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Cultura

11 de Noviembre de 2014

Columna: Un Marks que no marea

La narrativa chilena se encuentra en una época de feliz laconismo y brevedad. Parece un milagro que, después de décadas de novelas más o menos convencionales de méritos diversos, los narradores nacionales en su mayoría hayan optado por literaturas marcadas por el silencio y la elipsis. Pero apenas un vistazo a la joven narrativa latinoamericana […]

Tal Pinto
Tal Pinto
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UN-MARKS-QUE-NO-MAREA

La narrativa chilena se encuentra en una época de feliz laconismo y brevedad. Parece un milagro que, después de décadas de novelas más o menos convencionales de méritos diversos, los narradores nacionales en su mayoría hayan optado por literaturas marcadas por el silencio y la elipsis. Pero apenas un vistazo a la joven narrativa latinoamericana echa por tierra esa observación: el minimalismo es la norma, y si no el minimalismo, la contención. Quizás sea la influencia de Carver, tan importante en los últimos treinta años. O tal vez obedece al hartazgo con la novela realista.

Preparativos para un viaje a Kiev última entrega de Camilo Marks, no se asemeja en nada a esta tradición de lo breve y lo callado. Los tres cuentos del volumen son, unos más otros menos, coloridos y hasta sobrecargados (“Y en el transcurso del verano Claudio prestaba una atención embelesada a las parcas historias que su inexpresiva deidad se dignaba a narrarle”). “El verano sin verano”, el cuento que abre el libro, es un relato farragoso, excedido de comas, cursilón (“Helena y Marcelo bailaban, dos convertidos en uno”) en que se usa el vocablo “coger” en vez de “tomar” o “agarrar” (en Chile no se coge, nunca), repetitivo y en el que la relación entre el presente y el pasado no sirve para nada. En suma, un cuento muy malo.

Sin embargo, “Variaciones Goldberg” y el cuento que da el título al volumen, son lejos lo mejor que Marks ha escrito desde que traspasara esa barrera tácita entre la crítica y la autoría. En “Preparativos para un viaje a Kiev”, un profesor y crítico literario recibe una invitación para dictar en Kiev una conferencia sobre el estado de la crítica chilena. Para el narrador la crítica es la “…adherencia a una tradición de claridad, nitidez estilística, juicio valorativo […] opiniones vertidas con fuerza, que, sin duda, pueden ser muy acertadas o bien erróneas por completo. Algunos cretinos, traduciendo muy mal del inglés, llaman a eso impresionismo”. La invitación le sirve para recordar un viejo amorío en Kiev, y las piruetas, contadas con gran picardía, para encontrarse a solas con su amante.

En “Variaciones Goldberg” Marks vuelve a Chile (y Argentina) para narrar la trágica historia de Carlos Rioseco, a quien los milicos le mataron toda la familia. La vida de Rioseco es una sucesión de meses y años sin gran sentido. Vive, o se estaciona en la vida, o hiberna con los ojos abiertos en la vida, acalambrado por una pregunta que jamás se podrá responder: “¿Por qué me dejaron vivo?”, es decir, la pregunta de los que quedaron. Se imbrican con fluidez el presente y el pasado; y Marks, consciente del desafío, hace un lado su manía por las florituras y la pirotecnia, narrando el calvario de Rioseco con gran comedimiento.

En los tres cuentos la memoria es soberana. A nivel alegórico, todos refieren a la discontinuidad que supuso la dictadura tanto en el plano privado como público. La narradora de “Verano sin verano” no consigue prescindir de su pasado, y a cada momento recuerda el nombre que las cosas tenían antes. El energúmeno pícaro e incrédulo de “Preparativos…” repite a menudo la falsedad de la transición, arropándose en el desencanto y el cinismo para moldear su conducta. En “Variaciones Goldberg” la memoria es lo único que le queda a Rioseco. La interrupción de la vida democrática en Chile es un trauma que una o dos generaciones apenas lograron sobrellevar.

Preparativos para un viaje a Kiev es el libro menos artificioso de Marks, en el que, con excepción de “Verano sin verano”, alcanza lo que parece un grado de verdad respecto de su propia escritura: verdad con los temas, con la prosa (aunque la tendencia a lo ampuloso es incontrolable), con su generación y con la crítica. Y la verdad de Chile, que sigue siendo pavorosa.

Preparativos para un viaje a Kiev
Camilo Marks
Penguin Random House, 2014, 239 páginas

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