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Opinión

5 de Septiembre de 2014

Parra, ¿un poeta político?

Se podría seguir con otros ejemplos, pero la gran movida política de Parra no reside en una u otra frase, por brillantes que sean. Sus gestos mayores son, primero, sus antipoemas, donde subvierte la tradición, no solo chilena sino también universal, y segundo, su trabajo con la visualidad, realizado desde Artefactos en adelante, o sea desde 1972. Los textos de esa obra, muchas veces minúsculos, venían en una caja de cartón que contenía tarjetas postales, elaboradas pictóricamente por Guillermo Tejada.

Tomás Moulian
Tomás Moulian
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PARRA 02

Hay quienes dicen que Nicanor Parra es lo contrario de Pablo Neruda. Tienen razón si piensan en la factura de su poesía, pero están equivocados si pretenden afirmar que uno es un poeta político y el otro no. Parra también lo es, aunque de un modo distinto, pues no se vincula a ningún partido.

La exposición llamada “Obras Públicas”, realizada en el año 2006 en el Centro Cultural Palacio La Moneda, constituyó un esfuerzo por “visualizar” su antipoesía. En ella hay múltiples expresiones de esa dimensión política.

Algunos ejemplos:
1) Una gran fotografía donde se ve la primera página de la sección “Reportajes” del diario El Mercurio. En ella aparece Fidel Castro dándose la mano con un sonriente Joaquín Lavín. Abajo se despliega el titulo “Las tres horas de Castro y Lavín”. Finalmente aparece el cáustico artefacto de Parra: “La izquierda y la derecha unida jamás serán vencidas”;

2) Otra fotografía donde se observa en mayúsculas la frase “Discurso Presidencial” y abajo se ve una página en blanco, expresión de una suerte de discurso cero. Luego el comentario del antipoeta: “Lástima grande que no sea verdad tanta belleza”;

3) Una gran portada de la revista Carabineros en la que aparecen dos Directores Generales dándose la mano en una trasmisión del mando, con Ricardo Lagos de fondo. Luego el comentario, en este caso conciliador, de Parra: “Un mal necesario”. Observación referida (se supone) a los oficiales.

Se podría seguir con otros ejemplos, pero la gran movida política de Parra no reside en una u otra frase, por brillantes que sean. Sus gestos mayores son, primero, sus antipoemas, donde subvierte la tradición, no solo chilena sino también universal, y segundo, su trabajo con la visualidad, realizado desde Artefactos en adelante, o sea desde 1972. Los textos de esa obra, muchas veces minúsculos, venían en una caja de cartón que contenía tarjetas postales, elaboradas pictóricamente por Guillermo Tejada.

Mientras la introducción del habla cotidiana desplegada en los antipoemas rompe con el lirismo tradicional, el trabajo visual crea una forma nueva y distinta de expresión poética. Pero a esas rupturas artísticas hay que agregar las temáticas que están en el trasfondo: la crítica a la modernidad, la aversión al socialismo colectivista conjugada con su cuestionamiento del capitalismo. Aquí el cuestionamiento de Parra se mezcla con muchos elementos estéticos: encuentra en ese mundo moderno vulgaridad, fealdad, además de soberbia; le irrita esa visión de sí que tiene el capitalismo, el cual pretende ser la única posibilidad de desarrollo. Igualmente le irrita que el socialismo colectivista se presente como único camino hacia un futuro de felicidad y virtud.

El tratamiento de esos temas revela que sus antipoemas están lejos de ser solo juegos de palabras, sin conexión con el mundo y la época. También, de hecho, existen en sus textos referencias políticas más directas. Ellas pueden ser resumidas en esta consigna que aparece en “Tercer y Último Llamado”: “Individualistas del mundo uníos / Antes que sea demasiado tarde”. Allí esta expresado el credo de Parra, su postura ideológica. Postura que sin embargo no lo lleva a ser un neoliberal, como bien lo ha mostrado Javier Pineda en un importante artículo, sino un crítico de ese modelo social.

Para terminar tiene la palabra Roberto Bolaño. Este afirma, en un número especial de octubre del 2004 de esta misma revista, publicado después de su muerte: “Parra no escribe sobre la pureza. Sobre el dolor y la soledad sí que escribe”. Y agrega que el antipoeta elabora sus versos “como si al día siguiente fuera a ser electrocutado”. Con ello quiere decir que este escritor, en apariencia retirado del mundo, escribe jugándose la vida. Esa es su forma particular de ser un intelectual comprometido.

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