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Poder

7 de Septiembre de 2014

Carlos Peña: el problema no es Arenas para los empresarios, sino los cambios que impulsa el gobierno

El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, no es el problema, sino los cambios impulsados por el gobierno, los que tienen preocupados a los empresarios. Ese es el tema central de la columna de Carlos Peña en El Mercurio, en la que analiza la diferencia de estilo del actual jefe de la billetera estatal, con sus […]

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El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, no es el problema, sino los cambios impulsados por el gobierno, los que tienen preocupados a los empresarios.

Ese es el tema central de la columna de Carlos Peña en El Mercurio, en la que analiza la diferencia de estilo del actual jefe de la billetera estatal, con sus antecesores, como Alejandro Floxley o el mismo Andrés Velasco en el anterior gobierno de Bachelet.

“Hasta que él (Arenas) se hizo cargo de Hacienda, todos los ministros que le antecedieron compartían una misma convicción: la economía es una ciencia cuyas leyes, como las que rigen el orbitar de los astros, serían independientes de la voluntad humana. Y el ministro de Hacienda tendría línea directa con ellas. El ministro de Hacienda era quien custodiaba los límites de la realidad, los confines hasta donde podía estirarse la decisión humana. El resultado de ese punto de vista, casi una superstición, fue la subordinación de la política a la economía, del Presidente de la República al ministro de Hacienda, de la política a la técnica. De ahí que la permanencia del encargado de las finanzas fue casi un símbolo de cuán atado estaba el gobierno del caso a la realidad. El paradigma de toda esta situación fue Andrés Velasco en relación a la Presidenta Bachelet. Mientras la Presidenta anhelaba realizar sus promesas, Velasco esgrimía su saber para contenerlas”, explicó.

Peña asegura que la elite económica ha buscado instalar que existe desconfianza con Arenas, porque no es un interlocutor válido, ya que mezcla economía y política. Y esto porque el actual gobierno a diferencia de los anteriores, busca llevar adelante las promesas que hizo durante la campaña.

“La actitud que tiene hoy la Presidenta al aferrarse al programa es un signo de su voluntad de subordinar la economía a la política y, a la vez, una formación reactiva frente al recuerdo de su primer gobierno”, insiste Peña.

Peña sostiene que en los gobiernos anteriores el neoliberalismo era palabra sagrada. Se podía hablar de él, mas no tocarlo ni hacerle cambios. Por eso el contacto de los empresarios con el funcionario a cargo de esa secretaría de Estado era fluido. Hablaban el mismo idioma, usaban la misma racionalidad para resolver ecuaciones previamente definidas.

En lo anterior, radica el principal problema, según Peña: “Arenas se desenvuelve e impulsa un momento político y gubernamental cuyo rasgo central se ha subrayado poco: el intento de revalorizar la política y hacer retroceder a la técnica”.

Y sigue: “El esfuerzo reposa sobre la idea, ya se verá si acertada o no, que la economía de mercado, en su versión más cercana al neoliberalismo, se había naturalizado hasta amalgamarse con la realidad entera: solo podía inteligírsela, pero no cambiarla. Y de ahí la sorprendente hegemonía de los ministros de Hacienda, convertidos en los brujos de la tribu”.

Pero no es solo molestia, ni incertidumbre, ni problemas con el modelo, lo que tiene a los empresarios en una postura distinta frente al poder gubernamental y el alcance de las reformas. Para Peña nada cambia si Arenas deja el cargo, si hay cambio de gabinete.

“Por eso es hasta cierto punto ridículo sugerir, como se ha deslizado por estos días, que la desconfianza de los empresarios o de quien fuera se disiparía si cambia el ministro. Este punto de vista revela hasta qué punto en Chile la política todavía se concibe como un asunto de confianzas personales, como si la política fuera una continuación de la amistad y del salón solo que por otros medios”, esgrimió.

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