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Mundo

12 de Octubre de 2014

Quiénes son los estudiantes desaparecidos en México

En su edición web de hoy, el diario El País, realiza un perfil de diez de los 43 estudiantes desaparecidos en México a fines de septiembre.

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mexico

La escuela normal rural de Ayotzinapa es la sala de espera de los padres de los 43 estudiantes de magisterio mexicanos desaparecidos hace dos semanas. El centro de estudios forma maestros rurales. Es público, gratuito y solo selecciona a miembros de familias pobres. Las instalaciones están a un lado de una carretera secundaria en una serranía calurosa, separadas de los núcleos urbanos cercanos. Cuenta con unos 500 alumnos en régimen de internado. Tiene 88 años de antigüedad y es de tradición ideológica socialista. En ella se formó el conocido guerrillero Lucio Cabañas.

El viernes a la comida, charlando sobre la Revolución cubana, un estudiante le mostraba a otro un cuaderno de El Capital de Carlos Marx y le decía: “Mira esto. Ya voy por el cuarto. Cuando tú llegues a eso, vas a entender lo que es Cuba”. El centro mantiene un espíritu contestatario, de defensa del campo y fuertemente corporativo. Los estudiantes, de primer y segundo curso, la mayoría en torno a los 20 años, fueron secuestrados el viernes 26 de septiembre a manos de la policía municipal de Iguala -una ciudad cercana- y unos presuntos sicarios. Los alumnos estaban apropiándose en esos momentos de tres autobuses que iban a utilizar para sus desplazamientos, una práctica muy común con la que compensan sus bajos recursos. Las autoridades han hallado en este tiempo una decena de fosas ocultas en un cerro con más de 30 cadáveres que siguen sin ser identificados. El alcalde de Iguala y su jefe de policía, supuestos aliados de un cartel local, están prófugos.

Esta es una selección de perfiles realizada por El País suyos en base a entrevistas con familiares.

José Ángel Campos | Amable y goleador

Cuando Bernardo Campos llega a casa por las noches, su mujer le pregunta si el chico apareció y él le dice “no, nada”. Entonces ella se pone triste y empieza a llorar. El mediano de sus tres hijos, José Ángel Campos, se había pasado la vida trabajando con su padre. “Cultivábamos maíz, frijol, sorgo para alimentar las vaquitas de ordeña. O nos íbamos de peones. Otras personas nos alquilaban para el campo”, dice Bernardo. Su esposa no está con él haciendo guardia en la escuela porque se tiene que quedar en casa cuidando a un tío enfermo que “se mareó de la úlcera”. José Ángel terminó el bachillerato el curso pasado con 32 años y decidió que quería ser profesor. Su padre lo apoyó y le dijo que mientras estudiase, él se encargaría de que en casa hubiese comida. Cuenta que es amable, trabajador y un buen delantero amateur. “Su palabra más favorita era gol”. José Ángel está casado y tiene dos hijas, América, de siete años, y una de dos meses que aún no tiene nombre porque todavía no la han llevado al registro civil. De momento no le llaman de ninguna manera.

César Manuel González | Cristiano Ronaldo lee a Marx
El día que desapareció se dejó el teléfono en la escuela. Al encenderlo, llegan mensajes en Facebook: “¿Dónde estás, canijo?”; en Instagram: “Vuelve de una pinche vez”; y en Whatsapp: “Rezo por ti”. Tres meses en la escuela fueron suficientes para cambiarlo. El Tlaxcalita, de 21 años, llegó vestido de marca, mandaba a las chicas fotos de sus abdominales y se dibujaba a sí mismo en una aplicación del móvil con aires a Cristiano Ronaldo. Esa imagen es su fondo de pantalla. Las teorías de Marx y el entrenamiento físico refrenaron su carácter vanidoso. Con el dinero que le mandaba su familia se compró unas sandalias de suela de llanta que presumía, con ironía, como si fueran unos Salvatore Ferragamo. “Vale más la palabra de un pobre que la de un rico”, era ahora su frase favorita. Llamaba a casa y le decía a su padre: “¿Cómo está usted?”. Hasta entonces siempre le había hablado de tú. Noches atrás, su padre se despertó sobresaltado. Hizo autostop en una carretera secundaria hasta llegar a Iguala, donde desaparecieron los estudiantes. Vagó de madrugada por una ciudad de sombras. En una esquina vio a César vestido con un sudadera. Lo persiguió durante varias calles hasta que logró ver bien su cara. No era César.

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