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Nacional

7 de Septiembre de 2014

Padre de Manuel Gutiérrez: “Aspiro a que se ponga fin a la justicia militar”

Tres años atrás Manuel Gutiérrez fue asesinado por el sargento Miguel Millacura mientras observaba una protesta en la comuna de Macul. Durante este período han sucedido varias cosas: la justicia militar condenó al uniformado a tres años y un día de libertad vigilada, su familia ha pedido formalmente al actual ministro de Justicia eliminar los tribunales militares y un documental sobre el Comité que busca justicia en nombre del joven, acaba de ganar el FIDOCS. Hoy, el padre de Manuel, del mismo nombre que su hijo, decide hablar por primera vez con un medio de comunicación.

Por

Padre-de-Manuel-Gutiérrez-foto-alejandro-olivares

FOTO: ALEJANDRO OLIVARES

“La situación que yo viví no se la deseo ni a mi peor enemigo. Manuel era un ejemplo de vida: tranquilo, pacífico, carismático y muy amable. Reconozco que fue el hijo que más disfruté, con el que más tiempo tuve para estar. Era del tipo de niños que esperaban al papá en la tarde cuando llegaba del trabajo. Me besaba, me abrazaba y me volvía a besar. Se colgaba de mi espalda y me tomaba del cuello hasta que me sentara en el sillón.

En mi pieza en Coronel, donde trabajo, tengo una foto suya sobre una repisa. Lo saludo todos los días y le preguntó cómo está. Cuando la foto se cae le pregunto si es que está enojado, si le pasa algo, hablo constantemente con él, así de presente sigue en mi vida.

El día en que mataron a Manuel yo estaba en Coronel. Me llamó mi hijo Isaac, en la noche, tarde. Estaba llorando y me decía que a Manuel le habían disparado un perdigón en el pecho, que estaba en la posta. En mi fuero interno yo pensaba: ¿Un perdigón? ¿En la posta? Un perdigón te deja un moretón, un dolor, no más que eso. Después supe que lo estaban reanimando. No era un perdigón.

Yo sabía que habían protestas en el país, también sabía que la cosa era más o menos pesada. Eran más de las 12 de la noche y yo no tenía cómo volver a Santiago, por lo que me mantuve en contacto durante toda la noche con mi familia. En uno de los llamados escuché, de fondo, un grito de la mamá de Manuel. No había nada más que hacer.

Yo soy un hombre creyente; subí a mi pieza y se lo entregué a Dios. Manuel estaba en sus manos. Si yo dijera que soy un tipo que tiene rencor en su vida mentiría. No conozco el odio y no me interesa conocerlo. ¿Si lo perdono? Sí, por supuesto que lo perdono. Yo no tengo nada contra él, es él el que tiene una cuenta que rendirle a Dios. Yo no quiero que se pudra en la cárcel, no es eso lo que me mueve. A mí me mueve el sentido de justicia, que el hombre pague lo que tenga que pagar. Encuentro injusto que tenga que pagar condena en libertad. Esto pasa porque la justicia es ciega, no mide situaciones. Sobre todo la justicia militar, donde se protegen entre ellos. La palabra justicia no existe.

Por eso es que aspiro a que se ponga fin a la justicia militar. Es sustancial que las situaciones que hay entre el mundo civil y el militar sean juzgadas por los civiles. El asesino de mi hijo, a modo de condena, se fue a disfrutar a una comisaría. No tiene apremios, no va a estar encerrado. Me imagino que estará lustrándole los zapatos al que le sigue más arriba. Hay gente que roba porque tiene hambre y termina en la cárcel.

Si no se hubiese levantado un ícono en torno a Manuel todos podríamos estar bien, como si nada hubiese pasado. Yo creo que esto podría haber pasado al olvido. Gracias al comité esto se mantiene en la memoria. Si no se hubiesen levantado, la verdad es que esto no tendría ningún efecto en nadie.

Lo que he aprendido en mi vida como practicante de una religión, es que yo tengo que hacer todo lo humanamente posible para generar beneficios en los demás buscando la justicia. ¿Por qué me voy a quedar callado? ¿Porque creo en Dios? No puedo dejarle a Dios todo el trabajo, no puedo sentarme a esperar a que lo haga todo.

Pero la verdad, para ser muy justo, yo creo que la justicia para mi hijo no va a llegar. Yo creo que esto va a terminar en las mismas circunstancias en las que está. Ellos dicen que tres años de condena está bien, porque estaba cumpliendo con su deber, pero su deber lo cumplió con una metralleta contra gente que le tiraba piedras.

Yo soy dirigente de un sindicato de pescadores y soy vicepresidente de una federación. Yo solo defiendo a trabajadores de cubierta, es decir, a obreros. No defiendo dueños de embarcaciones, solo obreros. Gente que de alguna manera siento que ha sido manipulada por los que tienen plata, que ha sido usada por años. Fue en este mundo en el que me voy dando cuenta de los abusos. Así fui cambiando mi actitud. Me di cuenta del uso y el abuso que ejerce la política sobre la gente. Antes yo tenía un discurso más recatado en torno a la historia de Manuel, no era parte de la lucha que se estaba llevando. Al fin y al cabo los pobres nunca consiguen nada, siempre siguen siendo pobres. Esto hizo eco en mí y me empecé a involucrar en la lucha social. En hacer algo.

Yo al principio trataba de mirarlo desde el lado religioso e insistía en que teníamos que esperar la justicia de Dios, pero empecé a entender que no era tan así. A nosotros esta causa ya no nos benefició, porque difícilmente lograremos justicia, pero la intención es beneficiar a otros, porque queremos que a los otros no les pase lo que nos pasó a nosotros. Esa dicotomía que antes tenía, hoy día ya no está.

Nuestra meta es generar la instancia, el debate. Que hoy día sea una cosa que se pueda conversar. Pero que no solo lo conversen personas que tienen un pensamiento político, que lo conversen personas apegadas a la religión. Esa gente que decide dejarle todo a Dios y no hacer nada. Esa gente que decide quedarse en el camino y pensar en que Dios lo va a hacer. Yo creo que podemos hacer algo, podemos marcar un precedente.

Yo siempre he dicho que el tipo que asesinó a Manuel salió esa noche con ganas de matar a alguien. Uno no sale con una UZI a cazar pajaritos. Eran dos días de protesta, esta es mi noche, tiene que haber pensado. Los carabineros durante el gobierno de Piñera estuvieron muy exaltados, sintieron que tenían el poder.

Me duele que el dictamen de la justicia haya dicho que el policía prestó colaboración para disipar las dudas del juicio. Mintieron, engañaron, cambiaron parte del fusil por otro, limpiaron el armamento, rompieron la hoja de inscripción del arma y ocultaron la identidad del autor del disparo. Entonces, ¿de qué colaboración estamos hablando? Y gracias a esa colaboración le redujeron la condena. Esto no es justicia, es encubrir a un asesino.

La verdad es que si me lo encontrara cara a cara no sabría qué hacer. Probablemente lo ignoraría porque para mí ese tipo no existe. No sé con qué corazón ese tipo puede mirar a sus hijos. Busco la justicia para que este hombre sepa qué es estar privado de su familia. Incluso preso puede ver a su familia una vez a la semana. Yo hace 3 años que no puedo ver a mi hijo. Hace tres años que no podemos ver al Manuel hijo, al Manuel hermano, al Manuel nieto”.

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