Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

23 de Enero de 2015

Illapu (o “el amigo de las tristezas soy”)

La siguiente crónica fue escrita por el escritor y publicada en la revista The Clinic. Durante años Lemebel escribió en el pasquín y fue uno de sus columnistas estables.

Pedro Lemebel
Pedro Lemebel
Por

Illapu

Y fue en 1999, en la gran Feria del Libro de Guadalajara en México, donde los conocí, más bien me encontré con ellos tomando desayuno en el Hotel media estrella en que alojábamos los chilenos invitados a ese evento, que por primera vez estaba dedicado a Chile, a su literatura, su música, su teatro y folclor. Y yo solitario, un poco cansado de esa camaradería cumpa y falsa que practican los compatriotas en el extranjero, los veo entrar al comedor con sus melenas crespas, con su afro nortino, con sus caras aún jóvenes, pero tatuadas por el salitre moreno de la pampa, el exilio, y el canto tiznado de su alharaco carnaval. Difícil no reconocer la estampa juvenil, semi artesa, media chiloca y bullanguera de los hermanos Márquez, sin duda una marca en la memoria de la música chilena, sin duda el grupo cantor que atravesó las tres últimas décadas conflictuadas por los episodios políticos que remecieron al país. Desde la euforia cultural y libertaria de los setenta, cuando Illapu era un puñado de pendejos que trinaban sus vientos altiplánicos en la colorida fiesta de la U.P., hasta ese último Festival de Viña, donde la Quinta Vergara despidió aquel pretérito carnaval de esa izquierda victoriosa, ovacionando a los cinco chascones charangueros, que con sus blujines pata de elefante, marcaban el ritmo zampoñero de su melancólico arenal. Y luego, después del golpe, ese mismo desierto florido de cintas quenas y diabladas, se transformó en la planicie inhóspita y siempre errante de un expatriado caminar. Un desarraigo, que quizás transformó a otros cantores de la izquierda en viajeros renovados; pero no a Illapu, los hermanos proletas de la costa antofagastina, que supieron salvaguardar cierta porfía ética, cierto compromiso utópico, pero fresco, al regresar en los ochenta al horizonte de barro y pólvora que dejaron al partir.

Por eso, fue gratificante encontrarme con estos artistas en el escenario extranjero de Guadalajara, y verlos desplegar allá lejos su aporreada y exitosa senda cancionera. En ese país de marimbas, boleros y sones sentimentales, el lánguido lamento del norte chileno, multiplicó su triste carnaval en la tarde guadalajeña. Y era extraño percibir la cálida acogida de ese público cuate al escuchar y bailar la bella sonajera de Illapu. Un público atento que compartió el montaje memorial y político del show, que intercalaba canciones con el bando militar que les prohibió el regreso durante la dictadura. Era emocionante escuchar los nombres de los hermanos Márquez, pronunciados drásticamente por el hocico militar. Y fue silencioso el momento de atención cuando ese público escuchó las últimas palabras de Allende, y después la hermosa canción dedicada al Presidente mártir. En fin, ver a Illapu en escena, transportando su experiencia biográfica y carreteando memoria por el fluir sonoro de su excelente interpretación, permite apreciar la fervorosa adhesión que tienen los jóvenes populares con esta música que rebrota en ellos algún aliento latinoamericanista, sobre todo por la actualización de su repertorio, en donde incluyen la ecología poetizada en las gaviotas extranjeras del Mapocho. Así, esta música tipificada solamente de folclórica, hace un paréntesis para contaminarse con los aires rancios del paisaje urbano. Y en este abanico de canciones, Illapu es el único grupo musical chileno que junta la nostalgia trágica de la Unidad Popular con el Sida en su tema Sincero Positivo. Y esto último que a ellos les causó mucha gracia, los inscribe como trovadores post – modernos del pasado fin de siglo. Tal vez, musiqueros cronistas que sacan a bailar la cacharpalla bullanguera de su norte en la tristeza melenuda de un corazón mirando al sur.

Notas relacionadas