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Poder

15 de Octubre de 2014

UDI se inspira en Gramsci para elaborar defensa mediática en Pentagate

En la UDI, altas fuentes del partido sostienen que al poner en la agenda el tema de las filtraciones o el supuesto abuso de poder en las diligencias del fiscal Gajardo no están dando palos de ciego, sino creando "la malla donde va a quedar empantanado el caso” y apuntan a que están aplicando la tesis de la teoría de la hegemonía intelectual de Gramsci. Desde la dirigencia, en cambio, acotan que Silva y los suyos han escuchado "distintas opiniones", pero que han actuado con autonomía al definir los pasos a seguir, sin leer a Gramsci, sino a través de un aprendizaje "veloz".

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silva

“Menos Marx y más Gramsci, algo así como un ‘gramscismo de derecha’”. Esa es la definición de un militante histórico de la UDI respecto de la línea estratégica que está intentando definir el partido para enfrentar la arista política del caso Penta. Es segunda vez en el año que el gremialismo se concentra en el politólogo de izquierda. La primera fue en marzo, cuando se intentó que la bancada de diputados leyera la teoría política de Gramsci, aunque no su obra completa, sino algunos capítulos seleccionados de un libro inspirado en él.

La alusión al filósofo italiano -una corriente alternativa a la de Marx- obedece, según fuentes del partido, a lo que internamente se denomina como el “entramado mediático” del caso. En esta línea afirman que, tal como pronosticó Antonio Gramsci, lo relevante, más allá de dónde está el poder real, es cómo éste domina en el plano cultural imponiendo sus reglas y su visión del mundo, es decir, la hegemonía intelectual que se construye a través de la religión, la educación y los medios de comunicación. Es en este último terreno donde se está jugando, afirman fuentes de la UDI, la estrategia partidaria en el Pentagate.

“Entonces, más allá del fondo del tema, lo que se ha hecho es poner el foco en los flancos secundarios, las filtraciones, lo desmesurado de las diligencias del fiscal, las posibles irregularidades de gente de Gobierno, y esos puntos se han instalado bien en una agenda que antes sólo se centró en si existían o no facturas o boletas de irregularidades. No hay que perder el norte: puede que se vea a la UDI tejiendo una malla inofensiva de cordel, pero en esa malla es donde va a quedar empantanado el caso” apuntan estas fuentes en relación a un causa en la que, apuestan en el partido, finalmente sólo se podría configurar algún ilícito respecto del senador Iván Moreira.

Hasta ahora, la táctica enarbolada por el timonel, Ernesto Silva, y su secretario general, Javier Macaya -que han recibido algunos cuestionamientos por su manejo de crisis- ha consistido, principalmente, en responder por las supuestas irregularidades con el argumento de que aún se esta sólo ante rumores e instalar la idea de que ha existido una especie de persecución hacia el partido, reflejada en las filtraciones del expediente, lo que se tradujo en una queja formal ante la Fiscalía Nacional, y en el supuesto abuso de poder de Gajardo. También se ha instalado la moción de investigar los gastos de la última campaña de Michelle Bachelet.

“El efecto concreto es que, con excepción de la élite de Twitter, la gente ve algo raro en la política en general, no sólo en la UDI”, plantea un diputado.

Ahora, confirman en la dirigencia, se pasaría a una segunda etapa: que la directiva poco a poco se desligue de la defensa corporativa en el tema y empiecen a responder, si finalmente aparecen como investigados en la causa, las personas involucradas.

El derrotero esperado, resume una fuente del partido, es que, tras unos meses “de terror”, se avance en un acuerdo para el financiamiento de la política y se comience a despejar la situación de los parlamentarios y rostros de la UDI que el exgerente de Penta, Hugo Bravo, ha mencionado en sus tres declaraciones.

LA OBSESIÓN

Y en medio de todo esto, Gramsci aparece como la tesis que da sustento a la estrategia que ha desplegado el partido.

Por cierto, quienes mencionan a Gramsci son quienes conocieron y compartieron con Jaime Guzmán, un estudioso del “rostro amable del socialismo” y que aplicó la teoría del politólogo en el país al dejar instalada, además de la estructura económica neoliberal de la dictadura, un legado institucional (la Constitución de 1980), político (el sistema binominal) y social, es decir, al desarrollar la “revolución silenciosa” de la que habló Joaquín Lavín cuando se enorgullecía de ser el “gallito de pelea”.

Desde la dirigencia, en cambio, acotan que Silva y los suyos han escuchado “distintas opiniones”, pero que han actuado con autonomía al definir los pasos a seguir, sin leer a Gramsci, sino a través de un aprendizaje “veloz”. Así, por ejemplo, han detenido la idea de los cercanos a Novoa de interponer recursos por las diligencias de Gajardo y querellarse por las filtraciones que, en Tolerancia Cero, Silva atribuyó a medios como The Clinic Online y La Segunda.

Como sea, la obsesión de la UDI con Gramsci es de larga data: Figura en la declaración de principios que está vigente desde los 90 y que señala que “el mundo se sitúa hoy en la era post-industrial, con una desarrollada economía de servicios y una ampliación del ámbito de las decisiones individuales, propio del progreso tecnológico actual. Ello torna cada día más obsoleta la estrategia leninista para establecer la dictadura del proletariado. El Marxismo modifica así su fisonomía hacia enfoques más sutiles como el de Gramsci, que preconizan apoderarse de las sociedades libres a través de la erosión de sus instituciones fundamentales y del dominio de la cultura”.

Y a fines de marzo el jefe de bancada, Felipe Ward, le dio a leer Gramsci en Chile a los diputados para mostrarles cómo el país se estaba encaminando al socialismo instalando, por ejemplo, las demandas de la calle en el Congreso.

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