Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

16 de Diciembre de 2014

Columna: La Eutanasia como un Derecho Humano

En septiembre pasado, el senador Fulvio Rossi (PS) reactivó en la Comisión de Salud de la Cámara Alta, un proyecto que permite la Eutanasia en Chile y que se encontraba en el Congreso desde 2006. Para algunos sectores, como la senadora Jacqueline van Rysselberghe (UDI), esto fue una “sorpresa” absoluta, que respondía a la “falta […]

Violeta Reyes Álvarez
Violeta Reyes Álvarez
Por

rocío y manuel almeyda

En septiembre pasado, el senador Fulvio Rossi (PS) reactivó en la Comisión de Salud de la Cámara Alta, un proyecto que permite la Eutanasia en Chile y que se encontraba en el Congreso desde 2006. Para algunos sectores, como la senadora Jacqueline van Rysselberghe (UDI), esto fue una “sorpresa” absoluta, que respondía a la “falta de protagonismo” de los senadores de la NM.Pero para los socialistas, hay una explicación clara-y según entendemos justificada- para esta acción.

Quienes conocimos al médico Manuel Almeyda, no pudimos menos que sobrecogernos cuando a través de su hija, Rocío, se hizo pública la carta que envió, en el sano uso de sus facultades mentales, al Colegio Médico para que se discutiera en ese espacio “la creación de una comisión de hombres justos que estudien la mejor forma de poner término a la vida de las personas que están en una condición de vida terminal y que así lo deseen”.

Manuel fue un defensor incansable por los Derechos Humanos, durante la dictadura integró la dirigencia en la clandestinidad del PS, sobrevivió a la detención, vivió exiliado en la RDA y posteriormente volvió a Chile para encabezar el Movimiento Democrático Popular (MDP) y recuperar la democracia. A sus 81 años y aquejado de varias enfermedades graves, con su condición física absolutamente deteriorada y fuertes dolores, nos interpeló, con fuerza.

Manuel fue un ejemplo para varias generaciones de chilenos, porque se negó a sucumbir ante la muerte y la desaparición, luchó por la vida y la libertad, incluso arriesgando la propia. No deja de ser sobrecogedor que ese espíritu libre, nos planteara la disyuntiva, más aún desde su formación de médico, de debatirla posibilidad de otorgar dignidad a la muerte, cuando la condición de sobrevivencia implica una carga sin alivio para el paciente.
Hay sectores ligados a la Iglesia y el conservadurismo que se “sorprenden” o molestan porque, en el lugar en que nuestra democracia ha establecido para la discusión, que es el Congreso, se abra este debate. Es un tema de discusión en todo el mundo, con argumentos en pro y en contra, entonces ¿por qué en Chile intentan acallarlo?
Cuando como sociedad enfrentamos una petición que la ciudadanía ha hecho a gritos –literalmente, en las calles, no de forma metafórica- como la educación gratuita y de calidad, los mismos sectores conservadores y eclesiásticos, enarbolan las banderas de la libertad personal para oponerse, tenaz y virulentamente a bordar el debate y buscar el consenso. Acusan ideologización y recuerdan a los personajes de antaño, como Marx, para satanizar las reformas.
Pero cuando se plantea debatir temas como la muerte digna, el argumento es inverso, la persona no tiene la libertad personal para decidir sobre ello.

Chile somos todos y todas, y hay unamplio sector, por supuesto ligado a una posición laica y progresista, que entendemos que es momento de abrir la discusión, de contrastar posiciones, de enfrentar argumentos, de integrar más voces y más visiones a este debate que es necesario.

Prohibir por prohibir es una actitud directamente relacionada con la época de dictadura, de los tiempos en que las discusiones que nos afectaban a todos eran acalladas “por el bien del país”, donde tener una idea de color, rompía el gris de las botas y los fusiles, a eso es a lo que los chilenos de verdad nos debiéramos revelar.
Todos quienes hemos conocido de cerca la realidad de un familiar, un cercano o un amigo y hemos comprobado el dolor y tristeza que significa sostener, la vida de forma artificial a la espera de una mejoría que la realidad nosindica que no llegará, nos hemos planteado este debate, en nuestro foro interno.

Esta discusión es inherente a la naturaleza humana, en todos los sectores hay opiniones a favor y en contra, y es necesario que lo enfrentemos. Es un derecho de la persona, de cada uno de nosotros, morir de la misma forma en que procuramos vivir, con dignidad. Es en este contexto en el que a juicio de muchos, debemos enmarcar esta discusión.
Quienes se oponen al debate, caricaturizan la situación -al igual que en el caso del aborto, por ejemplo-, creando una realidad paralela en que se “dispararán los índices” de muertes consentidas. ¡Nada más lejos de la verdad! Seguirá siendo la voluntad personal, en respeto a las propias creencias, la que determine finalmente si se toma o no la decisión de morir dignamente.

Hay aspectos éticos, físicos, religiosos, morales e incluso políticos que deben ser evaluados, no nos neguemos a ellos, pero demos un espacio a la discusión. Imponer posiciones fundadas en el temor al debate, se convierten en fuertes de tensión social, que de una u otra manera, al fin serán canalizados. Tratemos que en este caso, sea en el marco democrático.

Vicepresidenta de la Mujer
Partido Socialista de Chile

Notas relacionadas