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Opinión

18 de Noviembre de 2014

Columna: La DC y el PC, pasado y presente

Las relaciones actuales entre la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Comunista (PC) solo se comprenden plenamente desde una perspectiva histórica que revele cómo ambas organizaciones han ido evolucionando.

Tomás Moulian
Tomás Moulian
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El pasado

El PC chileno es, después del Partido Radical, el más antiguo del sistema. Sea que haya sido fundado en 1912, como sostiene la propia organización, o en 1922, momento en que Luis Emilio Recabarren afilia al partido a la IIIa Internacional, tiene por lo menos diez años más que el Partido Socialista (1933). Sufrió múltiples ilegalizaciones, siendo las dos últimas aquellas que se prolongan entre 1948-1958 y entre 1973-1989.

La DC surge en julio de 1957, cuando la Falange Nacional y el Partido Conservador Socialcristiano se unifican. La Falange, en la que militaba Frei Montalva, había sido fundada en 1938.

El PC es desde su inicio una organización marxista-leninista, vinculada con la Unión Soviética y, por ende, partidaria del socialismo. Mientras la DC es, también desde su fundación, una organización socialcristiana, inspirada en los ideólogos Jacques Maritain y Emmanuel Mounier. Postula una concepción alternativista, es decir, se declara partidaria del reemplazo del capitalismo por el comunitarismo. Y aunque con el tiempo afirmar esta postura se fue haciendo cada vez menos frecuente en la DC, el gobierno de Frei Montalva (1964-1970) debe considerarse como una revolución pacífica de carácter anti oligárquica, pues modifica profundamente la situación agraria y facilita la organización de los sectores poblacionales.

El PC a su vez participa durante el gobierno de la Unidad Popular de la tendencia moderada, dirigida por el presidente Allende; mientras la DC termina aliada con el Partido Nacional, apoyando inicialmente a la dictadura militar, con la excepción de un grupo de dirigentes agrupados en torno a Bernardo Leighton.

Pero pronto la DC se distancia del régimen. A propósito del plebiscito de 1980 Frei Montalva pronuncia un importante discurso crítico. Como se sabe esa postura (y otras que fue tomando a continuación) condujeron a su asesinato. Además, inmediatamente después del evento, es expulsado del país Andrés Zaldívar.

Mientras tanto el PC, diezmado por la represión que aniquila a tres direcciones nacionales y a múltiples militantes, plantea entre 1974 y 1980 la tesis del frente antifascista. Esta fórmula implicaba formar un pacto de gobierno, destinado a restaurar la democracia, entre la izquierda, la DC y eventualmente algunos militares progresistas. La organización socialcristiana puso oídos sordos a esta proposición, prefiriendo entenderse con los sectores renovados del socialismo. El PC, en parte a causa de este fracaso, gira a la izquierda y postula desde 1980 la tesis de la rebelión popular de masas, materializada en el fallido atentado a Pinochet.

El presente
Durante el período de la Concertación, cuyo inicio casi coincide con el derrumbe de la URSS, el PC permanece aislado por largo tiempo, víctima además del sistema electoral binominal en los comicios parlamentarios. Presenta sus propios candidatos a elecciones presidenciales, como el sacerdote Eugenio Pizarro que obtiene 4,7% en 1993, Gladys Marín que consigue 3,19% en 1999, Tomas Hirsch con 5,40% en 2005 y finalmente Jorge Arrate con 6,40% en 2009. Hasta que el año 2013, apoya a Michelle Bachelet. Antes había logrado un acuerdo electoral que le permitió contar con tres diputados en las parlamentarias del 2009 y seis en las del 2013, ya formando parte de la Nueva Mayoría.

Por su parte la DC, activa participante en 1983 de la Alianza Democrática y más tarde de la Concertación, pudo elegir dos presidentes de sus filas y participar en tres gobiernos socialistas. Así consigue limpiar su imagen ante la izquierda, afectada por su férrea oposición a Allende y por su actitud inicial frente a la dictadura.

Pero el segundo gobierno de Bachelet le plantea a la DC problemas ideológicos de nuevo tipo. Ello porque considera al PC como una organización con una historia que lo marca, aun cuando tras el derrumbe de la URSS en 1991, el PC no se ha mostrado muy activo en formular planteamientos ideológicos de carácter socialista. Sus posturas electorales más bien pueden calificarse de socialdemócratas. En realidad, el problema que presenta el PC para el PDC es que ha apoyado en América Latina a los gobiernos reformistas que han realizado reformas avanzadas –en especial al de Hugo Chávez– y que además continúa siendo favorable a la revolución cubana.

Para que el actual gobierno realice las expectativas de cambio que ha generado, desde luego es necesario que la DC y el PC se entiendan, pero también es necesario que ambos compartan las tesis programáticas que se han planteado.

Para ello es conveniente que la DC recupere su enfoque ideológico, planteado por grupos que se separaron pero también por ideólogos que se mantuvieron en la organización, como Bernardo Leigthon o Jaime Castillo (este último fue clave en el desarrollo de las posturas comunitarias). Esto significa que debe dejar de considerarse un centro céntrico, que pendula, como lo fue en su tiempo el Partido Radical.

A su vez el PC debe alinearse con claridad en las posturas del socialismo democrático, aquel que supera los modelos burocráticos que sustituyeron la dictadura del proletariado por dictaduras de partido único. Además, estos planteamientos deben hacerse de manera sistemática y frecuente.
Por último, el entendimiento entre la DC y el PC requiere que ninguna de las dos fuerzas se considere propietaria del progresismo. Porque en realidad, el gobierno de la Nueva Mayoría necesita que ambas fuerzas lo sean. Es un error forzar a la DC a colocarse en una actitud defensiva; más bien se necesita que ella se sitúe en posiciones avanzadas.

Por ello son importantes las discusiones que han tenido lugar entre ambos partidos. Aunque, para fortalecer la democracia, sería conveniente que estos debates se realizaran de cara a los ciudadanos, pues una de las virtudes del sistema es que favorece los enfrentamientos ideológicos de carácter público.

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