento. Además, según medios franceses, tendrá que indemnizar a las partes […]

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El falso arquitecto francés Philippe Leblanc, que durante tres décadas construyó cerca de medio centenar de proyectos con un número de inscripción en el colegio del gremio que no le pertenecía, fue condenado hoy a dos años de prisión exentos de cumplimiento.

Además, según medios franceses, tendrá que indemnizar a las partes civiles con sumas que oscilan entre un euro simbólico y 3.000 euros.

La fiscalía había solicitado para Leblanc tres años de cárcel, de ellos dos exentos de cumplimiento, en caso de no cometer más delitos en un plazo de cinco años.

El falso arquitecto utilizó el número de inscripción colegial de su cuñado para construir durante años escuelas, policlínicas y otros edificios, principalmente para organismos municipales, pero también para clientes particulares.

La situación fue destapada por un particular, quien, en desacuerdo con la realización de un proyecto, descubrió que su nombre no figuraba en el colegio de arquitectos y lo denunció.

El Tribunal Correccional de Versalles ha condenado a Leblanc por estafa y usurpación de diploma entre 2009 y 2013 y por haber respondido a varios concursos públicos en esos años, que le supusieron unos honorarios de más de 900.000 euros.

Según su abogado, Pascal Fournier, “por razones inexplicables, no entregó nunca su memoria de fin de estudios” y se convirtió en un “usurpador”, pero no un estafador, y este verano realizó y entregó la memoria final en cuestión.

El semanario “Le Point” recordó que a finales de junio pasado, cuando tuvo lugar el juicio, Leblanc -hoy ausente de la vista- dijo que “sabía que tenía esta espada de Damocles sobre la cabeza, pero, encerrado en el engranaje del trabajo, dejaba siempre la presentación de la memoria para el día siguiente”.

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