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Poder

23 de Diciembre de 2014

El año en que la DC golpeó la mesa

En un año movido por las discusiones sobre las distintas reformas, la Democracia Cristiana recuperó el protagonismo político de la mano de Ignacio Walker, Andrés Zaldívar y Gutenberg Martínez. Los históricos ordenaron las filas dentro de la DC y consiguieron una coordinación interna que los hizo terminar el año con el pie derecho. A pesar de que los acusaron de “aserrucharle el piso” a la Nueva Mayoría, la directiva falangista logró exactamente lo que quería: un retorno en gloria y majestad a las esferas del poder. Tampoco descartan presentar un candidato a la presidencia.

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LOGO DC

Tal como fue la tónica durante todo este año, apenas comenzó diciembre, la Democracia Cristiana prefirió anticiparse a los hechos y arremeter con toda su artillería: Antes del cónclave de la Nueva Mayoría, el mismo día en la tarde, presentó su agenda para el próximo año al ministro Peñailillo. Una urgencia estratégica que ha sido el sino de los últimos tiempos. “Queríamos todo pan pan, vino vino. Para qué no digan después que nosotros cambiamos de opinión en el camino y que vamos donde calienta el sol”, comenta una de sus parlamentarias. La agenda reactivaría un enfoque no muy en la línea de sus socios de coalición: la seguridad pública. El primero en “tomar el toro por las astas” fue el senador Jorge Pizarro.

-La seguridad ciudadana es una de las materias que está afectando la vida diaria de las personas, y debemos plantearnos como política de Estado, como cruzada nacional, enfrentar ese tema- dijo la semana pasada.
Si bien existen algunos puntos que se vislumbran como prioritarios en la agenda del gobierno para el año que se aproxima, la Democracia Cristiana al parecer ya puso los puntos sobre las íes. Mientras los partidos recién llevan los ingredientes a la cocina, la DC ya tendría el menú más o menos “cocinado”. “Los atentados de este año, sin quitarle ningún tipo de relevancia, sirvieron de excusa para que la agenda del gobierno se enfocara en seguridad nacional y la nueva Constitución pasó al patio trasero”, comenta un personero del sector más bacheletista del partido.

Matices más, matices menos, la discusión no está zanjada. Sin siquiera haber comenzado el 2015, dentro de la DC ya se discute la agenda pública como si tuvieran la última palabra. Y, según sus militantes, la tienen. La Nueva Mayoría depende de los senadores de la falange para mantener el Congreso a su favor. Algo que Ignacio Walker, con el apoyo de Andrés Zaldívar y Gutenberg Martínez, ha sabido aprovechar.

WALKER Y LOS FÁCTICOS

En plena discusión por la reforma educacional en julio de este año, Ignacio Walker exigió respeto a la DC dentro de la Nueva Mayoría. A dos meses de la polémica sobre la retroexcavadora, aseguró que su partido no aceptaría una creciente lógica refundacional. “Hay un ninguneo hacia la DC y que nadie se haga película, yo interpreto al 80% o 90% de mi partido. No somos tomados en cuenta”, reclamó públicamente.

Si bien las distintas facciones al interior del partido –príncipes, disidentes y progresistas- no coincidían plenamente con la directiva, lograron una coordinación transversal para influir en la reforma tributaria de la mano de Andrés Zaldívar y su “cocina”. El golpe de timón de un fáctico que en el fondo fue una advertencia: la reforma educacional se veía en el horizonte.

En un comienzo, la discusión sobre la reforma educacional en la interna fue bastante incendiaria. Tanto así que no tardó en caldear el ambiente dentro de la Nueva Mayoría, agudizando las divisiones internas. Realizar un Consejo Nacional de la colectividad en pleno debate se hizo imprescindible. El partido se había comprometido, desde su Congreso Ideológico el 2007, terminar con el lucro en la educación, pero algunos militantes históricos, como Mariana Aylwin y Gutenberg Martínez, estaban más bien por la regulación de este. Ponerse de acuerdo no fue fácil.
-Siempre ha existido la intención de desvalorizar los acuerdos del partido en sus Congresos ideológicos y, además, vivíamos luchas de poder y protagonismo que en el fondo eran luchas de egos– comenta Belisario Velasco.
Las acusaciones de personalismo dentro del partido fueron constantes. Jorge Pizarro acusó en varias ocasiones a Walker que sus dichos no representaban al conglomerado y que sus entrevistas todos los sábados en El Mercurio, planteaban una gran incertidumbre: “Cuando él habla, mucha gente entiende que está hablando todo el partido y no es así”.

La diputada Yasna Provoste, hace unos meses en entrevista con este pasquín, también contó que el partido estaba pasando por una de sus polarizaciones más grandes de los últimos años producto de la reforma educacional. A pesar de los acuerdos del Congreso Ideológico, la directiva no se sentía cómoda con el fin al lucro, idea que ella misma había impulsado. “Para nadie es grato abrir el diario y enterarse de las críticas que Ignacio Walker hace en nombre de la Democracia Cristiana solo por ostentar el cargo de presidente, cuando los puntos no se han conversado al interior del partido”, comentó por entonces a The Clinic.

El fuego amigo terminó con acusaciones dispersas. Walker aseguraba que a Pizarro “a veces se le arrancaba la moto” y éste le contestaba que “no podía ser tan sensible”. Pataletas mediáticas que duraron casi hasta la mitad del primer semestre.

-Qué manera de sudar esos meses. Costó mucho ponerse de acuerdo en los matices que teníamos de la reforma sin que eso significara agarrarse de las mechas entre nosotros. Daba rabia que los fácticos de la DC golpearan la mesa exigiendo cambiar principios que todos habíamos votado. Yo veía a la vuelta de la esquina, el quiebre del pacto- comenta una de sus históricas militantes.

Andrés Zaldívar, quien fue uno de los articuladores claves en el protocolo que destrabó la reforma tributaria, se perfilaba como el nuevo negociador de la reforma educacional. “Alguien tenía que venir a poner orden y como siempre fue Zaldívar”, insiste la misma falangista. La “institución”, como denominan algunos al senador por el Maule, apoyaba irrestrictamente a Ignacio Walker, al ministro Eyzaguirre y a la presidenta Michelle Bachelet.

El histórico DC puso paños fríos dentro de su partido, asegura una fuente al interior del partido, atribuyendo los problemas a “una débil conducción política de la reforma”. De ahí que se haya opuesto tajantemente a una lógica refundacional. “La Concertación efectuó un gran aporte durante veinte años y eso hay que recogerlo como un pilar donde nos afirmamos para que la Nueva Mayoría diera un nuevo paso en las reformas que ahora estamos emprendiendo. Pero esta nueva coalición no es un regimiento, tenemos que reconocerle su diversidad y, pese a ello, el mérito de llevar adelante el programa de gobierno”, comentó hace un mes en la revista Caras.

Las peleas internas dejaron finalmente a un solo ganador: Ignacio Walker. Los mismos grupos progresistas y disidentes del partido admiten que salieron debilitados del round. También comentan que el presidente de la DC se lo debe todo a Andrés Zaldívar y Gutenberg Martínez. Los fácticos del partido.

Marta Lagos, experta en encuestas y ex DC, asegura que Walker le debe a Martínez la presidencia del partido y que este mismo fue quien lo ayudó a granjearse el respaldo de los díscolos, sin que nadie se fijara realmente quien movía la “maquinita”.

-En todos los partidos hay personeros que juegan papeles perversos. En la UDI es Jovino y en la DC, Gutenberg Martínez. Él tiene una forma de hacer política que pertenece al Chile oligárquico, de los grupetes, de las cocinas, del Club de Toby. Ignacio llegó a ser presidente gracias la persona más perversa de la DC- afirma Marta Lagos.

LA DC CAMALEÓNICA

Jaime Ravinet renunció a la DC el año 2010. Su compromiso con Sebastián Piñera era clarísimo y le parecía fatal andar jugando a dos bandos. En los últimos cinco años, su crítica a a la Democracia Cristiana siempre ha sido respecto a su “giro estatista”. Por eso hoy asegura sentirse orgulloso: “la DC volvió a ser un partido de vanguardia. Lideró a pesar de los intentos de demolición que algunos de sus socios de coalición querían hacerle a la Concertación”.

– La DC se mantuvo leal este año, pero un programa de gobierno no es el quinto evangelio. La DC cuestionó el “cómo” en un escenario polarizado donde muchos revivieron sus complejos izquierdistas sesenteros que ven con nostalgia la caída de muro de Berlín – comenta el ex ministro de Defensa.

Los esfuerzos en la reforma educacional, como recuerda Ravinet, tenían que empezar con recuperar los espacios que al partido le correspondían. Por eso en julio ingresó Andrés Palma al Mineduc, con el fin de quitarle peso a la subsecretaria y militante de Revolución Democrática, Valentina Quiroga. Personeros del partido, aseguran que esa movida fue articulada por los “fácticos”, quienes le aseguraron al gobierno que la presencia de Palma pararía el fuego desde sus propias filas.

-La DC dejó atrás el ninguneo. Todos los sacrificios rindieron frutos este año. De una DC que a principio de año se dividía 50-50 entre moderados y progresistas, hoy existe un vuelco grande y no creo que existan 20% de sus dirigentes que tengan posiciones estatistas de izquierda. Incluso los que más estuvieron coqueteando con el bacheletismo, están mucho más centrados- cuenta Jaime Ravinet.

Si bien los progresistas no aceptan que el ala más dura y conservadora de la DC haya sido la gran ganadora este año, aseguran que para evitar divisiones internas fue necesario hacer un ejercicio unitario para seguir empoderando al partido dentro del gobierno. Y eso solo se podía hacer apoyando a Ignacio Walker.

-Gutenberg y su sector dentro del partido levantó la voz. El siempre le habló a la DC a través de la prensa y no al resto del país. Lamentablemente lo hizo de una forma que figuró a la DC como opositora y buscando acercamientos con la derecha – comentó el diputado Víctor Torres.

Otro de los detonadores para que la DC se uniera en un solo frente, según sus militantes, fue la figura de Fulvio Rossi. “La Doctrina Rossi” como le llamó Walker, inevitablemente logró que dejaran de lado las diferencias internas y se alinearan defendiéndose unos a otros. “Fulvio Rossi es odioso. Exacerba diferencias dentro de la Nueva Mayoría. No me sorprendería nada que termine en un proyecto distinto, apoyando a MEO. (…) En cambio, La DC es leal con el gobierno”, comentó Matías Walker hace unas semanas en entrevista con The Clinic.

Su figura también provocó comezón dentro de la Juventud DC. A pesar de que los más jóvenes no aprueban la forma de hacer política de los fácticos, aseguran que Rossi ayudó a entender que los problemas de la DC con la Nueva Mayoría, tienen mucho que ver con personalismos más que con partidos.

-Para bien o para mal, este ha sido el año de la DC. Al principio no hicimos noticia por cosas buenas. Nos dimos cuenta en el camino que debíamos unirnos porque no podíamos perdernos la posibilidad de hacer historia. Con el tiempo se ha logrado que las inquietudes internas del partido generaran una unidad de acción que nos permitió liderar la coalición – asegura el presidente de la Juventud, José Ruiz.

En la misma línea, el militante de la JDC, José Marinano, cree que el papel de la falange ante una derecha perdida y un sector de la Nueva Mayoría “cuya ansiedad le ha llevado a toda clase de exabruptos”, es muy importante para lograr reformas que sean duraderas y se respeten en los gobiernos siguientes:

– Hemos tenido un rol de mejorar las reformas, evaluar la conveniencia de los medios para sus fines e incluso me gustaría que estuviéramos comandando otras reformas también. La DC debe conectarse con esa vocación transformadora suya– cuenta José Maritano.

LAS PIEDRAS DE TOPE

El 20 noviembre pasado, uno de los líderes intelectuales de la DC, Sergio Micco, lanzó su libro “La política sin los intelectuales” en un Aula Magna de la Universidad de Chile repleta de diversas generaciones de la DC, desde Mariano Ruiz Esquide a José Ruiz de la JDC. El lanzamiento, en rigor, parecía una Junta Nacional.

-Vernos juntos en el lanzamiento fue excepcional. Harald Beyer se abrazó con varios militantes que participaron en su interpelación. El problema es que este tipo de relaciones no se logra cuando todos estamos buscando poder. Con el PC, tenemos un grupo profundamente anticomunista que no permitirá más acuerdos de los que se deben. Pero a pesar de eso, creo que hemos logrado una relación muy decente que da frutos– comenta uno de sus históricos militantes.
El diputado Víctor Torres y otras voces del progresismo, aseguran que los problemas más chicos del año los han tenido con el Partido Comunista y que los roces han sido en ocasiones muy específicas, por ejemplo, con las declaraciones de Eduardo Contreras (embajador comunista en Uruguay que acusó a la ultraderecha de estar detrás de los atentados). “Con el PC los roces son mínimos. Eso de que no podemos trabajar juntos es un imaginario solo de algunos. El PC fue un partido responsable y alineado con el gobierno, yo no centraría el conflicto ahí”, comenta Victor Torres insistiendo que los grandes problemas de la coalición han sido con personalismos.

A principios de año, sin embargo, una de las figuras más fuertes de la DC, Gutenberg Martínez, fue tajante: “No vamos a ser parte de una alianza política con el PC”, dejando completamente confundidos a los militantes del partido.

Para Marta Lagos, esto tiene una explicación lógica: “Hay un grupo tremendamente anticomunista dentro de la DC, llamado “Teilhard de Chardin”. La agrupación, liderada por Gutenberg Martínez, no reconoce el rol del PC en la izquierda. Pero el resto no es así. Por eso no rompieron a la DC en dos, ni se fueron corriendo donde Renovación Nacional. Tenían que morderse la lengua y ser democráticos”, afirma Marta Lagos.

La posibilidad de un centro político conformado por la DC fuera de la Nueva Mayoría, es un fantasma del que nadie quiere hablar. Sergio Micco asegura que históricamente la Democracia Cristiana se ha aliado con la derecha sólo en ocasiones muy contadas. Y ahora no sería la excepción.

-Fuerza Pública es un proyecto abortado. Velasco tuvo que doblar a la derecha por Penta y eso hace inviable que tenga una primaria en la Nueva Mayoría. Además es un partido que no tiene absolutamente nada que ver con los principios de nuestro partido, Fuerza Pública es absolutamente liberal. No hay forma que eso sea compatible – asegura Sergio Micco.

Pero el atractivo que Fuerza Pública genera en algunos militantes DC, abre las dudas. Mariana Aylwin, Sebastián Sichel y el ex vicepresidente de la DC, Juan José Santa Cruz, son los rostros más visibles de los cerca de 30 militantes de la Democracia Cristiana que hoy están en las filas del movimiento de Andrés Velasco. Fenómeno que preocupa al partido y que llevó a Ignacio Walker a golpear la mesa. “Es evidente que Andrés Velasco y Fuerza Pública están reconociendo su domicilio político en la oposición y eso es respetable y clarificador. Pero también acarrea consecuencias”, comentó el presidente de la DC a principios del mes pasado.

Pero las críticas a su poca determinación en el tema, tiene a todos los sectores del partido preocupados. “A pesar de que yo creo que la DC ha tenido un buen año, podría verse mermado por la indecisión de la directiva en tomar medidas con los que se marginan de las banderas del partido. Es una obligación de nuestro presidente tomar determinaciones pronto sobre Fuerza Pública. Somos partidarios dé que se establezcan plazos”, comenta Belisario Velasco.

Otro personero de la DC va mucho más allá. Asegura que exigirán que la Directiva de un plazo hasta el 30 de diciembre para que los militantes de Fuerza Pública decidan en qué partido se van a quedar. En el caso de que se rehúsen, “pasarlos al Tribunal de Disciplina, donde la directiva haga lo que tiene que hacer para mantener un correcto ordenamiento interno”, comenta un miembro del partido.

Según sus dirigentes, esta determinación que los llevó a transformarse en el partido más duro de la Nueva Mayoría, no los tiene con humos en la cabeza. Luego de un año donde han logrado manejar las reformas, la Democracia Cristiana conoce perfectamente los mecanismos para lograr lo que se proponen sin miedo a ser desplazada: “Es verdad, sí somos actualmente la mina rica de la Nueva Mayoría. Todos quieren con nosotros y podemos disponer de una posición que hace años no teníamos. No le aserruchamos el piso a nadie, pero a este ritmo, que volvamos a tener la presidencia de Chile se ve a la vuelta de la esquina”, comenta riendo una falangista.

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