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Cultura

2 de Enero de 2015

El Errorismo sin tregua de Papas Fritas: “La libertad de una persona intimida siempre”

Ajustició a Pinochet a escala humana y volvió a ser noticia dentro y fuera de Chile. Francisco Papas Fritas (31), el artista visual más aplaudido y más insultado, no postula al Fondart ni llevaría sus obras a Alonso de Córdova. Resignado, se asume “un pequeño burgués”, pero uno que promueve la desobediencia civil, les tiene fobia a los comunistas y no concibe que una marcha termine con cumbia. Acá dispara con ganas, mientras lucha contra su propio dictador para ganar la madre de las batallas: descapitalizarse.

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Vive rodeado de sus enemigos. En las paredes de la República Errorista de Papaslandia –su casa– abundan las imágenes de Pinochet, desde medallas de colección que consigue por MercadoLibre hasta el parte médico de defunción emitido por el Hospital Militar. También la Junta Militar en pleno y una gran fotografía enmarcada de Milton Friedman, sobrescrita: “Mi memoria no te perdona. Mi memoria no es una anécdota. Mi memoria lucha por todo lo que construiste. Asesino”.

Vive en San Miguel. Ahora en una calle tranquila, hasta los siete años en la Población San Miguel, donde le pusieron Papas Fritas. “Fue bacán igual vivir ahí, te queda todo en la cabeza. Los apagones, los metrallazos, todo”. Hace algunos años vive de sus cuadros, con lo justo porque con esa plata también financia sus obras. Tres millones le costó “Ladrillo Angular” (hasta el 18 de enero en el MAC de Quinta Normal), donde una estudiante acribilla a Pinochet provocando la caída en línea de los cinco presidentes que lo sucedieron. Así se rompe el piso de ladrillos que los sostiene a todos, por el libro “El ladrillo” de los Chicago Boys. También quemó a una Lucía Hiriart en el mismo lugar. En su primer mes, cerca de 15 mil personas visitaron la muestra. “Les llama mucho la atención poder ver a Pinochet abatido y ajusticiado pero en volumen, ver–dice Papas Fritas–. Además yo siempre dejo que la gente toque la obra, entonces ellos también lo pueden humillar, la gente se saca selfies, se lo puntea, le meten el dedo en la boca”.

¿Y qué opinan los pinochetistas?
Esas críticas son chistosas, si hasta me dijeron comunista. Me da lo mismo que me insulten o me amenacen, pero comunista… ¡es lo peor que pueden decirme!

¿Qué representa para ti el comunismo?
Una historia de matanzas, de fascismo. Y el comunismo chileno es amarillísimo, ratón. Uno de los pocos grupos que se dio cuenta de lo que estaba pasando en Chile, fue el Frente Patriótico. Y el Frente se levanta bajo el generalísimo Teillier, que al volver a la democracia vende a toda esa gente que reclutó en poblaciones, que eran obreros, y les cagó la vida. Yo conozco exfrentistas que están cagados, y el PC los dejó completamente botados. Para la Revolución de la Chaucha fueron los primeros en echarse para atrás con un montón de sindicatos, dejaron a Don Clota botado en un montón de ocasiones.

Quemaste a Lucía Hiriart. El diputado Ignacio Urrutia dijo en The Clinic “no es un artista una persona que quema a otra”.
Mi diferencia con Ignacio Urrutia es que yo quemé una esculturita, y él defiende a tipos que quemaron a personas reales, y no sólo a una. Chúpalo. Y la catarsis del fuego que purifica está muy presente en otras culturas y también en el folclor chileno, como la quema de Judas que se hace en Valparaíso. Lo de Lucía es una pequeña quema de Judas, se quema lo malo para que se vaya. La mayoría de las personas que estuvieron ahí se sintieron en un estado muy emotivo y muy catártico. Yo mismo, viéndolo por Skype, tuve esas sensaciones. Finalmente el fuego calmó, limpió un poco.

¿Qué energía negativa representa Lucía Hiriart?
Lucía es la mujer del pueblo, la mujer que acompañaba a este hombre macho campesino y tiene toda esa energía de la violencia, del sadismo, no es una persona pasiva. Y otra cosa: el gobierno chileno ha seguido quemando personas reales, en San Miguel murieron 81 presos, que los quemó el Estado. Y José Antonio Gómez, como subsecretario de Justicia y luego ministro, propició todo para que las cárceles estuvieran hacinadas el 8 de diciembre del 2010.
¿Cómo puede ejercer su cargo público, si es responsable de 81 personas muertas? Anda con una grabadora a la Avenida Kennedy y vas a escuchar las puteadas que se pegan esos cuicos por estar una horita metidos en un taco. Bueno, imagínate cómo es la vida en un lugar donde tiene que haber cinco personas y viven treinta. Siempre he dicho que hay que ser demasiado civilizado para poder vivir en una cárcel.

Los presidentes post Pinochet que vienen atrás, ¿también son ajusticiados, o caen víctimas del lugar dónde están?
Es la idea del continuismo: si se le dispara al dictador, los que vienen después también son abatidos porque ya no es posible el continuismo de reafirmar la Constitución, aumentar la privatización, en fin. Y el Ladrillo lo rompe solamente un movimiento social. El sistema político oligarca que tenemos ni piensa romperlo.

El-Errorismo-sin-tregua-de-Papas-Fritas-FOTO-Jorge-Rosales

Además del sistema económico, ¿qué legado de la dictadura se mantiene?
Siempre he dicho que Chile vive en un fascismo mágico, que está siempre como escondido. Tú no ves en Chile un humor que no tenga sexismo, racismo o clasismo. Eso demuestra un poco la cultura, porque desde Coco Legrand, que viene de la derecha, a los Dinamita Show que vienen de los barrios bajos, todos tienen las mismas fijaciones. Igual que estas nuevas camadas de humoristas que hacen estándar comedy… Pero esto no viene de la dictadura solamente. El chileno no tiene opinión, no conversa, no tiene empatía social. Y lee muy poco no solo porque sea caro, sino porque la educación ha sido pobre también en cuanto a que las personas se enriquezcan en conocimiento. Chile tiene una cuestión fascista importante, como de esencia, de agresividad.

¿Crees en el Estado?
Yo me siento muy abrazado a la filosofía del anarquismo, pero entiendo que no estamos en un momento de revoluciones violentas. Si uno quiere llevar adelante ideas ácratas, hay que ir recuperando ideas como que una democracia no es sólo el acto de votar.

¿Votaste el 2013?
No, yo no voto. Para mí lo que vale es ser una persona todo el tiempo activa socialmente. La sociedad es la que tiene que controlar al poder administrativo.

¿Cómo lo controla? ¿Con marchas de 100 mil personas?
No, creo que las marchas no son la mejor forma. Yo pienso en la posibilidad de la desobediencia civil. Creo en ella.

¿Qué métodos de desobediencia?
Creo que el movimiento estudiantil, en vez de haber hecho mil marchas y desgastarse hasta hoy, debería haberse coordinado para no pagar nada. Y si era necesario dejar de estudiar tres, cuatro años, no se estudia. Eso genera la desestabilización y la presión real. Las marchas no presionan. Si todos dejan de pagar los créditos Corfo, bueno ya, perdemos la tele, los muebles, no importa, me van a embargar un montón de cosas en la casa, filo. Pero estamos todos en la misma. Eso requiere un nivel de convicción general más o menos utópico. Porque el cuerpo social no está, tenemos muy pocos actores sociales. ¡Si los del 2011 terminaron siendo diputados! Al pueblo no le sirven cuatro diputados votando leyes.

¿No le sirve una reforma que meta mucha más plata a la educación pública?
Veamos primero qué se va a hacer. La educación de calidad tiene que ver con la pluriversidad, no sólo con la universidad. Hay gente que no quiere ir a la universidad, quiere trabajar y aprender otras cosas. Pero nosotros no tenemos una educación para respetar eso, apreciarlo. Te convencen de que la universidad es el único medio para ser alguien en la vida. ¡Podemos hacer muchas otras cosas!

Fortalecer la educación pública escolar, ¿no es tratar de formar ciudadanos menos vulnerables a esa presión?
La reforma educacional fuerte tiene que estar en la educación básica y secundaria, sí, ahí es muy relevante. Pero desde el 2006, fueron ocho años de presión social para que recién lo estén tomando en serio. Además, con Piñera, partidos como el PC y PS permitieron participar en los movimientos sociales de izquierda, por eso tuvimos a una Camila Vallejo y a una Bárbara Figueroa y a Gajardo trabajando con el pueblo, no pasando máquina como ahora.

En la serie de cuadros “Folclor Insurrecto” recreas los enfrentamientos típicos de las marchas. Cuando aparecen los encapuchados y los demás dicen “nos están cagando la marcha”, ¿de qué lado te sientes tú?
Yo no me siento de ningún lado… sonó amarilla esa hueá. Pero el “Folclor Insurrecto” tiene que ver con lo folclóricas que llegan a ser las marchas. La policía ya sabe en qué momento dejar la cagá y los manifestantes lo mismo, entonces es un baile folclórico, no tiene nada de insurrecto. Ahora, los que dicen que les cagan las marchas, o sea hueón, qué querís, ¿que las marchas terminen de nuevo con un concierto? ¿Que terminemos escuchando cumbia, Villa Cariño, Chico Trujillo? ¿Entonces para qué marchamos, dónde está el orgasmo social? Ése es el punto: dónde está el orgasmo social. Estas marchas ya son como las que hacen en Japón, adonde van todos los otakus y los zombis a mostrar sus pintas. En el contexto del 2011 me parece bien haber generado una empatía social con el problema. Pero ya toda la población sabe el problema. Ahora falta actuar.

¿Qué figura política de ahora te entusiasma?
Nunca he sido de caudillajes. Para mí importan los grupos, las organizaciones.

¿Y qué organización te identifica?
Es que hablar de organizaciones es muy difícil con un sistema tan resquebrajado.

O sea, no tienes ningún referente a la vista.
Sí, tengo. Por ejemplo, la Fenapo (Federación Nacional de Pobladores). Pero es difícil. Hasta el Golpe, Chile era una sociedad creativa, creó organizaciones, formas de apoyo mutuo, sindicatos, creó, creó y creó. Después fue resistencia tras resistencia. Y hoy tenemos pequeños grupitos, células que luchan entre ellas mismas, todas desconfiadas, por la misma historia y la cultura del miedo. Entonces no hay una organización que digas “puta, está trabajando bien, se está rebelando, se está descapitalizando frente a la mala educación”. Porque es muy difícil descapitalizarse, es un ejercicio diario, casi como salir a trotar. Todos los días tenís la tentación del capital encima, es como un fantasma metido en ti. Al final la mayor lucha, y la más difícil, es luchar contra tu propio dictador.

Un facho pobre, ¿es del pueblo para ti?
Sí. Hiper capitalizado, lamentablemente.

¿Qué es descapitalizarse?
Entender estas intenciones de dislocar a la sociedad, ser persona y no individuo. Ser persona, ser social, es lo que te permite tener empatía, entender el problema que está viviendo el otro. El sistema neoliberal te enseña a pensar: “si yo me saqué la cresta, pagué la universidad y ahora tengo una isapre, qué me importa el otro”. Eso es estar capitalizado. Y tú logras descapitalizarte cuando logras consumir menos, leer más. Leer, investigar, tener conocimientos, son actos de descapitalización. Conversar con las personas también, no ser obtuso. No es evangelizar.

“HAY ARTISTAS QUE SE CAGAN DE MIEDO”

“El Ladrillo Angular” se enmarca en una exposición conjunta con el grupo Etcétera, fundadores el movimiento Errorista. ¿De qué se trata todo eso?
El Errorismo empezó en Argentina y es una filosofía: tú puedes errar, no es malo. Y yo, desde la República Errorista de Papaslandia, lo veo como la posibilidad de la anomalía frente a lo normal. Encuentro que la anomalía es lo hermoso, una belleza que tiene que ver justamente con la descapitalización, con que tú no estás dejándote normar sino pensando cosas, desarrollando, generando subjetividad fuera de la que te imponen. No pretendo liberar a la gente a través del arte, lo mío es generar preguntas, reflexiones.

¿También belleza?
También es belleza. ¿Sabes cuál es la obra más bonita que he visto del arte chileno? La operación de rescate de los frentistas.

La del helicóptero.
Sí.

¿Por qué?
Primero, porque le genera terror a todo el sistema de control que siempre te está generando temor a ti: es la capacidad creativa, bellísima, de darles vuelta ese panorama. Segundo, crea algo concreto, liberar a presos políticos que atentaron contra el dictador. Y después está la forma: cómo esta gente creativa termina haciendo eso… ¡la preparación! Esa preparación técnica es la misma del pintor, tienen que practicar la mancha, entendiendo la luz, los colores, cómo se abstrae todo eso y cómo se lleva a un espacio… ¡No toda la vida hay que hacer marchas! Tiene que existir el robo del MIR de la bandera, como tiene que existir este helicóptero con una canasta.

El mismo rescate en un patio de Punta Peuco, ¿podrías admirarlo?
¿Sabís qué? Sí. Hay cosas fachas que yo puedo llegar a admirar, por la operación. Como el teatro multitudinario del dictador comunista rumano, esa capacidad de organizar a esa cantidad de gente y de teatralizar, de hacer realmente el teatro de la vida, jugar con que las personas son marionetas para el rey del comunismo. Ni cagando estoy con ellos, pero estéticamente es tremendo. Mucho más interesante que las obras de muchos artistas.

¿Te interesa el arte chileno de ahora?
Es que hace mucho rato que dejé de ver arte.

¿Por?
No sé, me da lata no más. Hace como cuatro años que no voy a exposiciones.

Pero por qué.
Pfff… Primero que nada, el cahuineo. El cahuineo del arte es insoportable, te inventan cosas… A mí siempre me fue muy duro, no tengo nada que agradecerle a las instituciones del arte y son muy pocas las personas del mundo del arte a las que agradezco y son mis amigos.

¿Por qué te tocó más duro?
Es que soy autodidacta y empecé muy chiquitito, a los 21 años ya estaba haciendo obra, montajes en la calle con prensa, todo eso…

¿Y eso intimida al resto?
Jode, molesta. La libertad de una persona intimida siempre. Y yo tengo más libertad, hago lo que se me antoje, nunca he tenido miedo. Hay artistas que se cagan de miedo.

¿Mandas proyectos al Fondart?
No. Una vez mandé y sacó alto puntaje, pero dijeron que tenían otras prioridades. Chao. El Fondart para mí es imagen país, una imagen país hacia adentro. Entonces les tienes que justificar que estás haciendo cosas por la cultura, que es una noción de la cultura súper mínima, un puntito de un libro que tiene diez mil palabras más.

¿Te interesa Ch.ACO?
Fui a Ch.ACO una vez.

Habías dicho que no ibas a ir.
Yo siempre cito a Foucault: no me pidan decir quién soy ni me pidan ser el mismo siempre. Fui a Ch.ACO y gané tres millones de pesos, que era como la cuarta parte de lo que vendí porque el resto se iba para el galerista y el stand. Con esos tres millones financié una exposición en la Galería Metropolitana sobre los 81 de la Cárcel de San Miguel, financié a los artistas que participaban y se hizo una producción tremenda. Para eso fui a Ch.ACO.

¿Te subió la demanda después de hacerte famoso con la quema de los pagarés de la U. del Mar?
No. Sigo vendiendo igual y sigo estando cagao. Y después de esa obra no le he vendido un cuadro a ningún museo ni he sido invitado a ninguna muestra internacional. El Estado chileno no me presenta curadores cuando vienen a Chile, porque yo hablo mal del Estado y no represento a Chile en nada. Yo no llevo a la roja en el corazón.

Si mañana te invitan a exponer a Alonso de Córdova, ¿vas a ir?
¡Ni cagando, hueón! Alonso de Córdova le vende a gente que quiere decorar su casa, qué voy a hacer yo ahí. Prefiero hacer una obra en la calle en Alonso de Córdova, solito.

Aparte de ese arte que llamas decorativo, ¿hay un arte político del que seas crítico?
Bueno, se supone que Alfredo Jaar hace arte político y ahora está en la galería de la Patricia Ready. Jaar representa dentro del arte un estatus, es un oenegeísta, hace un arte político que limpia la imagen de la realidad, la estetiza, y se ha convertido en una empresa gracias a su visión misericordiosa de ir a África a ver la muerte.

¿Cuál es el fondo de la crítica?
Que la obra de Jaar es una obra política que no tiene conciencia política.

LA RABIA Y EL MIEDO

Te gusta defender que la rabia sea un valor positivo.
Sí. Bueno, hay una rabia que se vuelve destructiva, la rabia del odio, y que finalmente es la rabia que tienen los políticos de derecha, que dicen que no tienen rabia. Es la rabia de Agustín Edwards, por ejemplo, eso es odio. Acá es muy fácil que la gente de derecha te diga que lo que tú haces es por odio, o incluso Peñailillo, con su montaje de bomba…

¿Cuál montaje?
El de la Escuela Militar. Y del pobre cabro que mataron en el barrio Yungay también son responsables.

¿Lo dices por tincada?
No. Una bomba de ese tipo no se puede hacer con los materiales que dijeron. Es una bomba súper controlada, muy bien hecha para generar un movimiento expansivo que te bota, que rompe los vidrios, pero no mata. Tú podís mandarle a hacer esa bomba a un ex DINA, a un exfrentista. Pero un anarquista chileno no está capacitado ni tiene las lucas para eso.

Si fuera tan obvio como lo pintas, ¿no sería muy burdo el montaje?
Es que con pólvora casera no podís hacer esa bomba. Y conseguir pólvora del mercado negro debe ser carísismo.

Para ti es un montaje del gobierno.
Sí. Y los anarquistas insurrectos, incluso algunos son unos pelotudos, jamás van a atentar contra un trabajador.

¿Tú te consideras parte del proletariado?
Lamentablemente, soy un pequeño burgués. Ya no soy el cabro que nació en la población, tengo acceso a conocimiento, a tener este tipo de conversación, a hacer arte. No tengo la actitud del burgués de buscar consumo ni estatus, pero tuve una familia que me dio la confianza, o que me dio amor, que muchos pendejos en la pobla no la tienen. A los 16 años, cuando decidí dedicarme al arte por mi cuenta, mis papás me dieron la confianza para que lo hiciera. A otro cabro le dicen “entonces no comís”. Ahí uno pasa a ser un pequeño burgués, aunque consciente.

Hablas mucho de la cultura del miedo. ¿Crees que en la sociedad chilena no hay menos miedo que hace 20 años?
Creo que hay más miedo, se han insertado muchos tipos de miedo. Hay un miedo social que te lo provoca el Estado. Te provoca un año entero de miedo al decirte desde ahora que la economía va a bajar. Y la economía recién va a bajar en mayo o junio, si es que baja.

Es la oposición al gobierno la que dice que va a bajar, no el Estado.
Te lo está diciendo el gobierno, que es un gobierno que trabaja de forma oligárquica, para las grandes empresas económicas.

¿Qué gana el gobierno diciendo eso?
¡Control! Que la gente tenga miedo es mantener a la sociedad quieta, esto lo decía Foucault ya en los años 60.

NI AMIGOS NI ENEMIGOS

Antes de empezar la entrevista, pediste un espacio para hacerle una crítica al The Clinic.
Sí. Quiero decir que el The Clinic no es mi enemigo pero tampoco es mi amigo y por una razón específica: no puede plantear una teoría cuando una investigación no está concluida, y me refiero a la tesis de la bala loca en la muerte del sindicalista Juan Pablo Jiménez.

¿Tú dices que fue un asesinato?
Creo que lo fue, pero no puedo asegurarlo. Lo que sí puedo decir es que la PDI está errando en sus peritajes. Una bala calibre 40 no puede viajar 1.035 metros en plano, lo podís ver hasta en programas de balística en History Channel o HBO. Yo creo que el The Clinic no tuvo mala fe, cualquiera puede equivocarse y aquí estamos en la República Errorista, pero entre nosotros como compañeros, más allá de las diferencias ideológicas que tengamos, es bueno pedirse disculpas. El medio tiene que disculparse con la familia. No podemos llegar y comprarle a la PDI, cuando no son parte de nuestro ejército del pueblo.

No está aquí el periodista que hizo la investigación para defenderla o contestar tu tesis balística. Pero un medio considera la información de distintas fuentes, sea la PDI u otras, y en este caso usó esas evidencias.
Pero mientras un caso no esté cerrado, son hipótesis y no se pueden asegurar como concretas, porque estás colaborando con generar pauta para crear esa realidad.

Entonces el The Clinic tampoco debió pronunciarse sobre el Caso Riggs hasta hace muy poco. Lo que te puedo decir es que el medio investigó el tema muy de cerca, porque le importaba…
Pero ahí hay que investigar más profundo. Si el caso después se esclarece y no es una bala loca, las disculpas tienen que estar. Y más que disculpas, porque yo no voy a poder soportar que hayan matado a una persona en democracia, como siguen matando y haciendo mierda a los mapuches en Chile. Y si el The Clinic no pide disculpas públicas a la familia por haberse adelantado con teorías financiadas por empresarios y por los narcos de la PDI, la amistad no va a ser nunca con el The Clinic.

Está bien. Y si se termina confirmando que fue un accidente, tu crítica de que no se investigó profundo podría haber estado errada.
Incluso si la investigación estuvo bien, se adelantaron al fallo y era la tesis de un solo lado.
Era la tesis de una investigación periodística, que llegó a la misma conclusión que el peritaje de la PDI después de consultar a muchas fuentes, partiendo por la familia.
Lo que yo me pregunto es desde cuándo la izquierda le ha creído a la PDI. Esa es mi gran pregunta al The Clinic.

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