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Cultura

27 de Octubre de 2014

El regreso a las pantallas de Orlando Lübbert, director de “Taxi para Tres”: “Hay una anemia temática en el cine chileno”

En esta décima versión del Sanfic, que terminó este domingo, se presentó Cirqo, la nueva película de Orlando Lubbert, director chileno que se consagró con Taxi Para Tres el año 2001. Trece años después, vuelve con esta producción protagonizada por Roberto Farías (Los Archivos del Cardenal) e Iván Álvarez de Araya (El Reemplazante), que encarnan a dos presos de la policía secreta de Pinochet que logran escapar de un fusilamiento y terminan siendo acogidos por un circo pobre, para convertirse en payasos, entre cuecas circense, rancheras y la insistente persecución de la dictadura. La película, pretende estrenarse en las salas del país a principios o mediados del 2015 y fue recibida con aplausos en su paso por el Sanfic. Aquí, Orlando Lubbert en entrevista con The Clinic Online.

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Trece años demoró Orlando Lübbert en volver al cine. Escribió Cirqo en el ’94, cuando todavía vivía en Alemania producto del exilio, y el 2007 comenzó su producción, pero múltiples dificultades hicieron que sólo en 2013 se exhibiera por primera vez en Chile en el cierre santiaguino del Festival de Cine de Lebu.

¿Por qué pasó tanto tiempo para filmar de nuevo? Sobre todo después del éxito de Taxi para Tres.
Uno se pregunta eso también, jaja. Yo no quiero victimizarme ni nada, pero muchos proyectos me los tiraron para abajo en los fondos de financiamiento. En Chile tení’ que tener plata para poder sacar películas. Hoy día casi todo el modelo que hay de presentación de proyectos se pasó del Word al Excel. Si tú no tienes un respaldo potente de productores e ingenieros comerciales detrás, o gente con plata que te ponga cheques de garantía, es difícil la cosa. Además, me robaron mucha plata en Europa, me vi obligado a trabajar en la universidad, cosa que siempre me ha gustado, pero en este caso fue una necesidad.

¿Te robaron en Europa?
Sí. Con Taxi para Tres nos distribuyeron personas que no conocía en Europa. Fueron productoras en Francia y en Alemania, que me dijeron que el banco les había sacado la plata porque estaban en deuda, y no me pagaron. Y ahí tú tení’ que conformarte con eso po’, ¿qué vai a hacer? ¡Era mucha plata! Yo tenía planificado dos años de mi vida con ese dinero para poder seguir produciendo. Y me jodieron no más. Finalmente es el abuso del llamado primer mundo, porque saben que uno no tiene un staff de abogados para dar un pelea en Francia o Alemania, imagínate. Y no sólo me ha pasado a mí, le ha pasado a muchos más.

¿Cómo fue el proceso para que Cirqo llegara finalmente a la luz?
Mira, fue un proceso bien especial. Yo este proyecto lo tenía guardado… lo achiqué, lo apreté, le hice un montón de cosas. De hecho, una vez me gané un Corfo -2007- para desarrollarlo. Finalmente pensé que sí era viable, y con el productor Luis Araneda le dimos para adelante. Pero todo se fue desmoronando lentamente con la crisis del 2008. Habíamos amarrado la co-producción con España, con Valencia, a través de Ibermedia. De hecho, tuve que hacer un casting de actores españoles, porque te dan la plata pero como condición tienes que ponerlos en la película, algo que a mí me emputecía mucho. Pero bueno, habíamos hecho ese ejercicio, pero con la crisis europea se cayó todo. Después, nos conseguimos otros productores, y cuando estábamos listos, el terremoto del 2010 nos echó abajo todo de nuevo. Yo me quedé con el trabajo de la universidad, y cuando Luis Araneda se pudo meter de nuevo al negocio, me dijo que teníamos un co-productor que le gustaba el proyecto. Eso me lo dijo un día jueves y el sábado se murió –el productor-, y obviamente se volvió a ir a piso. Fue una historia de nunca acabar de problemas y temas bien complejos. Pero después de todo esto, Alex Bowen –director de Mi mejor enemigo- me rescató la película y partió todo nuevo. Tuvimos que filmarlo todo en 25 días, fue muy apretado. Incluso, hubo cosas que tuvimos que filmarlas después, con mis alumnos de la universidad, con plata de mi bolsillo y con unas cámaras más rudimentarias, pero así la hicimos finalmente, como se hace cine en Chile, jaja.

La escribiste el ’94 ¿no? ¿Por qué te intereso esta historia de dos perseguidos por la dictadura que terminan viviendo en un circo pobre?
Claro, la escribí en el exilio en Alemania en el ’94. La hice después de varios viajes para acá, pensando en Chile. De alguna manera yo quería contar cosas que no se contaban en las películas, que tenían que ver con el interior de las personas. Y me di cuenta que un circo era una manera muy apropiada de hacerlo, porque si algo caracterizó siempre a nuestro país fue la cercanía del dolor con la risa. Fue un elemento de resistencia de mucha gente en las cárceles y los campos de concentración durante la dictadura. Muchas veces esa actitud cambió el signo de la represión. Eso es lo que se rescata en mi película.

Antes de su exhibición en el Sanfic, la mostraste en el Festival de Cine de Lebu ¿Cómo fue esa primera proyección de la película en Chile?
Pablito Krögh –que encarna a ‘Martínez’, el persecutor de los dos protagonistas- estaba muy enfermo. Yo acepté mostrarla entonces para que él la pudiera ver. Invitamos a mucha gente de circo, y fue una proyección muy linda. Pablo logró asistir al lugar, me dijo dos o tres palabras que apenas le logré entender. Me dijo que la película era muy poética, que le había impactado mucho. Me apretó, yo lo apreté… estaba en los huesos el pobre. Un poco después falleció.

pablo korgh y r. farías CIRQO.CL
Roberto Farías y Pablo Krögh

En la película se ven actos, fiestas, música, costumbres del mundo circense. ¿Cómo te aproximaste al circo como tema?
Yo tenía la idea del circo por esa convivencia que te mencionaba entre el dolor y la risa en nuestro país. Y el circo me lo confirmó. Aunque en los circos pobres se lleva una vida terrible, tienen una vitalidad y un optimismo impresionante. La capacidad que tienen para seguir existiendo, inventando números, tratando de viajar, buscando los permisos, luchando con la burocracia de las municipalidades, etc. Tuve reuniones en casas muy pobres, con una estufa al medio, todos tomando té y comiendo pan, y los niñitos con los mocos colgando, en invierno. Pero claro, a pesar de todo lo difícil te sientas a tomar once y te cagas de la risa porque todo lo ven desde el punto de vista optimista, y eso me fascinó. Pero es una vida muy sacrificada, por eso mismo, me atrajo. Porque siempre me ha llamado la atención el mundo de las necesidades, no el mundo de la libertad. Ese mundo donde la gente vive apretada, en una lucha épica por la vida. En ese sentido, la gente del circo, es un ejemplo de vida realmente notable.

Trailer Película Cirqo from Cirqo on Vimeo.

La “anemia” del cine chileno

Taxi para Tres quizá fue una de las últimas películas chilenas con un fuerte componente identitario y social. En la misma línea de films como “Johnny Cien Pesos”, “Sussy”, o incluso el mismo “Chacal de Nahueltoro”, película ícono del cine social chileno, “Taxi para Tres”, que inmortalizó en las pantallas el popular dicho “volante o maleta”, fue una de las últimas de su especie.

Llegado el siglo XXI, el cine nacional se acercó a los relatos más íntimos y dejó, en cierta medida, de lado lo más identitario. “A mí la vida de una pareja cagona con problemas existenciales no me interesa para nada”, dice enfático Lübbert.

Con Cirqo volviste a la dictadura como tema. ¿Cómo crees que la sociedad, e incluso el cine, ha tratado el tema?
Mira yo soy bien crítico ahí. Yo creo que hay una anemia temática en el cine chileno. Creo que hay excepciones, sobre todo en el documental, donde se han desarrollado cosas que dan cuenta del país, pero muchas veces veo películas y me pregunto en qué país se hizo. Yo creo que el cine que tiene futuro en Chile es el cine que se identifica. Un cine donde la gente se ve reflejada y representada, tanto en sus modos como en sus maneras de hablar. Hoy, en el cine chileno, se narran mundos que son poco relevantes, y dramáticamente mal tratados. Creo que se podría hacer mejor cine, creo que este país está lleno de ideas y de personajes notables y maravillosos, y creo que la tarea de los intelectuales y de los cineastas es escarbar ahí y tener una mirada distinta.

¿Tanto así como una anemia temática?
Hay muchos grandes temas que conmueven al país. Qué se yo, el embarazo precoz, el maltrato infantil, etc. Pero son muy pocas las películas que se relacionan a ellos. Yo creo que todo el mundo tiene esa famosa libertad de hacer lo que quiera, pero después no hay que quejarse de que la gente no vaya a ver las películas. O sea, a mí la vida de una pareja cagona con problemas existenciales no me interesa para nada. No hay una exploración de ambientes, de medios, de meterse en el pellejo de la gente. En un país enrejado y segregado, las rejas que vemos en las calles, están en nuestras cabezas también. Entonces es hora de que se haga cine dando cuenta de otros mundos, que no sean los propios ¿no?

A propósito del cine sobre la dictadura… En estos años Pablo Larraín dirigió Tony Manero, Post Mortem y No, la primera película chilena nominada al Oscar. ¿Qué te parecen esos trabajos?
No me gusta opinar de los colegas cuando no están ellos presentes. Pero sobre ‘No’ te puedo decir que la campaña publicitaria del plebiscito fue una operación norteamericana y eso se olvida en esta película. Esto de la ‘pobreza en colores’, todos son paradigmas norteamericanos. ‘No’, que tiene muchos méritos por supuesto, olvida ese trasfondo. Los norteamericanos querían sacar a Pinochet y movieron todos los hilos para hacerlo. Ya tenían la Constitución, la economía instalada, ¡tenían todo! y el peligro era que con las protestas se desarrollara otra cosa. Pero esa es la operación del ‘No’. Entonces si yo hiciera una película sobre eso, trataría de hacer una que a lo mejor no va a ser tan comercial, evidentemente, pero sería una para hablar de esa parte. Es un desafío de otro tipo en todo caso. Igual, al final tiene que ver con lo que cada realizador quiere hacer.

Los fondos culturales

Orlando Lübbert intentó llevar a cabo ‘Cirqo’ desde el año 2007, cuando ganó un fondo Corfo para desarrollar una parte del proyecto. Sin embargo, su historial con la burocracia del financiamiento estatal a la cultura, no es el más feliz, contando con dos proyectos rechazados después del éxito de Taxi para Tres, que ganó el Festival San Sebastián, entre otras 16 estatuillas a lo largo del mundo.

¿Por qué crees que no te dieron el Fondart para Cirqo?
Yo creo que pensaron que como yo había ganado mucho, no tenían que dármelo. No sé, en realidad no sé cuáles son los criterios, independiente que eran proyectos que yo consideraba buenos. Los fondos del cine tienen sus limitaciones. Y una de ellas es la calidad de los jurados y el hecho de que sean realmente profesionales, gente que esté en la parte creativa del medio. Eso es muy difícil conseguirlo. Yo me he encontrado con jurados muy, muy mediocres. Y ahí mismo dicen ‘no tenemos otra posibilidad, no tenemos mas gente’. Un colega que estaba en los jurados me decía ‘¿querí que te diga quién te cagó?’, jajaja. Le dije que no, porque uno se sigue topando con la gente en todas partes.

O sea, podría mejorarse el sistema.
Claro. Como te dije antes, el modelo pasó del Word al Excel. Ahora tienes que tener plata. Eso, sumado a que no hay buenos jurados, nos tiene así. En Alemania, por ejemplo, tienen gente muy preparada para saber si el proyecto es bueno o es malo. Una vez me rechazaron uno en la televisión de allá, pero el tipo me mandó ¡doce informes! de expertos que opinaron sobre mi proyecto. Era de un nivel de rigurosidad, de seriedad, de destreza, que a pesar de que me habían rechazado la idea, terminé contento, jaja. Pero pa’ eso necesitas formar gente. Acá no tenemos formación dramatúrgica para que expertos revisen los temas. Nos falta mucho todavía.

¿Cómo fue filmar Cirqo en comparación con Taxi para Tres? Teniendo en cuenta todas estas dificultades.
En Taxi para Tres yo era el productor, algo que tendré que seguir haciendo, porque nunca más voy a trabajar con uno de nuevo jajaja. Es que uno tiene que depender de uno mismo. Pasan cosas terribles si no. Me acuerdo que en Cirqo estábamos filmando una escena y llega el asistente de dirección y me dice ‘tenemos diez minutos para hacerla’, y era la escena clave de la película. Y tú decí qué cresta. ‘Es que hay que entregar la casa’, me dice. ¿Entiendes? Entonces, si tú eres el productor arreglas las cosas y de alguna manera sales del paso de mejor forma. En Taxi para Tres, además de que yo era el productor, tenía gente joven, un grupo que yo conocía y con los que nos hicimos muy amigos, aprendimos mucho y la pasamos muy bien. En Cirqo, yo la pasé bien, pero también quedé bastante destruido un par de veces porque en dos oportunidades pasó que la película estuvo a punto de pararse por falta de plata. Llegaron y me dijeron: ‘Si no llega más plata, paramos’. Y yo tuve que conseguirme por otras partes. Un amigo me pasó pa’ poder seguir. Al final, se hizo con poco, aunque no se note.

‘Cirqo’ se presentó en su versión “casi final” en el Sanfic. Con una buena acogida por parte del público, la película que va entre el humor y la tragedia humana de la dictadura, está en su última etapa de post producción. “Estamos arreglando unos detallitos en la música para tenerla lista”, cuenta Lübbert. La versión final se estrenaría en las salas comerciales a principios o mediados del 2015, aunque todavía se están buscando las platas para poder distribuirla en todo el país.

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