Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

14 de Septiembre de 2014

El actor José Martínez y su obra Calama: “Este país de mierda tiene todo muy segregado”

José Martínez tiene 39 años. Se hizo conocido por su personaje de payaso y por ser el “Tigre” en la trilogía de “Qué pena tu vida”. Ahora es el director de “Calama”, obra en la que también actúa y hace la banda sonora, y que se presenta en el Teatro Mori de Bellavista los viernes y sábados a las 22:45 horas hasta el 27 de septiembre.

Por

El actor y ex payaso José Martínez presenta su obra “Calama”: “Es una ciudad de la que todos hablan mal”

“Calama”, la historia de un lugar “donde todo quedó congelado, pero con calor”, es una comedia musical que cuenta la historia de los Gutiérrez Garrido, una familia obrera con un padre ultra comunista interpretado por Ramón Llao, una madre atraída por el dinero a cargo de Carolina Cox, y un hijo traidor, falopero y con una triste enfermedad encarnado por Francisco Oyarce, quien tendrá siempre a su lado a su amiga que trafica cocaína y expresa sus sentimientos a través del Break Dance, bailado por Paulina Goldsack.

Sus vidas eran aburridas y monótonas hasta que llega a ellas el hombre más importante de todo Calama: El millonario Donald Mc’Enroe -actuado por el mismísimo José Martínez- que hará que todos los miembros de esta familia cuestionen sus principios.

¿Es la primera obra que escribes y diriges?
Yo partí con los Hermanos Martínez Internacional, que era una compañía de teatro que teníamos con la Claudia Celedón y el Cuti Aste, y en el último año estuvo Ramón Llao, y ahí nosotros escribíamos y hacíamos la música. Te estoy hablando del año 2000. Hicimos cuatro obras. Hacíamos humor negro y música. También hice “El Maléfico y a la vez genial Dr. Fumanchú”, una obra familiar. Esa la produje, escribí, e hice la música. También tenía otra obra sobre Nikola Tesla, pero esa es una obra muy cara, entonces necesito Fondart y yo soy medio penca pa esa cuestión. Entonces la dejé ahí y entre medio empecé a hacer “Calama”.

¿De dónde nace la idea de contar esta tragicómica historia en Calama?
Todo esto partió por un escrito que leí de Calama que había en El Mercurio, que decía que la gente de Calama alegaba porque la plata de las minas se iba para Antofagasta. Entonces Antofagasta lo tenían a todo cachete, con costanera y todo, y a Calama, que era la ciudad que generaba las lucas, al no ser capital, lo tenían igual medio dejado a la mano de dios.

¿Entonces “Calama” se trata de agarrar una crítica sobre lo que pasa ahí?
No, lo hice porque alegan no más, porque de hecho le dicen las “tres P” a que hay puras putas, polvo y perros, que es un poco realidad. Pero no, esto sucede en Calama solamente porque era una ciudad que la gente dice, “Ay, qué lata vivir en Calama”, es como decir Coyhaique, una ciudad donde no pasa mucho. Porque este país de mierda tiene todo muy segregado, las cosas pasan en las grandes ciudades. Podría haber sido en Sewell, que esa era la idea, un lugar donde estaban los ricos y los pobres, todos divididos por clases sociales. Pero más que nada era por la historia. Yo quería esa historia de renegar el padre y preferir a otro por las lucas, que sucede, y mucho.

OBRA CALAMA

¿Haz conocido historias así?
La mía -se ríe-. No, no sé si es la mía tampoco, pero igual mi mamá se casó con un alemán que me apoyó caleta de cosas. No es que lo prefiriera a mi papá, pero en tu cabeza piensas, puta que es buena onda este hueón, y puta mi papá que es pesado, que por otras situaciones no me ayudó. Pero pasa.

O sea que los personajes de “Calama” son basados en la realidad.
Lo exageramos todo obviamente, el comunista es ultra comunista, y un comunista que no surgió, de estos que quedaron alegando, de hecho lo sacamos de un personaje de un poema chileno. Y en el caso del otro, que es un facho de mierda, también existen. De hecho, lo que él le dice al final, “tú, roto ignorante, bisnieto de costurera”, viene de la carta de Michael Hartley, que es un cabro de 39 años, que le envió una a un fotógrafo que no le quiso pagar. No sé de dónde sale esa gente, pero existe, que puede llegar a ningunear a alguien a través de que es un “bisnieto de costurera y yo soy nieto de baronesa”. O sea llega a haber gente tan estúpida en el mundo que existe. La realidad supera a la ficción.

¿Has ido a Calama?
Sí, viaje a Calama. Es una ciudad de la que todos hablan mal, no es lo más bonito del mundo, pero está bien, todos tienen pega, todos tienen lucas, nadie se muere de hambre, así que no es tan malo. Pero sí está medio dejado, yo creo que es más la obra del gobierno en el fondo, no es una ciudad que la tengan muy bonita. Eso pasa por el gobierno. Fui a sapear también, para no dejarlos tan mal tampoco, porque también hay una idea de lo que es Calama, que no es la misma que existe ahí. Yo hablé con gente de ahí y me decían que era un lugar la raja. De verdad te puede ir muy bien, ganar lucas. Es la ciudad de las oportunidades. Como Copiapó.

¿La música de “Calama” es original?
Yo compuse toda la música, hice la letra también, y la trabajé con Álvaro Guerra. Ahí hicimos entre los dos la mezcla, las bases; cómo iba a sonar en vivo.

¿Te es más cómodo hacer comedia?
Sí. Igual es un drama pero yo no logro emocionar, y lo sé. Y lo podría tratar de hacer, pero para qué. Porque igual digo las cosas. Las mismas cosas que las puedes decir lateando dos horas, las puedes decir a través de chistes. Y son cuestiones súper duras, situaciones humanas. Que la mamá le echa la culpa a su hijo porque es discapacitado, porque son paquete, que es una carga para él, que a veces pasa que hay mamás que dejan a los cabros tirados y se van a pololear, porque son un cacho al final para rehacer su vida. Es una realidad.

En “Calama” eres el malo. ¿Te gusta hacer de malo?
Ya no quiero hacer más de malo. He hecho de malo y como que la gente me empieza a tener mala. Creen que soy un facho de mierda. La otra vez hice de malo para una teleserie, y todos diciendo “el hueón mala onda”. Yo siempre hacía papeles de simpático, y empecé a hacer personajes de malo y ahora he hecho puros malulos. Quiero ser simpático.

¿Crees que la gente está más interesada en ir a ver teatro?
Sí, creo que sí. Yo creo que hubo mucha obra media fomeca que a la gente la espantó del teatro. Que la gente decía, “ay que lata el teatro”, hay gente que me ha dicho que nunca ha ido al teatro. Pero hay harta obra buena ahora. También hay una cuestión social, de como “ay, fui al teatro”, “oh en serio, qué interesante”. Te da estatus, y está bueno, ojalá que todos quieran tener estatus.

¿Estás en otros proyectos en estos momentos?
Tengo una banda que se llama “Los lentos”, que tocamos rock&roll y garage, y el “Mighty show”, que es un dúo y hacemos como un bolero psicodélico. Con Los lentos tocamos en el bar Loreto el viernes 26 de septiembre.

También te defines como skater.
Yo me defino como actor, músico y skater. De chiste pusimos en el afiche de la obra que estaba escrita y dirigida por el skater José Martínez. De chiste, obvio. Y un tonto grave por Twitter empezó: “ay el skater”. Me da lata. Hay gente que realmente está detrás del computador odiando, y yo respeto todo, te juro. Respeto hasta a Arjona; tiene un manso show armado. Y te afectan. A mí me afectó, le dije: qué te pasa, qué te importa si soy viejo y ando en skate, qué hueá, soy feliz andando en skate. No soy el mejor skater del mundo, lo reconozco, pero me defino como skater porque ando en skate. Ando hace 27 años arriba de esa hueá. Aprendí a los 12. Soy feliz, es mi psicólogo. Un problema y salgo a patearla, transpiro un poco y me siento feliz.

Tú partiste siendo un payaso ¿De dónde surgió este personaje?
Yo partí siendo malabarista, porque encontré un instrumento -el diábolo- en Francia en el año del peo. No cachaba lo que era, lo compré y empecé a jugar. Después llegué a Chile y me dijeron que había un grupo de gente que estaba haciendo malabarismo en el Parque Forestal. Eran 15 personas. Fui a jugar para allá y empecé a conocer a los gallos. Y yo inteligentemente empecé a hacer el negocio de traer las cosas de Alemania. Muy chico, tenía 18 años. Porque acá nadie tenía productos y todos querían jugar. Entonces empecé a traer los productos e hicimos la Casa Payaso, que era la primera tienda de malabarismo en Chile. Después hicimos la escuela de circo, le hicimos clases a niños. Esto lo hice con Nico Allende y Gonzalo Bustos.

Todo esto lo lograste cuando eras muy joven.
Yo tenía 22 años y tenía un imperio de payasos. Ahí empecé a investigar lo que era el payaso. En esa época no existía internet, pero yo tenía la gracia de que tenía a mi mamá en Alemania, que me mandaba libros. Yo tenía mi información secreta. Mis VHS. Empecé a investigar a payasos; a Chaplin, a Grock, a miles de payasos, y me gustó. Me encantó. Después me pasó que no avanzaba mucho con mis compañeros de payasos, estaban medios pegados, no eran tan investigadores y estaban más ligados a la “negociá”, yo quería algo más artístico. Y también empecé a hacer clases, a enseñarle a los niños mi información secreta y de repente empiezo a tener puros clones y dije no po’. Si tengo 22 años, no voy a tener clones ahora.

¿Cómo enseñas a ser payaso?
Les enseñas malabarismo, acrobacias, efectos especiales, les enseñas cómo entrar, a fabricar sus rutinas. Las rutinas generalmente se basan en un instrumento de malabarismo, o de magia, o de una rutina no más. Los vas informando y les empiezas a descubrir su payaso interno también. Tú exageras el cómo eres. Es una caracterización de ti mismo.

¿Cómo era tu payaso?
El mío es como el que cree que sabe pero no tiene idea. Generalmente en el grupo de payasos yo era el más idiota, el chistosito.

Tienes a tu hermana en Suiza y a tu hermano en Alemania ¿Por qué tu familia se fue a Europa?
Porque mi mamá se casó con ese alemán, con el Donald Mc’Enroe -se ríe-. Y se fueron para Alemania. Si él es el tío Donald. Después estaba con otra mujer, y mi mamá se vino a Chile.

¿Nunca has pensado en irte para allá?
No, creo que hay que hacer cosas en este país. Ahora una galla me decía, creo que tú deberías irte a Argentina con la obra. Y yo digo no po’, hay que hacerlo acá en Chile. Si en Chile hay que hacer las cosas. Igual que el malabarismo y el payaso. Fuimos los primeros, porque hay que hacerlo en Chile. El skate también, cuando partí éramos como diez hueones y ahora la cosa ha crecido. La raja viajar y todo, pero hacer las cosas en tu país.

Notas relacionadas