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Cultura

7 de Septiembre de 2014

Freak: Parva Domus, la pequeña república dentro de Uruguay que quiere ser de la ONU

Parva Domus es una nación ficticia que fue fundada hace 136 años en Montevideo como un lugar en el que disfrutar del lado más amable de la vida. Hoy, cuenta con casi 200 miembros y su ministro de Culto, Jorge Milans, bromea con que sólo entrarán en la ONU si les dejan ser parte del […]

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Parva Domus es una nación ficticia que fue fundada hace 136 años en Montevideo como un lugar en el que disfrutar del lado más amable de la vida. Hoy, cuenta con casi 200 miembros y su ministro de Culto, Jorge Milans, bromea con que sólo entrarán en la ONU si les dejan ser parte del Consejo de Seguridad.

Esta república independiente está enclavada en la zona noble de Montevideo, dentro de una gran casa que está flanqueada por un jardín en el que se asientan carteles con nombres de calles, cañones y estatuas.

Los miércoles por la noche y los sábados a mediodía, sus ciudadanos se reúnen entorno a una mesa y comen, beben vino, cantan, hacen teatro o debaten, aunque eso sí, nunca de política, religión o deporte, destaca a Efe su presidente, Bartolomé Grillo.

Por sus instalaciones pasaron a lo largo de la historia personajes como el escritor Rubén Darío, el músico italiano Arturo Toscanini o el militar y político italiano Giuseppe Garibaldi, quienes asistieron a sus reuniones, a las que sus miembros conocen como “tenidas”.

Esta asociación recreativa y cultural se fundó en 1878, dentro de una zona de la ciudad cercana a un antiguo vertedero y a un pesquero al que acudían sus primeros ciudadanos “en tranvía de caballos”, apunta el vicepresidente de Parva Domus, Rodolfo Mauri.

Su objetivo fue crear un espacio en el que debatir libremente y “pasar buenos ratos entre amigos”, algo que se ha mantenido hasta la actualidad, incide.

A las puertas de Parva Domus, hoy se encuentran dos pilas que “contienen las aguas del río Leteo”, aquel que en la mitología griega que se encontraba en el reino de Hades, y del cual quien bebía su agua se olvidaba de su vida terrenal.

Sus miembros mojan sus dedos en estas ánforas al entrar para olvidarse simbólicamente de las preocupaciones de la vida real y sumergirse en la atmósfera de esta asociación, en la que el buen humor, la solidaridad, la amistad y la tolerancia deben primar, afirma su presidente.

Parva Domus cuenta con su propia bandera, sus estatutos, sus elecciones, su himno e incluso su divisa ficticia, esta última formada por billetes como el inexistente de 499 pesos uruguayos.

Una vez al año, el 25 de agosto, sus ciudadanos desfilan disfrazados por las calles de la República Vecina, como llaman a Uruguay, para celebrar su independencia y conmemorar el aniversario del primer izado de su estandarte.

Actualmente, son cerca de 200 hombres -las mujeres tienen prohibida su filiación- los que forman Parva Domus, que entraron por invitación de uno de los miembros y tras la aprobación de su órgano de Gobierno, precisa Bartolomé Grillo.

Entre todos eligen a un presidente una vez cada dos años, aunque lo normal es confiar en el que ostenta el cargo.

“Cada dos años tenemos una elección que produce cierto jolgorio, cierta comezón infantil en la ciudadanía, con la presunción de que va a alterar el status quo existente. Pero el anterior presidente estuvo 50 años y éste lleva ya 10 o 12”, concreta Jorge Milans.

Parva Domus dispone de su propio museo, que alberga una gran diversidad de objetos valiosos, desde figuras de porcelana hasta uniformes militares, armas históricas, fotografías centenarias o imágenes de personalidades que son consideradas ilustres.

Entre sus reivindicaciones para el exterior, mantienen la de gozar de un espacio aéreo propio o la de obtener una salida al mar, aunque Milans bromea con que ya la han conseguido “a través de las cloacas” uruguayas.

Su espíritu es, 136 años después de su fundación, el de un lugar de esparcimiento para hombres en el que priman “la sonrisa, el canto, la mesa bien servida, un buen vaso de vino y la mejor conversación”, según Milans.

“Entramos, nos ponemos el atuendo, nos olvidamos de aquel mundo y vivimos un poco como niño y otro como adulto, pero con alegría. Siempre tratando de que al final del día tengas la sensación de que conseguiste algo”, concluye su vicepresidente. EFE

rag/amr/es

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